La ciudad se prepara para las fiestas de San Pacho; tradición que se remonta a 1648 en Quibdó, y el santo de Asís sale a las calles, navega con los pescadores por el río Atrato y recibe las alabanzas de todas las creaturas en la alborada del sol y de la luna. Se trata de uno de los más originales sincretismos culturales con que cuenta Colombia para expresar su diversidad.
Una fiesta que celebra la vida a partir de la afirmación de la africanidad, pero vincula las alabanzas al santo con ese nuevo sentido de la bioculturalidad que anticipó Fritjop Capra cuando postuló una nueva comprensión científica de la vida que superara lo meramente biológico e incluyera todos los niveles de los sistemas vivientes, desde los organismos y ecosistemas hasta los sistemas sociales. Repensar la vida desde la cultura. Enfrentar la amenaza que se cierne sobre ella a partir de una nueva percepción de la realidad que nos permita reconocer los entramados que definen las dinámicas de la ciencia y la filosofía, la economía y el desarrollo, la salud pública y la educación, el arte y la política.
La plataforma que Capra propuso para este cambio de paradigmas incluye disciplinas como la teoría de sistemas, la ciencia de la complejidad y la biología perceptiva. Maturana y Varela, Kaufmann, Prigogine, Margulis y Lovelock son los referentes de Capra.
La vieja ciencia mecanicista es la semilla de la crisis que hoy vivimos: el pensamiento único, el paradigma del crecimiento ilimitado.
Tuvo la buena idea la Universidad del Chocó de invitar a un diálogo sobre la biocultura en el marco de san Pacho; y así se pudo soñar mejor con un futuro en paz y en armonía, que se entiende mejor desde la perspectiva de los rizomas que desde la vieja verticalidad de las raíces.
La vieja ciencia mecanicista es la semilla de la crisis que hoy vivimos: el pensamiento único, el paradigma del crecimiento ilimitado. Debe reformularse en términos de biocultura. Y ese es el desafío de las universidades: proponer a la sociedad salidas desde las fronteras del conocimiento, mediante exploraciones audaces y sincréticas como las fiestas de san Pacho: chirimías y alabaos, viche y saberes, ancestralidades que hoy se cifran en claves de nueva ciencia.
El primer Congreso de san Pacho y la biocultura tendrá mucho que decirnos en los próximos años. A dos corazones debemos el sincretismo: el de Rebecca Gindele, que vino de Edimburgo, y el de Lilia Copete, que es del Chocó. Gracias a ellas.