Dejó la presidencia de la Agencia Magnum hace unos meses (sigue vinculada a la misma como artista), per su actividad no ha cesado. De hecho, Cristina de Middel (Alicante, 1875) es de nuevo noticia en nuestro país por muchos motivos: en Barcelona, acaba … de inaugurar, dentro del programa del Gallery Weekend, una exposición, ‘Cataratas’, en la galería Seltz, en la que reúne todas sus series en las que África estuvo en su punto de mira. Y en Madrid, hoy, junto a Carlos Alba (con el que también trabaja en la editorial This Book is True) y a Beatriz Araujo, inauguran Estudio Mercedes (calle Sebastián Elcano, 38), un espacio polivalente que les servirá de base de operaciones para sus propios proyectos pero también para el asesoramiento y elaboración de producciones audiovisuales externas.
Simultaneamente, trabaja en la que será su próxima exposición institucional en 2026 en el IVAM de Valencia y comienza a diseñar lo que será su primera película. A De Middel siempre le ha gustado jugar con la imagen y aunque se encuentra en un momento de recapitulación y cambios, de sacar conclusiones, no la da por perdida. Así lo cuenta.
—¿Se vuelve Cristina de Middel a España?
—¡Qué va! no, no, no…
—¡Ni loca!
–Ni loca. Yo estoy muy bien en Brasil. Aunque lo que hago allí es hacer fotos, ni siquiera me he planteado entrar en su mercado. Me interesa como público. Visito la bienal, veo exposiciones, y llevo un perfil bajo con el que me siento cómoda, siendo consumidora más que creadora. Casi todo mi trabajo lo hago en Europa o en Asia. Pero es interesante tener una base aquí: mis inventarios está aquí. Casi todos mis libros. Y entre ocuparle la casa a Luis Úrculo más de lo conveniente cada vez que vengo y tener un estudio permanente, salió esta oportunidad en Madrid.
—A la que han llamado Estudio Milagros.
—Carlos Alba y yo llevamos años siendo socios de una editorial, This Book Is True. Ahora, se nos planteó esta oportunidad y decidimos hacer lo que hacen los emprendedores. Los jóvenes emprendedores… Porque Estudio Milagros comenzó planteándose como nuestro estudio, pero la idea es que su plató, que sus espacios, se puedan abrir a otros y así financiar el otro proyecto. Así, esto se convierte en un estudio que se puede alquilar y en el que nosotros podemos hacer las fotos, podemos hacer la dirección creativa… Como cada uno de nosotros tiene experiencias diferentes en campos diferentes, cuando las juntas, eso da pie a un proceso muy enriquecedor que tan pronto te da una idea como te la ejecuta.
—Sois tres aquí.
—Somos tres: Carlos Alba, Beatriz Jarauta y ‘moi’. En principio queríamos centrarnos más en los libros, dar talleres, charlas… Pero me di cuenta de que yo no estaba muy por la labor. Carlos sí que da clases, yo voy a pasar poco por aquí y, cuando lo haga, mi intención no será estar ‘dando lecciones’. Me apetecerá usar el estudio para hacer mis cosas. Así que lo de la editorial va ir disminuyendo con el tiempo para que Milagros nazca de sus cenizas.
—¿Y ese nombre?
—El estudio se llama Milagros porque es el nombre de la madre de Carlos. Porque este espacio era de su familia. Una carpintería, ‘Maderas Aparicio’, que de hecho, si dejamos el portón abierto por la mañana, hasta aquí sigue viniendo gente a comprar tablones. Hasta ayer por la tarde seguíamos anunciados así en Google. Esto era un lugar muy concurrido porque era muy céntrico y no te obligaba a ir a la gran superficie de turno a las afueras. El negocio cerró hace tres años y nos ha llevado un tiempo ir sacando el serrín, las máquinas industriales, para las que hemos precisado hasta de permisos del Ministerio de Industria para moverlas. Vamos: que ha sido un milagro abrir Milagros. Pero entramos en una nueva etapa.
Uno de los emblemas visuales de Estudio Milagros
—Y volverá a ser un lugar permeable en el que pasan cosas.
