“Una cosa es la película que uno se piensa, otra la que escribe, otra la que filma y otra la que sale”. La frase se la escuché al actor Juan Pablo Raba en una entrevista al director de cine Simón Mesa.
Mesa es el creador de ‘Un poeta’, una película colombiana reciente que recibió el premio especial del jurado en el Festival de Cannes, además de múltiples elogios de críticos y audiencia. ‘Un poeta’ también obtuvo el reconocimiento más grande que yo, como espectadora, reconozco en un cine; a muchos nos fue imposible verla sin llorar.
Es la historia de Óscar, un paisa con dos libros de poesía publicados hace ya tiempo, desempleado, mayor de 50 años, que vive con su mamá y parece tener la vida en pausa. Un hombre educado, conflictivo, alcohólico, terco, incapaz de enfrentar lo práctico, problemático y egoísta.
Óscar tiene de poeta más la charla que la obra; se niega a trabajar para ganarse la vida y es un artista cuyo fracaso más rotundo es el mal papel que hace de papá con su hija adolescente. Su historia cambia cuando empieza a dar clases en un colegio, aún en contra de su voluntad.
La película es buena y es imposible de ver sin asombrarse hasta la risa. La torpeza de Óscar es de no creer; si hay una decisión buena y una mala, Óscar toma la tercera, es decir, la peor. La ineptitud parece ser su único talento.
Como muchos, Óscar está convencido de ser dueño de una genialidad sin igual. Es ese personaje que todos hemos conocido, ese convencido de un ingenio propio, del que poco y nada se ve. Es esa persona que siente llevar por dentro un talento no antes visto, al que solo le falta ser materializado.
Como lo que sucede cuando uno tiene en la cabeza preparar una receta que va a quedar deliciosa, que solo requiere conseguir el dinero para los ingredientes, ir a comprarlos, aplicar el paso a paso de la preparación con suficiente paciencia, servir el plato con toda la estética y que quede tan delicioso en la realidad como en la mente.
Cuántas veces pensamos: en mi cabeza tengo una idea que va a solucionar todo, tengo una melodía que se volverá canción, una propuesta que solo necesita transformarse en maravilla. Solo me falta hacerlo claro y que me quede como quiero, como espero, exactamente como me imagino.
La tragedia de Óscar es enfrentarse a la realidad, en la que ve con claridad su propia mediocridad. Su personaje muestra de forma descarnada la vulgaridad que hay entre lo imaginado y lo posible. Óscar es ese personaje del que todos tenemos un poco, algo o mucho.
Todos hemos sido ese personaje que siente que tiene grandes cosas por hacer, pero que solo necesita pasar de lo imaginario a lo real, como si fuera cuestión de chasquear los dedos.
Muchas cosas nos pueden salir bien o maravillosamente bien, pero todos hemos sentido la enorme frustración que implica fracasar o no llegar a donde queremos, perder en lo que nos gusta, asumir en nuestra mente que somos mejores de lo que somos en la vida real.
Materializar esa genialidad que creíamos llevar por dentro emociona, pero también aterra. De los muchos miedos que tiene uno de adulto, reconocerse en la mediocridad puede ser uno de los terrores más grandes.
De los muchos miedos que tiene uno de adulto, reconocerse en la mediocridad puede ser uno de los terrores más grandes
Y así seguramente le pasaba a nuestro poeta, que al inicio de la historia se describe con soberbia como un poeta, como si creyera que la poesía estuviera por encima de todo y de todos. Poco a poco, a medida que la vida le va pasando por encima, como nos suele pasar a los seres humanos, es más clara la distancia que él mismo ve entre ese poeta de ficción que tiene en su cabeza y el que en verdad es.
Queramos o no, hacer cosas es aceptar la distancia entre lo que deseamos, lo que imaginamos y lo que en realidad logramos. Es el amor que se le pone a la película que al final sale, aunque una haya sido la película que uno pensó, otra la que escribió y otra la que filmó, porque al final, el mejor escenario es haber hecho la película.
Hacer lo que queremos, como escribir una poesía, no solo implica tener el valor y la disciplina de llevar algo a cabo, sino que nos enfrenta con el verdadero resultado. Esa es la verdadera última palabra, la que nos llena de pánico, dejar hablar, de eso se trata ‘Un poeta’.
CAROLINA AVENDAÑO
En X: @caroavendanopm