En diciembre de 2024 se descubrió 2024 YR4, un asteroide que tuvo en vilo a los astrónomos durante meses. Los primeros análisis de su trayectoria indicaban que existía un riesgo de impacto con la Tierra bastante mayor que el de cualquier otro asteroide que se hubiese descubierto en los últimos años. Además, a medida que se mejoraban los datos, el riesgo aumentaba. Sí que es cierto que en cuanto se pudo observar más de cerca y se redujo el área de incertidumbre se descubrió que, en realidad, pasará de largo por nuestro planeta. Pero sí que existe aún un riesgo nada desdeñable de impacto del asteroide con la Luna.
A día de hoy, se calcula que la probabilidad de que impacte con la Luna en 2032 es de un 4 %. Los expertos han hecho un llamamiento a la calma, asegurando que el impacto del asteroide 2024 YR4 no supone ningún peligro ni para la Luna ni para nosotros. Sin embargo, un grupo de científicos de la NASA ha mostrado recientemente su preocupación por los satélites cercanos.
Y es que, si bien la Luna no sufriría por el impacto del asteroide, sí que es cierto que este liberaría una nube de escombros que podrían acabar chocando con algunos satélites artificiales. Incluso se cree que podría afectar a grandes telescopios, como el James Webb. No sería la primera vez que sus espejos sufren algún pequeño daño por el impacto de pequeños meteoros. Por todo ello, estos científicos de la NASA proponen destruir 2024 YR4. Nada de desvíos como se hizo con la misión DART. Ellos quieren eliminar radicalmente el problema.
¿Qué ocurriría si se produce el impacto del asteroide 2024 YR4 en la Luna?
Cuando se descubre un asteroide como 2024 YR4, los cálculos de su trayectoria se van perfeccionando a medida que se acerca a la Tierra en su viaje orbital y aumentan los datos sobre él. En todo ese tiempo, existe algo conocido como zona de incertidumbre, que se corresponde con el área en la que podría producirse el impacto del asteroide para una fecha determinada. Durante unos meses, la Tierra se encontraba dentro de la zona de incertidumbre de este asteroide para diciembre de 2032. Conforme aumentaban los datos, la zona de incertidumbre se reducía. Por eso, mientras que la Tierra permaneció en su interior, la probabilidad de impacto del asteroide iba creciendo. Si había menos incertidumbre y la posibilidad permanecía, quería decir que el choque era más probable.
Al principio había más riesgo de impacto con la Tierra. Crédito: ESA
Sin embargo, llegó un momento en que el círculo se estrechó mucho más y nuestro planeta terminó saliendo de su interior. La Luna, en cambio, aún sigue dentro. Actualmente, la probabilidad de impacto es de un 4 %. Por eso, muchos científicos están ya estudiando lo que podría ocurrir con el impacto. No supondrá un peligro para la Tierra ni para la Luna. Básicamente, dejará un cráter más sobre la Luna, ya de por sí bastante marcada por este tipo de choques. Aunque nunca se ha podido hacer el seguimiento de uno de una forma tan precisa como permitiría hacerlo 2024 YR4. Para muchos científicos esa es una buena noticia. Pero otros, como ya hemos adelantado, están preocupados por los satélites artificiales.
Objetivo, Armageddon
Un equipo de científicos dirigido Brent Barbee, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, está estudiando qué se podría hacer para evitar el impacto de este asteroide con la Luna. Según ellos, para desviarlo como se hizo en la misión DART se necesitaría tener datos concretos sobre la masa y la composición de 2024 YR4 con tiempo suficiente para construir una nave adecuada. Esto, de momento, no es posible. Por eso, consideran que podría ser más útil cortar por lo sano y destruir el asteroide. Lógicamente, tendría que ser una destrucción controlada. Si no, los escombros podrían ser igualmente dañinos para los satélites.
Lo bueno es que, antes del posible impacto, habrá otro acercamientos a la Tierra en el que aún no hay riesgo para la Luna. Será en 2028 y supondrá un momento ideal para hacer muchos más cálculos para preparar el terreno en caso de que fuese necesario. De momento, estos científicos han publicado sus previsiones en un estudio sin revisión por pares, aunque están pendientes de dicha revisión en otra revista. Es curioso como un solo impacto puede dividir tanto las expectativas de los científicos. Y es que, ¿valdría la pena el espectáculo si se de verdad se destrozan satélites por el camino? El debate está servido.