Esta entrevista con Nora Navas forma parte del número de septiembre de 2025 de Vogue España.
Ha tardado Cesc Gay diez largometrajes en decidirse a escribir uno con una protagonista femenina. Mi amiga Eva, ese es el título, llega a los cines el 19 de septiembre y encuentra en Nora Navas (Barcelona, 1975) su absoluto centro de gravedad. Todo gira aquí en torno a Eva, una mujer que al llegar a los 50 se decide a dejar un matrimonio de más de dos décadas dispuesta a volver a enamorarse. “Es una comedia romántica muy guay”, cuenta la actriz delante de un té en un céntrico hotel de Madrid. “No me imaginaba haciendo una y aparte me hizo mucha ilusión cuando Cesc me llamó. Había rodado con él Historias para no contar, pero es uno de los directores con los que me resulta más difícil trabajar. No por él, que somos amiguísimos, sino porque te pide algo muy complicado de conseguir. Reclama ligereza y yo le tenía que recordar que había escogido a una actriz muy intensa”.
Mi amiga Eva, con guion del propio Gay y Eduard Sola –flamante ganador del Goya por su trabajo en el libreto de Casa en flames y creador junto a Alauda Ruiz de Azúa de la aplaudida Querer– es, efectivamente, ligera. Una película ambientada en una Barcelona aspiracional, pero también en Roma, ciudad en la que Eva se da cuenta de que hay oportunidades en el amor que no quiere dejar escapar. “Yo soy muy payasa y en el teatro he hecho comedia, pero eso no quita que también sea muy densa. Esa ligereza a lo Meg Ryan que se me pedía yo no la tengo”, reconoce Navas. “Cesc construye aquí una dramedia muy compleja y lo bonito de la película es que emana toda esa esencia que tiene él que recuerda a Woody Allen. Cuenta la historia de una mujer muy real a la que algunas cosas le salen bien y otras mal, se emociona, no sabe muy bien qué le está pasando”, continúa. “Jode hacerse mayor, pero a la vez en esta cinta te encuentras sin darte casi cuenta a una mujer que es como tantas otras. Y eso habla muy bien de ella”.
En apenas noventa minutos, algo que se agradece en tiempos de metrajes exagerados, se desarrolla esta historia en la que también están Juan Diego Botto, Rodrigo de la Serna, Marián Álvarez, Francesco Carril o Àgata Roca. “No hay un tsunami, una muerte o un cáncer terminal, pero sí está la vida”, comparte.
Con este largometraje suman tres los proyectos en los que se han encontrado el cineasta y la actriz. “Yo estrené Los vecinos de arriba en Barcelona así que realmente nos conocimos en el teatro. Fue su gran obra, se hizo la película y se ha vendido por todo el mundo. Luego vino Historias para no contar, pero la verdad es que no me imaginaba que seguiríamos. Nos citamos en un bar, sacó un guion en papel y me dijo ‘m’agradaria fer una película amb tu’”, rememora la actriz. “En ese momento me imaginaba un papelín, un secundario, pero no. Era la protagonista de la primera película que escribía para una mujer. Eso sí, le revisábamos para que no se le tiraran encima. Cosas de la menopausia las miramos con lupa Àgata [Roca] y yo”.