Llega Flores para Antonio, el documental sobre la figura de Antonio Flores que ha capitaneado Alba Flores, en un momento en el que el género sobre grandes figuras de la música parece vivir una segunda juventud. Es este, además, un trabajo que ahonda en una de las figuras clave de la música española de finales del siglo XX, pero también en la saga familiar Flores y en la propia herida de Alba. Dirigido por Isaki Lacuesta y Elena Molina, el largometraje cuenta con imágenes inéditas de Antonio, con la voz de quienes lo conocieron y con el proceso de sanación de quien se ha convertido en protagonista casi de un modo accidental. “Yo no quería al principio. No, no, no. Quería desentenderme de todo y que lo dirigiera Isaki, pero él me dijo que si lo hacía era conmigo. Una vez entro como producción llegan Elena e Isaki para decirme que yo era el personaje a través del que se iba a descubrir a mi padre. Era lo que me ofrecía la vida así que lo cogí a muerte. Entonces no era consciente de que necesitaba tanto hacer esto como lo soy ahora”, explica la propia Alba Flores a esta cabecera. Resulta sorprendente porque la actriz nunca ha querido estar en primera línea, se ha limitado a la promoción de sus trabajos y al contrario de sus tías Lolita y Rosario o de su prima Elena, ha escogido vivir alejada del foco mediático menos cuando tiene que promocionar sus trabajos.
Alba Flores quedó huérfana de padre en 1995, con ocho años. Moría Antonio tan solo quince días después que su abuela, la inconmensurable Lola Flores. Flores para Antonio, que se presentó en el Festival de San Sebastián en sección oficial fuera de concurso y llega a los cines el 28 de noviembre, se desvela como el homenaje de una hija a un padre al que se quedó con ganas de conocer más. “Si he accedido al documental es porque es bajo mis términos, lo hago como quiero y pudiendo tomar las decisiones importantes sobre las cosas”, comparte Alba. “Creo que tengo la madurez para haber abordado todos los temas y necesitaba un cambio. Ahora me siento más libre, tranquila y relajada, como si hubiese alcanzado algo que tenía que hacer para seguir con mi vida. Me siento más libre en mi propia historia a la vez que la tengo más integrada, aunque suene contradictorio”.