No es solo una imagen, es la imagen de una herida abierta en la conciencia de Europa. Y ahora también es la prueba que inculpa a August Häfner, un miembro de las SS que participó activamente en asesinatos masivos de judíos durante la … invasión nazi de la Unión Soviética. La identificación del asesino ha sido posible gracias al trabajo del historiador Thomas Walther, que ha utilizado herramientas de reconocimiento facial basadas en inteligencia artificial para comparar la imagen con otros archivos fotográficos.
Y ha podido realizar las comparaciones gracias a la corrección en la datación y enclave de la foto que había publicado recientemente otro historiador, Jürgen Matthäus, director del departamento de investigación del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos (USHMM).
Basándose en diarios de soldados alemanes del frente oriental, ubicó la foto correctamente en Berdichev, hoy Ucrania, y en la fecha 28 de julio de 1941. La última colaboración y seguramente la más decisiva fue la de un descendiente del asesino, según ha publicado el semanario alemán ‘Der Spiegel’, que al conocer la datación exacta de la foto albergó una primera sospecha y se puso en contacto con Häfner para proporcionarle otras fotografías de su antepasado.
La inteligencia artificial ha logrado así resolver un crimen de hace ochenta años y demostrar, para la historia, que soldados de rango medio como Häfner fueron ejecutores directos del Holocausto, actuando con brutal eficiencia en operaciones de exterminio. El último reto pendiente de los historiadores es ahora identificar a la víctima y van a intentarlo por el mismo procedimiento.
La fotografía, presentada por primera vez como prueba en el juicio contra Adolf Eichmann (Jerusalén, 1961), ha sido reiteradamente utilizada para ilustrar la brutalidad de los denominados ‘escuadrones de la muerte’ nazis en Europa del Este. Inicialmente fue catalogada como rescatada por Al Moss, superviviente que se había hecho con ella en Múnich en 1945, tras pasar por varias manos desde los objetos personales de un oficial nazi muerto.
Fue bautizada como ‘El último judío de Vinnytsia’ por la agencia Associated Press por las vagas anotaciones a lápiz en su reverso y porque en esta ciudad ucraniana fueron ejecutados más de 28.000 judíos entre julio y septiembre de 1941. Su potencia icónica la convirtió en símbolo del Holocausto y recurso pedagógico clave en museos, escuelas y universidades.
El juicio de los tiempos
En el centro de la imagen, la Humanidad se desploma. La rutinaria expresión de los testigos, algunos con las manos en los bolsillos, los hace cómplices de un crimen superlativo. El asesino, sin ira, y con un proceder puramente mecánico que impactó profundamente en Hannah Arendt, permaneció en el anonimato. El hombre arrodillado, que no grita ni suplica, mira directamente al objetivo de la cámara e interpela al espectador, anclando el instante al juicio de los tiempos.
Matthäus realizó un primer descubrimiento en el diario de Walter Materna, capitán del Batallón de Construcción 219 y destinado por entonces «en el área de operaciones en Rusia», según su expediente. En sus anotaciones, registra la ejecución de «unos 70 judíos y un ario» por parte de las SS, el 28 de julio de 1941. Aunque afirma que refiere lo que le han contado dos camaradas, algunos detalles especialmente vívidos sugieren que podría haber presenciado los hechos.
Jürgen Matthäus, director del departamento de investigación del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos (USHMM), localizó en los diarios de Walter Materna la famosa foto, pero con un encuadre mayor en la que se aprecia una fosa común
A su relato añade la famosa foto, pero en un encuadre mayor, lo que permite ver, a los pies del hombre a punto de ser ejecutado a sangre fría, la fosa en la que yacen ya numerosos cuerpos de judíos igualmente asesinados con un tiro en la nuca. Materna no pegó la foto a la página, como solía hacerse en estos álbumes de memorias, sino que la dejó suelta, aunque perfectamente datada: «Finales de julio de 1941: Fusilamiento de judíos por las SS en la Ciudadela Berdichev». En la parte inferior precisa todavía un poco más: «28 de julio de 1941», de lo que se deduce que volvió varias veces sobre la datación.
Berdichev, ubicada a unos 150 kilómetros al suroeste de Kiev y casi 60 al norte de Vinnytsia, fue invadida por la Wehrmacht desde el 7 de julio hasta principios de agosto de 1941. Hitler visitó la ciudad el 6 de agosto y dio personalmente las órdenes. Todos los judíos fueron ejecutados, probablemente por hombres del ‘escuadrón de la muerte’ C.
‘Locura en la más alta potencia’
Esta datación coincidía con otra anterior, realizada en 2020 por el historiador Ian Jeffrey a partir de otra foto, que procedía de una colección del sargento de la Wehrmacht Heinz Baier. Está peor enfocada y tomada desde otra posición, pero se trata indiscutiblemente del mismo escenario. De la posición de uno de los testigos se deduce que fue tomada sólo unos segundos después. En el reverso, con letra de Baier, queda anotado: «Fusilamiento de judíos en Berditschew por las SS», junto a la observación «Locura en la más alta potencia».
La confirmación permitió a Walther cotejar el rostro, poco definido, con miles de imágenes de archivos militares, registros de las SS y bases de datos genealógicas, acotando el número de sospechosos a unos pocos individuos.
Además de ganar la inteligencia artificial como herramienta para la investigación histórica, el hallazgo plantea ciertas preguntas éticas sobre su uso forense y de memoria histórica, dilemas sobre privacidad, consentimiento y sobre la garantía de fiabilidad de los algoritmos.