21/09/2025
Actualizado a las 04:46h.
En el aeropuerto londinense de Heathrow, el de mayor tráfico de pasajeros de Europa, se pudieron ver este sábado colas kilométricas, vuelos demorados y miles de pasajeros desconcertados. Una intrusión cibernética contra el software Muse, gestionado por Collins Aerospace, filial del grupo estadounidense RTX, inutilizó los sistemas electrónicos de facturación y etiquetado de equipaje en varias terminales y obligó a varias aerolíneas y aeropuertos a activar planes de contingencia basados en procedimientos manuales. El ataque, que se inició en la noche del viernes, se extendió a otros puntos clave de la red aérea europea, como Bruselas, Berlín y Dublín.
Heathrow confirmó que el incidente estaba vinculado a «un problema técnico en un proveedor de software utilizado por varias aerolíneas» y advirtió de posibles retrasos y cancelaciones durante todo el fin de semana. El aeropuerto precisó que había desplegado personal adicional para ayudar en los mostradores de facturación, y pidió a los pasajeros «comprobar el estado de su vuelo con la aerolínea antes de acudir al aeropuerto y no llegar con más de tres horas de antelación en vuelos de larga distancia o dos horas en trayectos domésticos».
Collins Aerospace reconoció el ataque en un comunicado. «Hemos tenido conocimiento de una disrupción relacionada con un ciberataque en nuestro software Muse en determinados aeropuertos», declaró la compañía, que trabajaba «para restaurar la plena funcionalidad de nuestros clientes lo antes posible». El grupo insistió en que «el impacto se limita a la facturación electrónica de pasajeros y al etiquetado de equipaje, y puede mitigarse con operaciones manuales de facturación». Muse es una herramienta que permite a aerolíneas distintas compartir mostradores y puertas de embarque en una misma instalación, lo que lo convierte en una pieza fundamental para la eficiencia de las operaciones en más de un centenar de aeropuertos de todo el mundo.
El alcance de la disrupción quedó patente en Bruselas, donde, según explicó la dirección del aeropuerto, «el ataque ocurrido el viernes por la noche ha tenido un gran impacto en el horario de vuelos y, lamentablemente, provocará retrasos y cancelaciones». La instalación belga pidió paciencia a los viajeros y confirmó que las operaciones se está realizando manualmente. Eurocontrol, la organización paneuropea de seguridad aérea, ordenó cancelar la mitad de los vuelos desde y hacia Bruselas entre las 04.00 del sábado y las 02.00 del domingo, una decisión inédita, y alertó de que «problemas similares afectan a Heathrow y Berlín y podrían requerirse medidas adicionales». Los pasajeros atrapados en la red de retrasos relataron a los medios escenas de confusión y cansancio.
En Berlín, el aeropuerto de Brandeburgo informó de «tiempos de espera más largos en los mostradores de facturación» debido a un «problema técnico en un proveedor de sistemas que opera en toda Europa». En Irlanda, Dublín notificó demoras en 32 salidas con una media de 27 minutos, según la plataforma Flightradar24, que también registró 165 salidas retrasadas y cuatro cancelaciones en Heathrow antes del mediodía de este sábado.
Efecto dominó
El Gobierno británico, a través de la responsable de Transporte, Heidi Alexander, afirmó que estaba recibiendo «información regular» y que está «monitorizando de cerca la situación». En Londres, el periodista especializado en viajes Simon Calder advirtió de que cualquier incidencia de este tipo puede tener un efecto dominó: «Cualquier disrupción es potencialmente grave en Heathrow, dado que es el aeropuerto más transitado de Europa. El control de salidas es un negocio realmente complejo. Estos sistemas están todos interconectados y basta un problema en Bruselas o en Berlín para que la gente empiece a perder conexiones, los aviones y las tripulaciones no estén donde deben y la situación se complique antes de mejorar».
La referencia inmediata es el colapso mundial sufrido en verano del año pasado, cuando un error en una actualización de software de la compañía CrowdStrike interrumpió temporalmente los sistemas de varias aerolíneas y obligó a cancelar cientos de vuelos en EE.UU. y Europa. Entonces, varios analistas advirtieron de que la creciente digitalización del transporte aéreo, aunque imprescindible para gestionar la magnitud del tráfico actual, lo hace especialmente dependiente de sistemas vulnerables a fallos técnicos o a ataques dirigidos.
Hasta el momento no se conoce aún la autoría del ciberataque.
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