A diferencia de otras especies más visibles en peligro de extinción, como el oso polar o el pangolín, los insectos tienden a pasar desapercibidos en las campañas de concientización. Y no es que no estén en peligro, numerosos estudios han activado las alertas sobre varias poblaciones en declive, pero como los registros históricos y los monitoreos a largo plazo son escasos para la mayoría de especies, es difícil establecer qué tan recientes son estas disminuciones y qué factores las explican.
La magnitud de la catástrofe es motivo de preocupación ya que los insectos desempeñan funciones esenciales para la salud de los ecosistemas (polinización, descomposición, ciclos de nutrientes, etc). ¿Pero cuál es la verdadera magnitud de la tan temida extinción masiva de insectos? Una pista clave puede ser aportada por los sistemas insulares, los cuales presentan una oportunidad particularmente útil de estudio: son ecosistemas aislados, con endemismos altos y muy susceptibles a perturbaciones externas.
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Por ello, giremos la mirada al archipiélago de Fiji, en Oceanía, donde investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST, por sus siglas en inglés) han hallado señales claras de un declive generalizado de especies de hormigas endémicas. El estudio, publicado este mes en la revista Science, emplea métodos genómicos para reconstruir tendencias poblacionales a lo largo de tres siglos, para así evaluar el impacto en la biodiversidad local por la llegada de humanos, los asentamientos coloniales y la introducción de especies exóticas.
Una visita al museo de historia natural
Para este estudio, los investigadores usaron un enfoque denominado museumomics, el cual consiste en extraer y secuenciar material genético de especímenes preservados en colecciones de museos. De esta manera, se procesaron miles de ejemplares correspondientes a más de cien especies confirmadas de hormigas en Fiji.
“Puede ser difícil estimar los cambios históricos en las poblaciones de insectos, ya que, salvo contadas excepciones, no hemos monitoreado directamente las poblaciones a lo largo del tiempo”, indicó Evan Economo, investigador del OIST y especialista en biogeografía de insectos. “[Por ello,] adoptamos un enfoque novedoso para abordar este problema analizando los genomas de muchas especies en paralelo a partir de especímenes de museo recolectados recientemente”.
Tras la recopilación de esos datos, se realizaron modelos de genética de poblaciones que permitieron estimar cambios en el tamaño poblacional a lo largo del tiempo, así como los momentos y vías por los cuales nuevas especies colonizaron las islas, ya sea de forma natural, en tiempos geológicos, o por introducción reciente mediante humanos. “Los genomas contienen evidencia de si las poblaciones están creciendo o disminuyendo, lo que nos permite reconstruir cambios en toda la comunidad”, añadió el doctor Economo.
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Resultados alarmantes
Las noticias no son buenas. Aproximadamente el 79% de las especies de hormigas endémicas de Fiji muestran signos de disminución poblacional. Este declive se correlaciona con la llegada de los seres humanos a las islas hace 3,000 años, y se acelera en los 300 años más recientes. Los momentos de mayor declive coinciden con los periodos posteriores a la colonización europea, la apertura al comercio global y por modificaciones en el uso del suelo.
En contraste, las especies de hormigas exóticas introducidas por actividades humanas se han multiplicado en número y extensión durante los últimos cientos de años. De igual manera, esta tendencia se acelera tras el contacto europeo, la colonización y los cambios en las prácticas agrícolas modernas.
“Al ser ecosistemas cerrados y aislados, se espera que las islas sientan más rápidamente los efectos del impacto humano, por lo que son una especie de ‘canario en la mina’ [es decir, un indicador temprano que se anticipa a un desastre]”, señaló Cong Liu, líder de la investigación.