El FBI buscaba y rebuscaba esta semana entre miles de pistas e informaciones proporcionadas por la ciudadanía para encontrar al asesino de Charlie Kirk, el gran referente del trumpismo entre los jóvenes, que murió de un tiro en el cuello este miércoles en una … universidad de Utah. Habían pasado muchas horas desde el asesinato, la policía tenía imágenes grabadas por cámaras de seguridad del sospechoso. Pero, hasta el momento, los investigadores, en medio de un país conmocionado por el último episodio de violencia política, daban palos de ciego. El mismo día del asesinato, el director del FBI, Kash Patel, llegó a anunciar que se había apresado al sospechoso, solo para liberar a esa persona, que no tenía nada que ver con el suceso, poco después. Un segundo detenido el miércoles también fue liberado.
El viernes por la mañana, con todo el mundo el vilo, el presidente de EE.UU. adelantó la noticia de la detención del sospechoso. «Lo tenemos», dijo Donald Trump en una entrevista en directo en Fox News. Y avanzó que la pieza clave en la detención había sido el padre del propio del sospechoso, al que las autoridades identificaron después como Tyler Robinson, de 22 años y vecino de St. George, una localidad al sur de Utah.
«Tyler, ¿este eres tú?», inquirió el padre a su vástago, el mayor de tres hermanos. Como todo EE.UU. y medio mundo, él había visto las imágenes compartidas por el FBI, en las que se ve a un joven delgado, con gorra y gafas oscuras y una camiseta negra con elementos patrióticos. Robinson reconoció que sí, que había sido él, según explicó por la mañana del viernes el gobernador de Utah, Spencer Cox.
El padre del sospechoso le dijo que debía entregarse a la policía. Robinson le contestó que prefería morir antes de entregarse. El padre logró convencerle para que hablara con un amigo de la familia, un religioso que trabaja con jóvenes en la comunidad, y que participa en un grupo de trabajo de la policía judicial. Confesó también con él su crimen y esta persona trasladó la información a las autoridades.
El comisionado de seguridad de Utah, Beau Mason, explicó a ‘The New York Times’ que los agentes federales se presentaron en St. George, unos 400 kilómetros al sur de la Utah Valley University donde ocurrió el asesinato, y «pudieron hacer contacto pacíficamente con él y procesar el arresto».
Robinson «cooperó plenamente» y Mason alabó el trabajo de la familia para que el sospechoso «tomara la decisión de entregarse». La detención ocurrió hacia las diez de la noche del jueves (seis de la mañana del viernes en España) y pocas horas después ingresó en una prisión local. Las autoridades estatales presentaron el mismo viernes cargos por homicidio agravado, uso de arma con daño y obstrucción a la justicia y estaba previsto que las autoridades federales también le imputaran como acusado del asesinato.
El retrato de Robinson empezó a formarse con el paso de las horas tras conocerse la identidad del sospechoso. El propio gobernador de Utah explicó que el joven se había «politizado» en los últimos años y relató los antecedentes del asesinato de Kirk.
«Un miembro de la familia recordó un incidente reciente en el que Robinson fue a cenar a casa poco antes del 10 de septiembre», dijo Cox sobre la fecha del asesinato. «En la conversación con otro miembro de la familia, Robinson mencionó que Charlie Kirk iba a venir a la Utah Valley University. Hablaron de por qué no les gustaba Kirk y las ideas que tenía. El familiar dijo que Kirk estaba lleno de odio y que propagaba ese odio».
Quien parece que se había radicalizado era el propio Robinson. No solo porque en la munición que dejó en el arma que la policía sospecha que utilizó para el asesinato había mensajes políticos inscritos en los cartuchos como ‘Ey, fascista, ¡agárralo!’ o ‘Bella ciao’, el nombre de una canción antifascista, conocida en los círculos izquierdistas y popularizada en todo el mundo por la serie española ‘La casa de papel’.
Por las imágenes compartidas por su madre en redes sociales, Robinson parecía tener una vida normal. Se ven excursiones al monte, vacaciones en el Gran Cañón, que está cerca de esa zona de Utah. También una foto del sospechoso con un arma de gran calibre, en lo que parece una feria militar, algo habitual en EE.UU.
Su madre alardeó de sus buenos resultados en los exámenes para entrar en la universidad. Fue alumno de la Universidad Estatal de Utah y ahora cursaba en Dixie Technical College. Todo apunta a que vivía con al menos un compañero de piso, que fue interrogado por la policía y con el que Robinson compartió información sobre el asesinato, como lo que había hecho con el arma y que se había cambiado de ropa.
Las inscripciones en los cartuchos también indican una pasión por los videojuegos –hay varias referencias reconocibles para ‘gamers’–, pero nada parece indicar una inclinación hacia la violencia. No tenía antecedentes criminales y en su registro como votante no había declarado afiliación a ningún partido (sus padres están registrados como republicanos). Kristin Schwiermann, una vecina de su familia, dijo a ‘The Guardian’ que Robinson era «muy respetuoso y callado», que tenía amigos y que era muy inteligente. «No pensé que pudiera hacer algo así», añadió.