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Si buscamos ejemplos, la enciclopedia filmográfica de Hollywood es nuestro lugar. Y es que a la fábrica de los sueños se le da fenomenal eso de convertir algo tan común como una visita a la peluquería en la metáfora perfecta del inicio de una nueva etapa, y lo cierto es que, en estos términos, a los guionistas no suele faltarles razón. Por algo tantas protagonistas de ficción —y de la vida real— recurren a este gesto en los momentos de mayor necesidad de transformación. “Además de potenciar la seguridad y autoestima, cambiar de imagen nos puede ayudar a combatir el estrés, sentirnos emocionalmente renovados, dejar atrás preocupaciones y marcar nuevos comienzos… La vuelta de las vacaciones puede ser un buen momento para tomar la decisión y cambiar de look drásticamente”, añaden desde el salón coruñés Jorge Garay.
Así, sea en pleno verano o bien entrado septiembre, en Cousins o París, con vistas al mar o a la Torre Eiffel, el patrón siempre se repite: cuando la vida parece tambalearse, las tijeras se convierten en solución. Momentánea, sí, pero solución al fin y al cabo. Así que sí, puede que en otras cuestiones esté en desacuerdo contigo, pero en este caso te entiendo, Belly; hay algo casi terapéutico en el sonido de las tijeras cortando, en ver caer los mechones al suelo, en sentir la brisa en los hombros al aire… Porque a veces, antes de que el cambio se asiente por dentro, necesitamos verlo por fuera.