—Eso es. Por un lado, será un ámbito de presentación de nuestras cosas, aquellas cuestiones con las que trabajamos; pero por otro, un espacio en el que os prestamos nuestros juguetes. Aquí vas a poder desde consultar libros hasta hacerte una sesión de fotos, o que te asesoremos con cualquier cuestión. Quizás yo estoy más centrada en lo cultural, pero Carlos vive aquí en Madrid, está bien relacionado con agencias, directores creativos, mientras Bea está volcada con el estilismo y la dirección creativa, así que la lista de invitados de esta noche ‘come de todo’ [ríe].
—¿Está acostumbrada a trabajar así?
—Yo no he trabajado mucho en estudio, la verdad. Y me da un poco de respeto, porque hay que saber mucho para hacerlo. Por eso me siento como una impostora total. No se trata de colocar ‘una lucecita’, sino que un profesional lo que quiere es un foco Fresnel específico. Yo no sé ni cómo se llaman los materiales… Pero para eso está Carlos. Yo aportaré otras cosas, pero conocimiento técnico, te aseguro que no.
—¿Podría ser espacio expositivo de su propio trabajo?
—El espacio se puede alquilar. Aquí tenemos 150 metros polivalentes, con un segundo ámbito, un almacén de 350, con un patio muy interesante. Pero la idea ahora es lanzar esto y poco a poco ir creciendo, darle vida a esa segunda parte. Aquí puedes hacer de todo: un curso, una cena… Una fiesta no, porque los vecinos tienen bastante sensibilidad auditiva, pero hasta las nueve las puertas van a estar abiertas a todo el que lo necesite. Incluso, por ejemplo, Magnum, que siempre está buscando sitios en Madrid para talleres o visionados de porfolios, puede tenernos de referencia.
Porque esto es África.
En las imágenes, de arriba abajo, ‘Katunga’ de la serie ‘The Afronauts’ (2012); ‘Unknown Soldier 01’, de la serie ‘Funmilayo’ (2017); y ‘Obanikoro’ de la serie ‘Mirador’ (2015)
—Ahora que menciona a Magnum…
—¡Ya no soy presidenta!
—Pero sigue en la Agencia.
—Sigo, pero no soy presidenta desde finales de junio. Normalmente el cargo se asume por dos años, yo he estado tres. Desde esa fecha la presidencia la llevan dos fotografos… Dos hombres para hacer el trabajo de una sola mujer… Lo puedes poner… [ríe de nuevo].
—Lo pongo, lo pongo. Que quede claro que lo dice desde la ironía.
—¡Es que era mucho trabajo! Es posiblemente la cosa más difícil que yo he hecho en mi vida, desde el punto de vista de mi cabeza y también de mi cuerpo. Lo he puesto todo al límite. Porque además una cosa es la creación y otra muy distinta la gestión. De hecho, en la creación, lo que más me gusta es hacer lo que me da la gana y no tener que dar explicaciones. Es lo que más protejo. Estos años he sido ‘Belle de Jour’: una esposa obediente de día, y desmelenada por la noche. Era una situación muy bipolar, lo que hacía muy difícil además mantener esa parte en la que no te sientes observada, que para mí es fundamental. Entraba el miedo escénico…
—¿Pero el balance ha sido positivo?
—Yo creo que sí porque ahora controlo mucho mejor el Excel, el Word, sé un montón de acrónimos como EBITDA, que antes ni sabía lo que era… Aprendí a hacer un plan de negocios, un presupuesto. Y sobre todo he aprendido a ser mucho más diplomática. Mi nivel de asertividad se ha disparado. Y eso sirve para mucho.
—Lo bueno es que ahora tendrá más tiempo para dedicarse a su propia labor creativa.
—Yo he seguido trabajando, sobre todo con encargos de Magnum, y he tenido mucha suerte porque me han permitido a llegar a destinos muy interesantes como Jamaica, pero eran encargos comerciales. Por eso ahora quiero salirme del ámbito de la foto, me he comido un buen bocadillo de polvorones de fotografías y necesito aire fresco. Por eso el próximo proyecto será una película, algo que no he hecho en mi vida, por lo que mi actitud es mucho de aprender y dedicándome en cuerpo y alma al asunto. Ahora estoy buscando fondos, escribiendo guiones… Haciendo todo eso que me han dicho que se hace cuando quieres hacer una película. Sobre todo Isabel Coixet, que me ayuda.
