15 de septiembre
La violencia desatada en la etapa final de la Vuelta a España concentra las reflexiones de los lectores
15/09/2025
Actualizado a las 15:38h.
Iban a 80 kilómetros por hora cuando tiraron al asfalto chinchetas y cristales. Para un ciclista en pleno esfuerzo significa peligro inmediato de accidente, quizá mortal. ¿Y por qué?, ¿para protestar contra Israel por intermediación de un equipo ciclista? Los demás equipos de La Vuelta, que corren con un equipo judío, semita, hebreo, ¿son igualmente culpables?, ¿culpables de qué?, ¿de haberse entrenado y preparado con esfuerzo para competir en buena lid? ¿Por pedalear teniendo nacionalidad israelí o pedalear en un equipo israelí sin tenerla, o pedalear junto a cualquiera de ellos, pretendían estos desalmados vejar a los corredores?, ¿para qué?, ¿para poder contar a la mañana siguiente tomándose una caña en el bar que se habían cobrado una presa en España a costa del desastre humanitario en Gaza?, ¿y tan satisfechos de su inane heroicidad? Esto no son héroes de la protesta civil, sino paladines del descontento irracional. ¿Hasta qué nivel de putrefacción ideológica han llegado quienes salen a acosar violentamente –con peligro para la vida y la integridad física– a unos deportistas completamente ajenos a los desvaríos de la política? ¿Hasta qué nivel de vileza e irresponsabilidad han descendido conscientemente los políticos que ‘admiran’ –el presidente del Gobierno, el primero!– y jalean sin decoro a unos manifestantes gamberros, embraveciéndoles así aún más?
Todas estas preguntas tienen una respuesta: porque esos deportistas completamente inocentes, condenados con prejuicios ciegos, habían dejado de ser seres humanos y se habían convertido en una mera categoría. El odio fanático se libera más y mejor ante las categorías anónimas que ante las personas, nuestros prójimos con caras y apellidos.
El encanallamiento de la sociedad es fomentado ya sin tapujos por el mismísimo Gobierno a costa de manifestaciones deportivas que nada tienen que ver con manifestaciones políticas, un Gobierno que demuestra un día tras otro su carencia de frenos morales para transformar la realidad en lo que no es.
José Eguiagaray. Bruselas (BÉLGICA)
Como anillo al dedo
Qué final más vergonzoso de la nonagésima edición de La Vuelta: caos, violencia, cargas policiales y una última etapa cancelada. La misma mañana del domingo Sánchez decía sentir admiración por los boicoteadores, y está claro que estos disturbios contaban con su beneplácito, ya que si el presidente hubiera querido el dispositivo policial no habría permitido moverse ni a una mosca. Sin embargo, al presidente los altercados le vienen como anillo al dedo: excelente cortina de humo para tapar su corrupción, le permiten erigirse como antagonista de Israel y aumentar la polarización; todo por rédito electoral. La única vencedora de La Vuelta es la violencia, patrocinada por el Gobierno, poniendo en riesgo la vida de la gente y dando una imagen deplorable de país.
Nicolás Lipperheide. Bilbao (Vizcaya)
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