Cuando en 1783 la pintora Élisabeth Vigée Le Brun presentó en el Salón de París un retrato de María Antonieta con un vestido de muselina blanca, el público reaccionó con indignación. La reina aparecía con una «chemise à la reine», una prenda ligera, sin … corsé ni brocados, que a los ojos de sus contemporáneos parecía ropa interior. El cuadro tuvo que retirarse y sustituirse por otro más acorde con el decoro de la corte. Ese episodio ilustra cómo cada decisión estética de la soberana se convertía en un asunto político y cómo su estilo podía suscitar tanta admiración como rechazo. Unos años después, la propaganda revolucionaria terminaría por atribuirle otra frase, que según los especialistas nunca pronunció, «qu’ils mangent de la brioche» («que coman pasteles»), para subrayar su supuesta indiferencia hacia el hambre del pueblo. La historiografía moderna ha demostrado que la frase ya estaba recogida en ‘Las confesiones de Rousseau’, publicadas en 1782, cuando la joven austríaca apenas tenía diecisiete años.
Con esas tensiones entre mito y realidad como telón de fondo, el Victoria and Albert Museum de Londres inaugura ‘Marie Antoinette Style’, la primera gran exposición en el Reino Unido dedicada a la reina más célebre y controvertida de Francia. Este miércoles, los primeros en visitar la muestra fueron periodistas de todo el mundo, con un recorrido por las salas 38 y 39 del museo en South Kensington, transformadas en un escenario que busca reproducir el universo estético de la soberana. La muestra, que estará abierta al público general del 20 de septiembre al 22 de marzo del próximo año, reúne 250 piezas, muchas de ellas préstamos excepcionales del Palacio de Versalles que nunca antes habían salido de Francia.
Zapatos de Manolo Blahnik
El recorrido arranca en 1770, con la llegada de la joven archiduquesa a la corte francesa, y se cierra en 1793 con su muerte en la guillotina. A lo largo de esa narrativa, entre un evento y otro, el visitante descubre fragmentos de vestidos de corte, joyas privadas, objetos de tocador, un sillón con su monograma, así como piezas más íntimas: unas zapatillas de seda que pertenecieron a la reina, un servicio de mesa del Petit Trianon y la última nota que escribió en vida, en la que se lee: «Mon Dieu! Ayez pitié de moi!» («¡Dios mío, ten piedad de mí!»).
«La reina más escrutada y controvertida de la historia, María Antonieta, dejó un estilo que ahora tiene un atractivo y una aplicación universales», explicó la comisaria Sarah Grant durante la presentación a los medios. «Este es el legado de diseño de una celebridad temprana y la historia de una mujer cuyo poder de fascinar nunca se ha desvanecido». En su opinión, «lo increíble es que su influencia ha sido tan continua… Realmente nunca se ha interrumpido desde su muerte y continúa ahora». La comisaria matizó, eso sí, que a la reina «todavía se la ve como sinónimo de exceso y frivolidad. Esta idea de que arruinó Francia y fue responsable de la Revolución, lo cual por supuesto no es cierto. La notoriedad le da parte de su atractivo: la villana glamurosa».
La primera sección de la exposición, titulada ‘Marie Antoinette: The Origins of a Style’, aborda los comienzos de ese estilo inconfundible. Destaca la réplica del famoso collar de diamantes encargado a los orfebres Boehmer y Bassenge en la década de 1770, pieza central del llamado ‘Asunto del collar de diamantes’. Este escándalo surgió cuando una red de estafadores convenció al cardenal de Rohan de que la reina deseaba adquirir en secreto la lujosa joya, y que, si él la conseguía para ella, recuperaría su favor en la corte. Engañado, el cardenal actuó como intermediario en la compra, pero los diamantes fueron desviados y robados por los estafadores.
