Bien hace la Junta de Andalucía en ocuparse, antes de llegar a preocuparse, por la amenaza de la despoblación en algunos puntos del largo y ancho territorio de la región más poblada de España. Este fenómeno demográfico no se atisba en el Sur con la … negrura de las nubes que anuncian tormentas en otras latitudes de la Península. El lema escogido en el gobierno andaluz para dicha estrategia, ‘El pueblo de tu vida’, recuerda al mítico anuncio navideño de ‘El Almendro’ y la vuelta a casa antes del Gordo de la Lotería. Y si uno piensa en el pueblo de su vida, sólo viaja a uno, al que nació.
En Sevilla casi el cuarenta por ciento de los municipios son catalogados con prioridad demográfica por los expertos de la administración autonómica que han fijado esta estrategia con el reto poblacional de los diez millones de habitantes en Andalucía para 2050. Aunque es cierto que sólo uno de ellos cuenta con menos de quinientos vecinos, El Madroño. A quienes respiran el aire limpio en de las calles de estos pueblos se les llena la boca contando las bondades y privilegios de seguir plantado donde sus ancestros echaron raíces.
Sin embargo, la gente no inicia un rumbo para buscar otro destino por casualidad sino por la falta de oportunidades o servicios que lastima el presente de estos pequeños municipios. En Coripe, que pierde vecinos año a año, hay una guardería casi a estrenar ante la falta de niños, un problema generalizado en la sociedad actual que se acentúa en entornos rurales.
Por eso la realidad obliga a apostar por infraestructuras, telecomunicaciones y servicios públicos educativos y sanitarios –aunque sea compartidos entre municipios– si de verdad se quiere fijar población en estas tierras, donde la agricultura es el pilar de la economía en la mayoría de los casos. Y se sabe que el campo no es imán de atracción laboral para las generaciones futuras. No basta con buscar nuevos pobladores copiando soluciones de otros siglos, sino que hay que ir más allá de los esloganes rimbombantes.
Eso sí, hay que aplaudir que los que gobiernan en 2025 tomen conciencia de un problema que nos acecha. Hay que hacer lo posible para que Andalucía, y por ende Sevilla, no deje paisajes tan desoladores como los que uno puede presenciar en tierras del Norte. Perderse por las carreteras de Castilla y León mientras cae una tarde de verano te permite conocer pueblos –respetando su denominación– de cinco calles y ochenta vecinos. La Hija de Dios. El nombre, que puede parecer una blasfemia, nunca caerá en el olvido. Sólo cabe esperar que no haya más pronto que tarde una descendencia divina sevillana