13/09/2025
Actualizado a las 01:54h.
¿Quién es Post Malone? O, mejor dicho, ¿qué es Post Malone? Porque este artista lleva una década siendo, sin aspavientos, uno de los músicos más populares del mundo, con billones de oyentes al mes en Spotify. El hombre de la cara tatuada parecía otro más de esos raperos blancos desclasados del medioeste americano cuando empezó en 2015. De la nada, salió con el ya mítico ‘White Iverson’ en redes y el ‘boom’ fue instantáneo. Sin embargo, pronto se descubrió que era imposible catalogarlo sin desmerecer su talento, porque era hip hop, pero no; era pop, pero tampoco; después era country, pero ni mucho menos. ¿Qué es usted, señor Malone?
Fuego, percusión y proyecciones de luz dieron la bienvenida a un artista en estado de gracia, en el que era la única parada en España de su ‘Big Ass Stadium Tour’. El Estadio Olímpico de Barcelona no se llenó esta vez, con menos de media entrada, pero los que sí subieron a la montaña de Montjuic disfrutaron de lo lindo con su héroe. Se dejó ver subiendo unos escaleras con parsimonia, aunque siempre desgarbado. Gorra, camisa blanca, tejanos y cerveza en mano, empezó a cantar ‘Texas Tea‘ antes de que la mayoría se hubiesen colocado bien en su sitio. Una larguísima pasarela, imprescindible en los conciertos de estadio actuales, le llevaron al centro mismo de un estadio que, a pesar de haber poco más de 25.000 personas, vibraba como si fueran 50.000.
‘Si sabéis las letras, cantad lo más alto que podáis’, gritó Post Malone en su primera interactuación con el público antes de interpretar ‘Better Now’, una de esas canciones pop perfectas que hasta Taylor Swift afirma que mataría por haberla escrito ella. Desde el principio, Malone dejaba claro su eclecticismo, con una intro rockera, una continuación más negra con ‘Wow’ y ahora una de sus canciones más melódicas. Y por su fuera poco, a continuación empezó su vertiente country con ‘Wrong ones’. Este es Post Malone y a los americanos les encanta. ¿Aquí? También.
La pirotecnia fue la gran estrella del espectáculo, apareciendo en cada canción. El público, tan heterogéneo e indefinido como la propia música de Post Malone, disfrutaba de lo lindo con su artista preferido y cumplía a rajatabla sus demandas, ya fuera gritar, saltar, levantar las manos o lo que Malone pidiese. Si te dijeran que te tirases por la ventana, ¿te tirarías?, te preguntaban de pequeño. Sí, contestarían los fans de Post Malone.
El concierto avanzaba un poco a trompicones, y las pausas entre canción y canción a veces eran un poco pesadas. Entonces llegó el momento de ponerse introspectivo y sentado en el suelo, el artista empezó a cantar ‘Hollywood bleeding’, rock alternativo con ritmos oscuros, todo esto bajo grandes fuentes que escupían fuego. ‘Escribí esta canción porque me rompieron el corazón y sé que no soy el único que le ha pasado’, dijo y ante el delirio del público empezó a cantar ‘I fall apart’, que recibió una de las ovaciones más grandes de la noche. Para ‘Losers’ sacó a su telonero ‘y mi hermano’ Jelly Roll, en la que era su primera visita a España. El hombre estaba muy emocionado. Y otra vez fuegos artificiales, que está claro que es lo que más le gusta en el mundo al artista de Texas.
Mi reino por una cerveza
Otro de los puntos álgidos de la noche llegó con ‘Goodbyes’, pop melódico y vulnerable que en el disco cantaba con Young Thug, pero que en directo lo simplifica y reduce a su esencia más emocional. Más movido estuvo en ‘I ain’t coming back’, versión de la canción de Morgan Wallen para situarnos en el corazón de la América de gorro de vaquero, camisa a flecos y desamor. Bajó al público, se dejó tocar, y volvió al escenario para coger su guitarra e iniciar un corto set acústico que, en un espacio tan grande como el Estadio Olímpico, quedó algo desangelado. Salvo el momento en que un hombre del público, llamado Horacio, subió a cantar con el artista. Nervioso, no arrancaba, hasta que el cantante le ofreció una cerveza y el pobre se la tiró toda sobre la guitarra. Pero se recompuso y tocó con cierta gracia mientras Malone le cubría cantando a pulmón abierto.
El concierto llegaba a su recta final y esto significaba grandes éxitos. Los primeros acordes de ‘Circles’ ya sirvieron para poner con la piel de gallina al público, que empezó a cantar como posesos sobre esta canción de relaciones cíclicas que parecen no ir a ningún sitio bueno. No es más que una melodía soft rock algo derivativa, pero al fan de Post Malone le encanta y eso es lo único importante. En ese momento, una intro de piano dio paso a ‘White Iverson’, que cantó de forma más íntima y pausada. No hay nada más divertido que ver a Post Malone bailar con un cigarro en la mano. El hip hop desaparece en directo para acercarse más al trovador o croones de montaña. ‘Esta canción salió hace diez años, os lo podéis creer. Gracias a todos aquellos que me seguís desde entonces, me habéis dado el coraje de perseguir mi sueño. No dejéis nunca de perseguir el vuestro’, gritó emocionado.
En este momento ofreció cerveza al público y pasó a un set de canciones de su último disco, ‘F1 trillion’, su incursión al country y el honky tonk. Acabó cuando se dejó de tonterías y recuperó ‘Rockstar’, uno de sus mayores éxitos, oscureciendo el ritmo y aumentando la percusión hasta convertirlo en un himno del metal, con el fuego omnipresente hasta parecer que incendiaba el escenario. Y pensar que temas como éste le acercaron al universo hip hop. Aquí sí que fue un rock star, arrodillado en el suelo bajo el embrujo de un solo de guitarra.
Y ya sólo quedaba la traca final, con ‘I had some help’, su último gran éxito. Después llegaría ‘Sunflower’ de la banda sonora de ‘Spiderman: en el multiverso’, que quedó algo aguada en directo y ‘Congratulations’, con sus cuatro mil millones de reproducciones en Spotify, que se parece más de lo que querría al clásico de Cliff Richards, pero que el músico alargó casi diez minutos. En definitiva, un concierto irregular, pero muy emocional, que acabó con las fuerzas de un Post Malone que lo dio todo y terminó cojeando. No hubo bises, no hubo tonterías, sólo éxitos del tirón, fuegos artificiales, como no, y para casa, que empezaba a hacer mucho frío.
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