El líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, enfrenta una discrepancia cada vez más inocultable en el seno de su partido, y que no tiene visos de desaparecer del horizonte inmediato. A medida que la ofensiva de Israel se intensifica, y cuando una comisión independiente nombrada por la ONU ha determinado ya que lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza es un genocidio, término que los populares evitan (como hasta hace apenas unos meses hacía el presidente Pedro Sánchez) escuchar al líder de la oposición es una cosa, y a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, otra bien distinta. Tampoco a José María Aznar, con quien este viernes coincidirá Feijóo en un coloquio en Madrid que pondrá la clausura al campus de FAES de 2025, allí donde el expresidente señaló el miércoles que “si Israel perdiese lo que está haciendo, no somos conscientes del problema que supondría, sería poner al mundo occidental al borde de la derrota total”.
Feijóo, que ya había condenado la actuación del Gobierno de Binyamín Netanyahu por no distinguir entre terroristas de Hamás y civiles inocentes en Gaza, afinó el argumento en su pregunta a Sánchez del miércoles en la sesión de control. “La masacre de civiles debe parar en Gaza, y los civiles palestinos no son terroristas” le espetó al jefe del Ejecutivo, antes de argumentar que “quien está bombardeando Gaza es el Gobierno de Israel, no el pueblo de Israel al que usted ha condenado”. Por esta afirmación le preguntaron este jueves en la Asamblea de Madrid, donde tenía lugar el pleno semanal, al portavoz del PP en esa cámara autonómica, Carlos Díaz-Pache, quien se limitó a decir que “todas las guerras tienen muertes de civiles que se pueden evitar”.
Lo ocurrido en el pleno regional, donde igualmente se celebraba la sesión de control, marcó aún más distancias con Génova. Ayuso anunció la concesión de la medalla de la Comunidad de Madrid a la Vuelta España, lo que la izquierda consideró una provocación tras la polémica por la participación del equipo Israel-Premier Tech en la ronda española, que terminó sin poder celebrar su etapa final en Madrid, como antes había ocurrido en Bilbao, por unas protestas pro palestinas que terminaron con detenidos y policías heridos. Y desde luego no hubo en su boca atisbo alguno de condena a la actuación de Israel, que tanto la presidenta madrileña como Aznar siguen defendiendo como el valladar de la democracia occidental en Oriente Próximo.
Un verso suelto en Madrid
El PP de Madrid va por un lado y Génova por el otro, o incluso cabe decir que los populares de Ayuso se convierten de nuevo en un verso suelto dentro de la formación conservadora, pues tampoco otras divisiones autonómicas como la andaluza o la extremeña están en la misma posición, como evidenciaron las palabras hace ya semanas de la presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, quien en la celebración del día de su comunidad pidió “alzar la voz” contra lo que está ocurriendo en la Franja.
Al margen de todo esto, Génova se emplea a fondo para que la posición del partido sobre Gaza, un asunto con el que creen que Sánchez solo pretende polarizar a la sociedad (y en esto no hay fisuras dentro del PP) no colonice toda la agenda política, por más que eso sea harto difícil dada la envergadura de la la crisis humanitaria que se vive allí, a punto de cumplirse dos años de la invasión israelí en respuesta al atroz atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023, cuyos muertos, incluidos niños, se cuentan ya por decenas de miles. El propio Feijóo les pidió a los principales dirigentes del partido, incluidos los barones autonómicos, en la reunión de la Junta Directiva Nacional del pasado lunes que adoptasen más bien un cierto perfil bajo y que no cayesen en el “marco” creado por el Gobierno, según consideran los populares, para escapar de los asuntos domésticos que le asedian, como el caso Cerdán, por el que su antigua mano derecha en el PSOE permanece en prisión provisional.
Los populares centraron este jueves su labor de oposición en el estreno ante los medios del flamante vicesecretario de Economía, el ex secretario de Estado Alberto Nadal, y en solicitar la comparecencia en el Senado de la ministra de Igualdad, la socialista Ana Redondo, para dar explicaciones sobre el fallo de las pulseras antimaltrato que ha provocado sobreseimientos e incluso absoluciones de agresores sexuales. Una cuestión, esta última, que los populares no dudan en equiparar al escándalo en su día de las rebajas de condena o excarcelaciones como consecuencia de la ley de garantía integral de la libertad sexual, conocida popularmente como la del ‘solo sí es sí’.
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