El sector pesquero, por su propia idiosincrasia, se encuentra expuesto a grandes desafíos. El mar alberga reglas muy peculiares, pero el gran problema para un marinero es, precisamente, cuando tiene que atender a las cuestiones que se guisan en tierra. Eso lo sufren cuatro … atuneros vascos —que practican el arte de pesca con cebo vivo— y que llevan atrapados desde noviembre de 2024 en las costas de Senegal. En este contexto, el Gobierno español ha dejado de ayudarles y, al margen de prestarles apoyo ante Bruselas, a nivel económico se ha cerrado el grifo por completo.
La situación arrancó en 2020, cuando las autoridades senegalesas comenzaron a poner problemas. Desde entonces, el conflicto ha sido continuo. A ello se sumó, en enero de 2022, la decisión unilateral de Senegal de dejar de expedir nuevas licencias, y finalmente, la no renovación del acuerdo. Así, desde finales del pasado año los cuatro atuneros están en puerto. Se trata de las embarcaciones Pilar Torre y Corona del Mar, de Bermeo; Iribar-Zulaika, de Getaria, y Berriz San Francisco, de Hondarribia.
El presidente de la Asociación Atuneros Cañeros (Dakartuna), Miguel Ángel Solana, explica a ABC que el conflicto se aceleró cuando sacaron la tarjeta amarilla a Senegal por pesca ilegal. Eso no les permite negociar acuerdos internacionales de pesca. «Cuando llegó el 17 de noviembre, como no se puede negociar nada, pues no salió adelante el acuerdo», contextualiza el armador. Aunque el gran problema es que esto no se trata de una ruptura del acuerdo como tal, sino que surge la figura del «acuerdo durmiente», por lo que todo se queda en el limbo. Y esa es la situación que sufren ahora mismo.
La gran traba es que «todo está en manos de la Unión Europea. El Gobierno lo único que ha hecho ha sido remitir una carta de apoyo». Ese es otro punto de conflicto: el Ejecutivo español, que ya les concedió ayudas económicas en la anterior crisis, ya ha cerrado el grifo por completo. Argumentan que no lo permite el Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (Fempa), y eso, según los criterios que rigen este fondo, estima que los atuneros vascos no cumplen los parámetros.
«Para poder subsistir hemos tenido que pedir créditos», se lamenta Solana. «Hemos pedido ayudas al Gobierno español, y nos han dicho que no hay», confiesa. Lo han intentado todo para generar un diálogo con el Ministerio de Agricultura, pero «no dan ninguna explicación. Hace poco me he puesto en contacto con la secretaria general de Pesca, y no ha contestado».
Buscando ayudas
La raíz del problema económico, tal y como explica el armador, es que «el fondo exige que se rompa el acuerdo pesquero, y resulta que en nuestro caso —supuestamente no está roto—, sino dormido». Ante este contexto, han pedido ayuda al gobierno vasco que, por el momento, les está brindando soporte en materia burocrática. También han recurrido al gobierno cántabro.
Ante este panorama, ¿cuáles son los siguientes pasos? «Ahora estamos a expensas de presentar un proyecto para ir a la zona de Centroamérica». El objetivo es buscar otros caladeros, aunque esa opción requiere un gran esfuerzo y, de nuevo, apoyo por parte de las administraciones.
La realidad en estos momentos es que están parados. Pero eso no significa estar exentos de gastos. «Nosotros seguimos pagando todos los gastos en Senegal todos los meses, que a veces llegan a los 50.000 euros. Tenemos que pagar costes portuarios, personal de mantenimiento. Los marineros, que no se pueden dar de baja, les mantenemos con un sueldo mínimo».
El problema es que nada de eso se puede pasar. Cuenta Solana que, por ejemplo, las licencias pesqueras hay que seguir pagándolas «por si acaso. No es que tengamos la intención de seguir en Senegal, pero si por un casual se vuelve a poder, estaríamos muertos si perdemos las licitaciones». Otro gasto obligatorio son los llamados «sueldos de espera» que deben pagar a la tripulación que, en su mayoría, son senegaleses. Aunque también están los patrones de las embarcaciones y los mecánicos, que son españoles. Algo que se extiende a las tareas de mantenimiento.
Un ejemplo de estos gastos, por ejemplo, lo representan los 300 litros diarios de gasoil por barco para que los sistemas de refrigeración funcionen. Y es que, a 40 grados, las embarcaciones necesitan tener el aire acondicionado para los trabajos antes detallados.
Futuro
«Creemos que el Gobierno no nos va a dar nada», estiman desde Dakartuna. Ante este escenario, esperan que el gobierno vasco, que hace todo lo que puede, e intenta buscar soluciones, pueda conseguir algo, pero al final se trata de una administración local.
«Nuestra salvación es el proyecto de Centroamérica, bien en Panamá o en Colombia, El Salvador… para el gobierno vasco ha tenido reuniones con Panamá», y ahora esperan trasladar la propuesta a Europa. Aseguran que están en disposición de crear más de 500 puestos de trabajo en el nuevo destino y, además, se podrían llevar a parte de la tripulación de Senegal.