MADRID, 24 Sep. (EDIZIONES) –
Existen muchas formas para ayudar a alguien que sufre depresión. Podemos empezar informándonos adecuadamente de qué es la depresión, definirla bien, entender qué es y qué no es depresión para poder entender mejor la realidad de alguien que sufre este problema. Y es que, aunque a veces no sabemos cómo, sí podemos brindar un apoyo más activo a quien padece depresión.
“La depresión es un problema psicológico. Tener información sobre el trastorno depresivo, sus síntomas, y su tratamiento te permitirá detectarlo con mayor facilidad y empezar a prestar ayuda lo antes posible”, defiende en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus el psicólogo Máster en Psicología Clínica y de la salud Sergio García Morilla.
Ve cierto que, en ocasiones, el intentar ayudar a alguien con depresión puede que sea un equilibrio “muy complicado” para el que está al lado del que sufre: “Al querer a alguien queremos que deje de sufrir y, a veces, somos duros con nosotros mismos buscando una solución, y nos olvidamos de que hay un tiempo, un proceso de cambio y de aceptación, de pérdida y de duelo, y que esas personas sufren porque se sienten solos, porque siente que nadie les entiende, porque han perdido algo, por ejemplo”.
DIFERENCIAR A LA PERSONA DEL PROBLEMA
Como punto de partida ve importante diferenciar a la persona de su problema, con idea de evitar juzgar a la persona que sufre, así como la estigmatización de la “enfermedad mental”.
“El decir ‘no eres una persona depresiva’, ‘eres una persona que sufre depresión’ es importante por muchos motivos. Entre ellos desplaza el problema al ámbito de la esfera relacional con el contexto, con el momento, con las condiciones materiales, con los demás, y lo aparta de la carga individual del sujeto, siendo más justo con esa persona, permitiendo más posibilidades de cambio, y reduciendo el estigma. No es lo mismo ‘ser’ que ‘sufrir’, o que ‘tener'”, añade.
En opinión de este psicólogo clínico, las etiquetas tienen la capacidad de aglutinar características y de allanar el conocimiento si las usamos con un fin adecuado como, por ejemplo, los profesionales de la salud mental en la diagnosis.
“O, por el contrario, poseen un factor limitante y estigmatizante si las aplicamos arbitrariamente al sujeto. A una persona que sufre depresión hay que decirle: ‘Tú no eres tu problema o tu enfermedad, sino que tú sufres este problema’, y en el espacio que genera esa separación semántica se gana identidad, autocontrol, y esperanza de cambio centrado en uno mismo. Entender este problema en su complejidad, donde le añadimos los elementos que son ‘ajenos’ a la persona, permite entenderlo y gestionarlo mejor”, subraya García Morilla.
LA IMPORTANCIA DE ‘ESTAR AHÍ’ Y LA ACTIVIDAD FÍSICA
Con ello, apuesta también por el “estar ahí” a la hora de ayudar a una persona con depresión, más allá del estar ahí físicamente, sino el mostrar un compromiso con esa persona: “Cuando nos referimos a estar ahí hablamos de demostrar a la otra persona que puede contar con nosotros pasando tiempo con ella, permaneciendo a su lado sin juzgar, acompañándola de manera honesta y abierta. El acompañar sin presionar, el sugerir que realice actividades físicas (porque sabemos el enorme beneficio en la salud que tiene) sin juzgar si se niega es complicado y, en ocasiones, frustrante para el cuidador”.
Así, considera que debemos hacer ver a la persona que sufre que es alguien importante en tu vida, validar su sentido y pertenencia. “Por ejemplo, en lugar de decirle que ‘tienes que moverte, es por tu bien’ decirle ‘necesito que me ayudes en esta actividad’, ‘me gustaría que me acompañes’. “Se trata de involucrar a la persona dentro de un rol de sentido y de importancia en la vida social que le rodea”, agrega.
RETOMAR LAS RUTINAS
Por otro lado, comenta este psicólogo clínico que a la hora de apoyar a estas personas la depresión puede provocar que, incluso las tareas más simples, como hacer la compra o limpiar, por ejemplo, se conviertan en algo complejo: “No se trata de que asumas tú esas tareas, sino de que colabores en su realización, y puedes ofrecerte a acompañarle a hacer la compra, por ejemplo, y siempre de forma respetuosa, sin que ello suponga una disminución de su autonomía”.
Otro de sus consejos es la alerta sobre pensamientos suicidas, de forma que si la persona a la que se le ayuda tiene ideas relacionadas con la muerte, permanece alerta, esto dice que son peticiones de ayuda: “Nunca de tomes sus comentarios como ‘llamadas de atención’. Habla con esa persona sobre el tema y si sospechas de que puede hacerse daño llama a Urgencias”.
LA NECESIDAD DE CUIDARSE UNO MISMO
Por otro lado, advierte García Morilla sobre el hecho de que cuidar o acompañar a alguien que sufre depresión puede llegar a ser un proceso largo y desgastante por las ganas, el afán, y la buena voluntad de que esa persona salga adelante lo antes posible: “Esto tiene una base en nuestra incapacidad de lidiar con el dolor emocional propio y ajeno, donde se nos ha acostumbrado a apretar los dientes y a seguir adelante, a llevarlo en la soledad de nuestra intimidad, o a anestesiarlo con el último fármaco de moda, y también, no lo menospreciemos, el miedo a que la depresión conduzca al suicidio de la persona a la que queremos”.
Sostiene a este respecto que, en ocasiones, ese miedo puede llevar a que la persona cuidadora empieza a delegar sus prioridades en función de la de la persona que cuida, a que el cuidador no se dedique el tiempo a sí mismo que necesite, y deje por ejemplo de hacer deporte o ejercicio, o deje de descansar, o de tener momentos con su círculo social.