“Entiendo la crítica, y estoy trabajando en ello”, me dice Leoni, y añade: “Me encanta el sexy un poco friki. La picardía, ese guiño travieso que surge de gestos sutiles” (basta observar cómo asoman las muñecas bajo sus mangas acortadas o las rodillas bajo faldas estructuradas). Su amiga la modelo Guinevere van Seenus llevó al desfile un vestido negro con profundo escote en V y falda larga rizada a base de infinidad de pliegues, la cola dada la vuelta y anudada a la cintura. “Es interesante y sexy”, dice van Seenus, “y al mismo tiempo práctico y cómodo”.
Cabe destacar que la asociación de Calvin Klein con la sensualidad nunca provino realmente de la ropa, que siempre fue discreta: fueron las campañas de ropa interior y fragancias las que calentaron su imagen (y el principal generador de ingresos de los 4.000 millones de dólares de capital de la marca sigue siendo esa omnipresente lencería). “Calvin dio un nuevo significado al estilo estadounidense moderno y la moda del país; eso lo hizo él”, dice Stefan Larsson, director ejecutivo de PVH. En cuanto a la decisión de contratar a Leoni, Larsson argumenta que “demostró que entendía y amaba verdaderamente el ADN de la marca, pero también tenía una visión creativa muy fuerte que pasaba todo por su filtro. Creo que todo lo que había hecho hasta entonces la había preparado para esto”.
Nacida y criada en las afueras de Roma, Leoni fue una adolescente de los noventa más: vaqueros desteñidos y camisas oversize. “Yo formé parte de la generación CK One”, dice, evocando el rollo andrógino y skater-grunge de aquella campaña mítica de fragancias. Sus padres regentaban un café-bar, que cerraron hace muy poco. Su abuela confeccionaba la ropa de la familia, incluida una falda de tablas de lana azul marino por debajo de la rodilla que Leoni adoraba. De ella aprendió a coser, y pronto empezó a dibujar bocetos para las muñecas y a tejer sus propios biquinis de croché
Charlamos en el apartamento de Monteverde que Leoni comparte con su mujer, Sara Casani, de 41 años, directora de casting de cine a la que conoció hace trece años. Se casaron en 2023 con trajes de Quira, la firma que la modista fundó en 2021. “Nos conocimos en Roma, en una fiesta que organizaron unos amigos en un club mítico”, recuerda Casani. “Veronica se presentó un tanto misteriosa y, fumándose uno de mis cigarrillos, me dijo que vivía en Milán. Nos reencontramos meses después y descubrí que habíamos crecido a pocos kilómetros de distancia. Aquella noche hablamos sin parar. Me impresionó su seguridad y su entrega absoluta: me alucinó su determinación”.