La naturaleza y la arquitectura siempre han ido de la mano. Uniéndose, mejorándose, complementándose. Una simbiosis que se ha ido perdiendo hasta llegar a lo que hoy en día se conoce como funcional. Que sea fácil de transportar, de mover e instalar, una concepción … impensable para Bárbara Pérez (Madrid, 1977), una arquitecta que juega con la curva para darle un toque único a sus piezas, utilizando la artesanía y sin dejar de aprovechar la tecnología actual.
La artista llega al Espacio Valverde con una idea clara: «el estudio constante de cómo resolver la curva constructivamente», así lo define ella misma en la inauguración de esta muestra. Su forma de pensar ha llevado a la galería madrileña a confiar en esta exposición que se ha cocinado a fuego lento, con más de un año y medio de trabajo de por medio. Una mujer que combina su profesión –la arquitectura– con su pasión –la escultura y lo hecho a mano–, mostrando así su idea de que entre ambas «hay muy poca diferencia», explica, «son soluciones formales a la materia y a las distintas técnicas y artesanías».
Una arquitectura funcional que no lleva tornillos, donde todo está ensamblado con enganches. Desde arcos que podrían funcionar en conjunto como columnas y, por separado, como esquinas o galerías; una imagen muy arquitectónica donde los modelos originales y los moldes de las piezas que los componen son, en sí mismo, otra obra de arte. Las otras ideas clave que mantienen en pie este concepto de curvatura son el estuco y los materiales naturales que nutren la tierra.
El estuco es una técnica milenaria muy utilizada por el Imperio Romano para decorar edificios, y Pérez lo ha rescatado para crear suaves piezas que se pueden, y se deben, tocar durante la visita. Este recubrimiento decorativo es la esencia de piezas como las olas del mar y los hexágonos apilables. La artista explica lo «esclavista» que es esta técnica: «Lleva siete lijados y, ningún componente es derivado del petróleo. Brilla porque está ultrarrayado. Además, el color viene de pigmentos que son tierras molidas de distintas partes del mundo». Ofreciendo de esta forma un acabado resistente, duradero e impermeable que parece imitar al mármol.
Bárbara Pérez Marina
Galería Espacio Valverde. Madrid. C/ de Valverde, 30. Hasta finales de octubre
Otros ejemplos de conexión con la naturaleza es el uso de materiales que nutren la tierra. La fuente es un aro de agua que, en palabras de su creadora, «pretende cuestionar esta ortogonalidad del mundo moderno y hacer pequeñas porciones de lluvia que se filtran lentamente de vuelta al terreno». Compuesta por siete minerales distintos que, al filtrarse, alimentan el suelo que los sostiene; el mismo material se ha usado para pequeñas bolas decorativas y adoquines responsables con el medio ambiente.
Una responsabilidad que, a veces, se nos olvida. Una buena intención como es alimentar a unos pequeños gorriones se convierte en fomentar los pecados capitales de la gula y la pereza. Esta idea se refleja en el texto escrito junto a Alfonso J. Ussía y la animación creada a raíz de esta experiencia personal.
Una concepción de ideas que no olvidan el mundo y la época que le ha tocado vivir a la artista. Bárbara Pérez asegura no estar en contra de la tecnología, «es súper importante», afirma mientras señala piezas creadas con impresoras 3D para configurar moldes o pequeñas representaciones de grandes figuras como el ‘Erizo’ instalado en Cantabria. Conformando así una exposición que oscila sus precios desde los 600 hasta los 35.000 euros.