A sus 46 años, Carr es un veterano de esta agencia … federal, donde entró en 2012 como asesor legal. En junio de 2017, poco después de llegar a la Casa Blanca, Trump le nominó para comisionado de la FCC y su sucesor, Joe Biden, le mantuvo en el puesto.
Nada más recuperar la presidencia en las elecciones del año pasado, Trump anunció que Carr, al que calificó de «guerrero de la libertad de expresión», sería su presidente en la FCC. Para entonces, Carr ya había mostrado su inclinación por combatir lo que ha considerado un partidismo abrumador de los medios contra Trump y los conservadores.
Él escribió el capítulo sobre cómo debía ser la FCC en el llamado ‘Proyecto 2025’, un documento elaborado el año pasado por pensadores conservadores para ampliar y solidificar sus ideas en el Gobierno ante la eventual -y después materializada- victoria de Trump en las urnas.
Nada más ser elegido por Trump, Carr ya hablaba de asegurar que las cadenas «operen para el interés público». Ese interés, según se está viendo, está reñido con las críticas a Trump. Y Carr las está aplacando con músculo regulatorio contra las compañías de medios.
El antecedente de la cancelación de Kimmel fue el adiós de otro presentador televisivo crítico con Trump, Stephen Colbert. El anuncio de que esta sería la última temporada de su programa se produjo poco antes de la aprobación regulatoria de la FCC para la fusión de la compañía propietaria de CBS, Paramount, con Skydance.
Amenazas públicas
En el caso de Kimmel, las amenazas de Carr hacia las compañías de medios fueron públicas. Había muchos negocios en juego. El primer movimiento lo dio Nexstar, que controla la mayoría de filiales locales de la cadena ABC -propiedad del gigante Disney-, aquellas a las que la Comisión Federal de Comunicaciones puede quitar la licencia.
Nexstar está en un proceso de adquisición de un gran rival -lo que requiere aprobación regulatoria- y fue la primera en optar por la cancelación de Kimmel. Poco después lo hizo también Sinclair, otra propietaria de filiales, temerosa de sus licencias. Y el golpe definitivo lo dio Disney, que tampoco quiere enfadar al Gobierno de Trump: busca que una de sus plataformas en internet -Hulu- se fusione con un rival -Fubo- y necesita luz verde de las autoridades.
Antes de todo esto, Carr ya había iniciado investigaciones contra las principales cadenas generalistas, además de pesquisas contra las cadenas públicas PBS y NPR.