MADRID, 24 Sep. (EUROPA PRESS) –
Aunque muchos creen que una copa diaria de vino o cerveza puede ser “saludable”, un nuevo estudio revela que incluso beber poco alcohol podría no aportar ningún beneficio y, en realidad, aumentar ciertos riesgos para la salud.
La investigación, que combinó datos observacionales y genéticos de más de medio millón de personas, sugiere que no existe una “dosis segura” de alcohol: cada sorbo cuenta, y los efectos negativos podrían empezar incluso con cantidades moderadas.
MAYOR ESTUDIO HASTA LA FECHA SOBRE ALCOHOL Y DEMENCIA
Beber cualquier cantidad de alcohol probablemente aumenta el riesgo de demencia, tal y como sugiere el mayor estudio combinado observacional y genético realizado hasta la fecha, publicado por la Universidad de Oxford (Reino Unido) en ‘BMJ Evidence Based Medicine‘.
Incluso el consumo moderado de alcohol -que generalmente se considera protector según estudios de observación- es poco probable que reduzca el riesgo, que aumenta junto con la cantidad de alcohol consumido, indica la investigación.
El pensamiento actual sugiere que podría haber una “dosis óptima” de alcohol para la salud del cerebro, pero la mayoría de estos estudios se han centrado en personas mayores y/o no diferenciaron entre ex bebedores y abstemios de toda la vida, lo que complica los esfuerzos por inferir causalidad, señalan los investigadores.
Para intentar sortear estos problemas y fortalecer la base de evidencia, los investigadores recurrieron a datos observacionales y métodos genéticos (aleatorización mendeliana) de dos grandes bancos de datos biológicos para todo el rango de “dosis” de consumo de alcohol.
Se trataba del Programa de un Millón de Veteranos de Estados Unidos (MVP), que incluye a personas de ascendencia europea, africana y latinoamericana, y del Biobanco del Reino Unido (UKB), que incluye a personas de ascendencia predominantemente europea.
Los participantes, con edades comprendidas entre 56 y 72 años al inicio del estudio, fueron monitoreados desde el reclutamiento hasta su primer diagnóstico de demencia, su fallecimiento o la fecha del último seguimiento (diciembre de 2019 para el MVP y enero de 2022 para el UKB), lo que ocurriera primero. El período promedio de monitoreo fue de 4 años para el grupo estadounidense y de 12 años para el grupo británico.
CONSUMO PROBLEMÁTICO Y DEPENDENCIA
El consumo de alcohol se derivó de las respuestas a un cuestionario (más del 90% de los participantes afirmaron consumir alcohol) y de la herramienta de cribado clínico Prueba de Identificación de Trastornos por Consumo de Alcohol (AUDIT-C). Esta herramienta detecta patrones de consumo peligroso, incluyendo la frecuencia de atracones (6 o más bebidas a la vez).
En total, se incluyeron en los análisis observacionales 559.559 participantes de ambos grupos, de los cuales 14.540 desarrollaron demencia de cualquier tipo durante el período de seguimiento: 10.564 en el grupo estadounidense y 3.976 en el grupo británico. Además, fallecieron 48.034: 28.738 en el grupo estadounidense y 19.296 en el británico.
Los análisis observacionales revelaron asociaciones en forma de U entre el alcohol y el riesgo de demencia: en comparación con los bebedores moderados (menos de 7 bebidas por semana), se observó un riesgo 41% mayor entre los no bebedores y los grandes bebedores que consumían 40 o más bebidas por semana, aumentando a un riesgo 51% mayor entre los que eran dependientes del alcohol.
Los análisis genéticos de aleatorización mendeliana se basaron en datos clave de múltiples estudios de asociación del genoma completo (GWAS) individuales a gran escala sobre demencia, que involucraron a un total de 2,4 millones de participantes para determinar los riesgos predichos genéticamente para la vida (en lugar de los actuales).
La aleatorización mendeliana aprovecha los datos genéticos, minimizando el impacto de otros factores potencialmente influyentes, para estimar los efectos causales: el riesgo genómico para un rasgo (en este caso, el consumo de alcohol) esencialmente reemplaza al rasgo en sí.
CONSUMO PREVIO Y CAUSALIDAD INVERSA
Se utilizaron tres medidas genéticas relacionadas con el consumo de alcohol como exposiciones diferentes, para estudiar el impacto de la cantidad de alcohol, así como del consumo problemático y dependiente, en el riesgo de demencia. Estas exposiciones fueron: consumo semanal de bebidas informado por los propios participantes (641 variantes genéticas independientes); consumo problemático “de riesgo” de alcohol (80 variantes genéticas); y dependencia del alcohol (66 variantes genéticas).
Un mayor riesgo genético para los tres niveles de exposición se asoció con un mayor riesgo de demencia, con un aumento lineal del riesgo de demencia cuanto mayor era el consumo de alcohol. Por ejemplo, tomar de 1 a 3 copas adicionales por semana se asoció con un 15% más de riesgo. Y duplicar el riesgo genético de dependencia del alcohol se asoció con un aumento del 16% en el riesgo de demencia.
Sin embargo, no se encontró una asociación en forma de U entre el consumo de alcohol y la demencia, ni se observaron efectos protectores de un consumo bajo de alcohol. En cambio, el riesgo de demencia aumentó de forma constante con un mayor consumo de alcohol predicho genéticamente.
Es más, quienes desarrollaron demencia generalmente bebieron menos a lo largo del tiempo en los años anteriores a su diagnóstico, lo que sugiere que la causalidad inversa (donde el deterioro cognitivo temprano conduce a un menor consumo de alcohol) subyace a los supuestos efectos protectores del alcohol encontrados en estudios observacionales previos, dicen los investigadores.
LIMITACIÓN PRINCIPAL DE SUS HALLAZGOS
Los investigadores reconocen que una limitación principal de sus hallazgos es que las asociaciones estadísticas más sólidas se encontraron en personas de ascendencia europea, debido al número de participantes de esta herencia étnica estudiados. La aleatorización mendeliana también se basa en suposiciones que no pueden verificarse, añaden. Sin embargo, sugieren que sus hallazgos “cuestionan la noción de que los niveles bajos de alcohol son neuroprotectores”.
Y concluyen: “Los hallazgos de nuestro estudio respaldan un efecto perjudicial de todos los tipos de consumo de alcohol sobre el riesgo de demencia, sin evidencia que respalde el efecto protector previamente sugerido del consumo moderado de alcohol. El patrón de consumo reducido de alcohol antes del diagnóstico de demencia observado en nuestro estudio subraya la complejidad de inferir causalidad a partir de datos observacionales, especialmente en poblaciones envejecidas.
“Nuestros hallazgos resaltan la importancia de considerar la causalidad inversa y la confusión residual en los estudios sobre alcohol y demencia, y sugieren que reducir el consumo de alcohol puede ser una estrategia importante para la prevención de la demencia”, concluye.