—Acaba de inaugurar expo en Barcelona.
—Es una primera colaboración con la galería Seltz, que es nueva. Muy honestamente, he de decir que yo no estaba buscando galería, pero salió la oportunidad, está detrás José Luis Pérez Pont, con el que he trabajado siempre muy agusto en el Centro del Carmen. Así que estoy probando. Y en eso estoy. El feedback está siendo bueno y están lográndosee hasta ventas. No entiendo muy bien la lógica ni de las galerías, ni del mundo del arte en general. Por eso prefiero ir de la mano, y siempre ha sido así con todas las firmas con las que he trabajado.
—Lo que muestra allí es un collage con cinco proyectos anteriores.
—Como me encuentro en un punto como de cerrar etapas, de mirar lo realizado hasta ahora, lo que he hecho ha sido comprobar todo mi trabajo con África. Y combinar mis propias reflexiones. El título es ‘Cataratas’ , un juego de palabras con el flujo diario, que cae al vacío, de imágenes, y la enfermedad, ese momento en el que tu ojo, cuando ya has visto mucho, te dice que hasta aquí hemos llegado y te impide percibir las cosas con claridad. Es un resumen de lo que pienso sobre la fotografía ahora mismo y la intención ha sido conbinar todos los intentos que he seguido por entender África. Desde ‘Afronautas’, que se ha visto hasta en la sopa, hasta proyectos no terminados, que quizás se mostraron porque Juana de Aizpuru se adelantó y los mostró, más conceptuales, más vinculados al feminismo, con la figura de Funmilayo Ransome-Kuti, la madre de Fela Kuti, a la que tiraron por la ventana…
Alba, Araujo y De Middel, en los espacios de Estudio Mercedes
—¿Le va a costar entonces volver a empuñar la cámara fotográfica?
—No realmente. Lo hago todos los días porque me gusta. Sin embargo, lo que estoy es un poco cansada, necesito distancia, del mundo de la fotografía. Este año, por ejemplo, no viajaré a Paris Photo. No iré a festivales. Pero, para mí, la cámara es algo necesario, es como escribir: No voy a escribir una novela pero voy a seguir escribiendo.
—Fue hace dos años que la Sala Canal de la CAM la mostró retrospectivamente como fotógrafa. ¿Cómo se vio?
—¡Muy grande! Y en mayo de 2026 inauguro en el IVAM una muestra que comisaría Iván de la Nuez, cuyo título me encanta y que le sirvió para seducirme: «Apoteosis Now». En esa exposición no habrá historia, no habrá un «érase una vez», ni nadie comerá perdies al final, pero recuperará imágenes realizadas, que no tenían cabida en una historia, pero que solas funcionan bien. Posiblemente sea una contradicción de todo lo que he defendido hasta ahora, cuando hablaba de la importancia de la narración, de la secuencia, el ‘story telling’… Pero es que ahora hay ‘story telling’ hasta para vender un champú. Paso de él. Me angustia. He recuperado el gusto por mirar una imagen y ver qué pasa en tu cabeza. Y ya está. Unidad mínima de comunicación.
—Pero dígame una cosa, no vuelve pero, ¿la veremos más por Madrid?
—Yo creo que sí. Estoy terminando además un proyecto para el que quiero pasar al menos dos meses seguidos haciendo fotos en España. Quiero ir a Alicante, hacer fotos de las hogueras. Las hice de periodista, pero las quiero hacer ahora con mi nueva idea de lo que es la fotografía. Estaré más aquí porque están saliendo cosas. Así que yo encantada. Y mi madre más. Además, quiero viajar menos, algo en lo que estoy fallando muchísimo, fracaso total, pero estar en Europa es estar en casa, donde hay muchos amigos, por lo que me duele menos no estar consiguiéndolo.