El ensayista Carlos Granés ha creado una perspectiva singular. Nadie ha sabido analizar mejor las interacciones —quizá más bien las aleaciones— de la cultura y la política en el mundo contemporáneo, en especial en el ámbito hispanoamericano.
Esos metales ya quedaron bien catalogados … en ‘Delirio americano’, y apuntados en obras anteriores como ‘Salvajes de una nueva época’ o ‘El puño invisible’. Ahora publica ‘El rugido de nuestro tiempo’, un ensayo de eco orteguiano en el que late el presente, escrito al ritmo de las batallas culturales y los grandes acontecimientos políticos de los últimos años.
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Autor
Carlos Granés -
Editorial
Taurus -
Año
2025 -
Páginas
208 -
Precio
19,90 euros
Granés se desempeña como columnista en ABC y otros medios y ello le ha permitido descubrir sentidos nuevos para los que nos faltaba una perspectiva como la que él aporta. El resultado es un libro deslumbrante por su lucidez y narratividad, en el que el autor no se separa apenas de los hechos, y donde manan interpretaciones de las que cualquier lector informado, cualquier ciudadano consciente, extraerá valiosas conclusiones.
Del primero de los tres capítulos se desprende una de las grandes intuiciones que desarrolla: el artista ha bajado del Olimpo y ahora se le sanciona como a «un siervo del moralismo puritano que brotó del suelo estadounidense para esparcirse por las sociedades occidentales».
La libertad que tuvo antaño se somete a las líneas del catecismo progresista ‘woke’: inclusividad, diversidad, decolonialismo en lugar de mérito, talento o capacidad de ruptura. Woody Allen, Karla Sofía Gascón, J.K. Rowling son ejemplos de las víctimas de la jauría, como lo son las estatuas de los conquistadores. El fenómeno ha producido metástasis ‘antiwoke’ en el otro extremo. Por el contrario, los políticos campan hoy en un espacio performativo, con leyes desdibujadas, se premian sus excesos y arbitrariedades.
Granés traza la historia de este cambio de guardia que hizo a los artistas pacatos y a los políticos monstruosos a través de la figura de Rudy Giuliani, que pasó de censor en el Nueva York de 1997 de una exposición a ser procesado por su responsabilidad en el asalto al capitolio del 6 de enero de 2021.
Granés apuesta por repensar occidente desde una moderna concepción de la hispanidad
El libro desarrolla en el segundo capítulo las personalidades de los nuevos caudillos latinoamericanos. Parte de Martí y ‘Nuestra América’, libro en el que el gran poeta cubano dice: «Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador». Desde claves contemporáneas, Granés dibuja penetrantes retratos de los nuevos liderazgos autoritarios, en los que queda cartografiado meticulosamente el rugido de nuestro tiempo: Petro, Boric, AMLO, Milei y Bukele, con incursiones en algunos discursos artísticos perfectamente funcionales con los nuevos dictadores. Cierra esta parte el análisis del liderazgo populista en España, el de Pedro Sánchez en el poder y Vox en la emergente oposición, que el autor resume en un problema esencial: «La libertad no está pensada para emancipadores».
Llega así ‘La soledad del mundo hispano’, el último capítulo donde laten las mejores ideas. Parte de esa soledad, concepto que figura en el título de obras cumbre de nuestra lengua, como ‘Cien años de soledad’, de García Márquez, o ‘El laberinto de la soledad’, de Paz. La soledad de las naciones condenadas, diríamos, alimentada por los extremismos de hoy que no gestionan políticas reales sino que se empeñan en futuros o pasados inasibles. Y extremada por el trumpismo con el que se alían Milei o Buxadé.
Granés apuesta por repensar Occidente desde una moderna concepción de la hispanidad que nos unió y nos separó en el pasado: «España sigue siendo la prueba de que el mundo hispánico puede ser democrático, moderno y liberal. La necesaria y deseable unión de América Latina sólo es viable siguiendo ese ejemplo». Huir de las leyendas rosas, pero saber que «el amor al mundo hispánico, la devoción católica o el culto a la gramática de Nebrija, tampoco van a debilitar los chovinismos solitarios de América Latina».