En un momento en el que la vida moderna obliga a las familias a compaginar trabajo, crianza y educación, la atención pediátrica a domicilio se presenta como una alternativa que ofrece cercanía, confianza y tranquilidad. Cada vez más padres buscan profesionales que no solo atiendan a sus hijos, sino que también los acompañen en la toma de decisiones cotidianas y en la resolución de dudas sobre salud, desarrollo y educación infantil.
Hablamos con Mónica Hortigüela, pediatra a domicilio en Madrid y fundadora de Tu Pediatra con Dieresis, sobre cuáles son las preocupaciones más frecuentes de los padres hoy, cómo varían según la edad de los niños y qué consejos prácticos ofrece para criar con seguridad y confianza en tiempos modernos. Una mirada cercana a la pediatría que pone al niño —y a la familia— en el centro de la atención.
¿Cómo surgió la idea de TuPediatraConDieresis?
–Decidí comenzar con tupediatracondieresis, mi proyecto como pediatra a domicilio, porque permite un acercamiento mucho más cercano a las familias. La atención en casa crea un espacio de confianza y seguridad donde los padres pueden expresar sus dudas y miedos, y recibir orientación de manera personalizada.
¿No es posible recibir ese mismo acompañamiento en un centro de salud?
–Lamentablemente, el sistema sanitario no siempre permite dedicar el tiempo ni la atención que cada familia necesita. La atención a domicilio busca precisamente cubrir ese espacio que muchas veces queda vacío, ofreciendo una atención más humana y cercana.
¿Cuál consideras que es el reto principal del pediatra en la Sanidad actual?
–El principal reto del pediatra hoy en día es mantener una relación cercana con las familias, combinando el conocimiento científico con la capacidad de acompañar y orientar a padres con estilos de crianza muy diversos. Es fundamental actualizarse continuamente para poder ofrecer un acompañamiento adaptado a cada situación, siempre con el objetivo de garantizar el bienestar integral del niño.
En tu experiencia como pediatra a domicilio, ¿qué preocupaciones comparten más las familias sobre la crianza de sus hijos?
–Una de las principales preocupaciones es la alimentación. Desde el embarazo, las madres reciben mucha información sobre lactancia materna o alimentación con fórmula, y a menudo establecen un plan que luego resulta difícil de cumplir o no se desarrolla como lo habían imaginado. Es fundamental ser flexible, porque ningún plan que implique a nuestros hijos depende únicamente de nosotros.
El sueño de los más pequeños también genera mucha inquietud. Durante la etapa de lactante, los patrones de sueño cambian constantemente, y a veces es difícil para las familias identificar qué es normal y qué no lo es.
Otra preocupación frecuente son las infecciones recurrentes. Cuando los niños comienzan la guardería, suelen presentar múltiples infecciones víricas; estudios muestran que pueden tener hasta 10 catarros en su primer año. Si esto ocurre en los meses de otoño e invierno, los niños parecen estar “todo el tiempo malitos”, aunque esto no implique que haya un problema mayor ni que los padres estén haciendo algo mal.
¿Varían las preocupaciones de los padres según la edad de sus hijos?
–Sí, cambian bastante a medida que los niños crecen. Con los lactantes, los temas que más inquietan a los padres son la alimentación y el sueño. En los preescolares, la preocupación principal suele ser la frecuencia de infecciones. Los padres se sienten frustrados al ver a sus hijos con mocos constantes y resfriados repetidos, sin una solución inmediata. Con los escolares, las inquietudes se centran más en las relaciones con sus compañeros y el rendimiento académico. Es común que los padres pregunten sobre el TDAH y sobre la necesidad de tratamiento, buscando entender si su hijo necesita apoyo adicional. Finalmente, en la adolescencia temprana, las preocupaciones cambian hacia el ámbito emocional y psicológico. La salud mental está cada vez más presente en la conversación familiar. Estas generaciones están muy expuestas a redes sociales y a estilos de vida acelerados, y desde la pandemia se ha visto un incremento notable en trastornos de ansiedad, depresión, alimenticios y adicciones.
Este incremento lleva a muchas familias a buscar información por su cuenta en internet, ¿qué consejos les daría para identificar fuentes fiables y evitar desinformación en temas de salud infantil?
–Los pediatras sabemos que la información para los padres es fundamental, por eso desde las principales asociaciones de pediatría existen múltiples webs creadas para ellos, con un lenguaje sencillo pero a la vez hablando desde la evidencia científica. Recomiendo mucho las hojas informativas para padres de la SEUP (Sociedad Española de Urgencias Pediátricas), la web enfamilia creada por la AEP (Asociación Española de Pediatría) o el apartado de Familia y Salud de la web de la AEPap (Asociación Española de Pediatría de atención primaria).
Toda esta información resulta especialmente relevante con la vuelta al cole, ¿cómo recomiendas a las familias preparar a los niños?
–Respecto a la prevención de enfermedades, lo más efectivo es insistir en hábitos básicos: lavado frecuente de manos, una alimentación equilibrada y un buen descanso nocturno. A menudo los padres nos preguntan por jarabes “para subir las defensas”, pero no existe ningún producto con evidencia científica que funcione de manera efectiva; de ser así, seríamos los primeros en recomendarlo. También es importante recordar que, si hay hermanos pequeños, un catarro leve en un niño mayor puede ser muy peligroso para un bebé, por lo que conviene evitar besos y contactos muy cercanos mientras estén enfermos.
¿Y a nivel emocional?
–La anticipación es clave. Hablar con los niños sobre lo que van a encontrar —un cambio de centro, de profesor o de compañeros— y explicarles que es normal sentir miedo o incertidumbre ante lo desconocido les ayuda a afrontar la vuelta al cole con más seguridad y tranquilidad.
¿Crees que las familias suelen poner en práctica la preparación emocional de los niños o cuál es el patrón de comportamiento más habitual?
–Lo más habitual es la sobreprotección. Con el estilo de vida actual, no siempre se permite a los niños cometer errores; queremos que sean perfectos en todos los ámbitos y de manera inmediata. Muchos padres viven y sienten los “fracasos” de sus hijos como propios y se castigan a sí mismos por ello. Este sentimiento de culpa los lleva a protegerlos aún más, entrando en una espiral que puede ser perjudicial. Estas actitudes también se reflejan en el ámbito de la salud. Por ejemplo, consultan repetidamente por fiebre, aun cuando saben —o se les ha explicado previamente— que no se resolverá en uno o dos días. Frases como “me da mucha pena verlo así” o “no puedo verlo sufrir” son muy frecuentes. Es importante que los padres comprendan que los días difíciles, los sentimientos negativos y los errores forman parte de la vida y que aceptarlos con normalidad ayuda al desarrollo emocional de los niños.
En un contexto de vida moderna, con tantas fuentes de información y presión sobre los padres, ¿qué consejos prácticos daría para afrontar la crianza de manera efectiva?
–Creo que lo fundamental es contar con un referente de confianza en el que podamos apoyarnos y guiarnos, como el pediatra del niño. Si no se siente seguridad con el profesional, lo mejor es buscar uno con el que sí exista esa confianza, porque recibir múltiples opiniones distintas sobre un mismo proceso solo puede generar confusión y afectar la atención que recibe el niño. También es muy importante que el núcleo familiar tenga clara la forma en la que quiere criar al niño y que todos los miembros sigan una misma dirección. La coherencia entre los cuidadores aporta seguridad y consistencia, y facilita que los niños comprendan límites y expectativas de manera estable.