Vestido de Jeanne Lanvin
Aunque María Antonieta no tuvo ninguna participación en el fraude, la opinión pública, ya predispuesta a verla como frívola y derrochadora, interpretó el episodio como prueba de su ambición y lujo desmedido. Así, pese a su inocencia, el caso dañó de forma definitiva su reputación. Junto a esta réplica se exhibe el collar Sutherland, perteneciente a la colección del Victoria and Albert Museum, que algunos especialistas creen que contiene diamantes del original de Boehmer y Bassenge, posteriormente desmantelado y vendido en Bond Street.
Un objeto que atrajo particular atención de los periodistas fue el llamado ‘bol sein’, una taza de porcelana en forma de pecho que formaba parte del servicio de Sèvres de 1787. Aunque la tradición asegura que se inspiró en la anatomía de la propia reina, los expertos insisten en que se trata de un mito. La pieza resume bien la mezcla de fascinación y difamación que caracterizó su imagen pública.
La segunda parte de la muestra, ‘Marie Antoinette Memorialised’, se centra en el revival decimonónico impulsado por la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, que convirtió a la reina en una figura romántica y sentimental. Los trajes de Worth, las fotografías de Eugène Atget y las reconstrucciones historicistas muestran cómo su estilo se transformó en un culto que dominó durante medio siglo en Inglaterra y Norteamérica.
La sección siguiente, ‘Enchantment and Illusion’, explora cómo a finales del XIX y en el tránsito hacia el Art Nouveau y el Art Déco la figura de Marie Antoinette pasó a encarnar el escapismo, la fantasía y, para algunos, la decadencia. Ilustraciones de Erté o Edmund Dulac se exhiben junto a vestidos de Jeanne Lanvin o las Boué Soeurs, envolviendo así al visitante en una atmósfera de cuento de hadas.
Collar de diamantes Sutherland, fabricante desconocido
La última parte, ‘Marie Antoinette Re-Styled’, lleva al visitante hasta el presente. Aquí se exhiben creaciones de Dior, Chanel, Valentino, Moschino, Erdem o Vivienne Westwood, junto a fotografías de Tim Walker y Robert Polidori. El diálogo con la cultura contemporánea se enriquece con los trajes diseñados por Manolo Blahnik, patrocinador de la muestra, para la película ‘Marie Antoinette’ de Sofia Coppola, quien además participa en la exposición con una selección personal de fotolibros expuestos en el V&A Photography Centre.
Uno de los momentos más sobrecogedores del recorrido se produce frente a una guillotina prestada por los archivos de Madame Tussauds, un artefacto de madera ennegrecida y cuchilla afilada que, quién sabe, podría incluso haber sido el mismo con el que fue ejecutada la reina en 1793, a los 37 años. Muy cerca, el visitante encuentra su nota final, escrita en una hoja en blanco de su libro de oraciones, testimonio íntimo de una mujer que pasó de ser icono de moda a mártir de la Revolución.
El museo ha querido subrayar también el componente sensorial: en varias salas se recrean aromas de la corte, incluido el perfume preferido de la soberana, y una puesta en escena teatral permite al visitante experimentar la riqueza cromática y táctil de un estilo que, en palabras de Sarah Grant, «sigue resultando tan embriagador hoy como lo fue en el siglo XVIII».
El V&A resume así la intención de la exposición: «Explorar cómo y por qué María Antonieta, como persona, ha sido una fuente constante de inspiración, considerando de nuevo el legado de una figura compleja cuya juventud, estilo y notoriedad han contribuido a su atractivo intemporal». Pero más allá de la moda, ‘Marie Antoinette Style’ se convierte en un relato sobre la construcción de una imagen pública y sobre la capacidad de los objetos para fijar en la memoria colectiva tanto la fascinación como el rechazo. Desde la muselina de Vigée Le Brun hasta la frase «que coman pasteles», aunque nunca la dijera, la reina sigue siendo espejo y símbolo de las tensiones entre poder, apariencia y mito.