Ojalá el nuevo magistrado de la Corte Constitucional, Carlos Camargo, no muerda el anzuelo de que debe ser un magistrado antipetrista porque desde el gobierno Petro hicieron todo por derrotarlo y no lo lograron.
Aunque resulta evidente, según los airados trinos del Presidente, que el Gobierno se jugó sus restos con la doctora Balanta, Carlos Camargo no puede aceptar que lo conviertan en un magistrado de la oposición que llegue a cobrar venganza y tumbar todo lo que venga del Gobierno. Eso sería tan inconveniente como una hipoteca de primer grado en beneficio de sus favorecedores políticos.
Carlos Camargo deber ser un magistrado que con plena independencia y en sano ejercicio de su capacidad profesional defienda la Constitución y sus principios tutelares amenazados.
Ahí donde el Gobierno –en los casos excepcionales en los que sus actos son objeto del control de la Corte– o el Congreso, cuando en el contenido o el trámite de las leyes vulnere la Constitución, se debe hacer sentir la voz del magistrado. No le debe temblar la mano para tumbar una reforma legal violatoria de la Constitución o mal tramitada, como tampoco debe temblarle para dejar viva una buena ley ajustada a la Constitución.
Y esto aplica para los pocos meses que quedan de este gobierno y para los dos gobiernos que vienen, a los cuales se extenderá el periodo del magistrado Camargo, a quien siguen tratando de tumbar.
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A mí me alegró la elección de Carlos Camargo. Valoro su compromiso con los derechos humanos en la Defensoría que ejerció con coraje y por toda Colombia. Y creo que su tarea en la presidencia de la Federación de Departamentos fue clave para avanzar en el reconocimiento de un país de regiones que tiene en los territorios sus mayores motores de progreso.
Creo que, a la postre, además de los suyos propios que hicieron buena tarea, sus jefes de debate terminaron siendo los mismos funcionarios que agenciaron sin pudor la candidatura de la doctora Balanta, pues con sus acciones corroboraron que el Gobierno sí tenía interés en vulnerar la independencia de la rama.
Y por la misma razón, creo que una jurista seria como la doctora Balanta, que ni es ni ha sido petrista según ella misma lo declaró a los cuatro vientos, terminó tendida en la lona por paliza tras recibir el abrazo del oso.
Muchos olvidaron que ella fue ternada por la Corte Suprema, al igual que Carlos Camargo, y no por el Presidente.
Su pecado, quizás, fue dejarse arropar durante tantos días en esa frenética campaña que emprendió el Gobierno para apropiarse de su elección.
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Me parece muy bien que Carlos Camargo se posesione ante la Corte. Es más, me parece muy bien que todos los magistrados y consejeros se posesionen ante sus respectivas corporaciones. Eso reafirma la independencia de los poderes.
Carlos Camargo deber ser un magistrado que con plena independencia y en sano ejercicio de su capacidad profesional defienda la Constitución y sus principios tutelares amenazados
Si el Presidente quiere acompañar la posesión de algún magistrado, que concurra respetuoso de las altas cortes al Palacio de Justicia en digno ejercicio de su rol tutelar como jefe de Estado.
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Finalmente, debo reiterar que me mortificó como colombiano la fuerte interferencia del Gobierno en esta elección, pero no me pareció adecuado escriturarle al petrismo a los magistrados Ángel, Cortés y Polo, como si fueran sus lacayos.
Aunque he discrepado de algunas de sus posturas, creo que son personas respetables que en ninguna circunstancia –y lo digo para ilustrarlo con ejemplos extremos– le tolerarían al Presidente, cualquiera que este sea, un golpe al proceso electoral, ni una usurpación de facultades para perpetuarse en el poder ni para inclinar inconstitucionalmente la balanza en favor de uno de los suyos.
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Honorable magistrado Carlos Camargo, después de una elección tan dura, todos los ojos estarán puestos en su capacidad para encarnar la majestad de la justicia a través de sus fallos y posturas. Por el bien de Colombia, Dios lo ilumine y lo acompañe.
JUAN LOZANO