11/09/2025 a las 07:40h.
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Ya lo dijo el Loco hace más de veinte años en ese monólogo sublime sobre los analfabetos de antes, que escondían con vergüenza sus carencias, y los ídolos de ahora, que se pavonean ante millones de atolondrados ojos para mostrar estanterías vacías de libros pero … repletas de superficialidad. «Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida. De no importarle nada que pueda oler levemente a cultura». Aquella clarividencia del maestro Jesús Quintero tiene mayor valor, si cabe, porque la pronunció mucho antes de que la tal María Pombo se hiciera conocida por ser la mujer de; saltara al nuevo olimpo de las celebridades en redes sociales y nos ilustrara a todos, seguidores y auténticos desconocidos, con un alegato digno de un analfabeto. Pero no de aquellos que no tuvieron la oportunidad de aprender a leer, sino de todo este universo fatuo de personajillos que está transformando las vidas de millones de personas a través de decálogos de estupideces, también llamadas recomendaciones de su ‘influencer’ de cabecera.
El Quintero profético quizás no llegó a ver, porque no le dio tiempo material, que esa ignorancia presumida es más que un estilo de vida; es un motor económico. Cuando esa señora nos animó a que empezáramos a sumir como colectivo -ojo porque siempre mira a la cámara como si se dirigiera a la humanidad- que la lectura no nos hace mejores personas, estaba en realidad mirando de reojo su cuenta corriente. Tanto es así que no sólo se multiplicaron sus seguidores y odiadores profesionales sino también sus ingresos. La mejor muestra es que al día siguiente ya tenía una propuesta de una editorial para hacer un libro. Y para no bajar el nivel ni defraudar al respetable ya ha comunicado que piensa encargarle a alguien que lo escriba por ella. Eso de esconder a los negros de las editoriales como hacen otros, no es su estilo. Ella es más de sinceridad bruta.
Que María Pombo como individuo no quiera leer no es síntoma ninguno de problema. Oiga, cada cual con sus gustos y sus disgustos. Pero quedarse en la anécdota nos aleja de la verdadera dimensión de las palabras de una señora que al parecer influye sobre millones de personas. Tanto es así que las marcas, que se juegan los cuartos, depositan su confianza en ella porque lo que dice va a misa.
Su discurso es fiel reflejo de la decadencia de una sociedad donde se desprecia la cultura, el esfuerzo, la sabiduría, el pensamiento crítico a favor del ingreso fácil, la sobreexposición pública, el enaltecimiento de la ignorancia y ese individualismo atroz que reza a diario en el altar del ‘yoismo’. Y lo que da más miedo, el discurso de la Pombo y de otros semejantes tiene predicamento. Más de un 34% de la población no toca un libro ni de refilón. Para llorar.
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