Miley Cyrus está “realmente en medio de la nada” un viernes por la tarde, ordenando todo lo que ha sido su vida hasta ahora. “Estoy metida de lleno en hacer inventario y organizarlo todo”, me dice, clasificando desde sus muñecas American Girl hasta los Manolos de su madre, pasando por los cuadernos en los que ha garabateado letras de canciones, sus premios y los trajes a juego que se puso para recibirlos. Mejor hoy que dentro de 20 años, cuando haya cien percheros más que ordenar. “Estoy creando un vestidor histórico, que consiste en guardar un par de looks de cada época que me gustaría que se recordaran“, revela. “Acabamos de estar jugando con el look de Bob Mackie de los Grammy”. Y ahora, mientras la magnate del pop anuncia su nueva colaboración con Maybelline New York, añadirá productos de belleza al archivo.
Sobre las épocas de su carrera
Catalogar sus “épocas” es una práctica de bienestar para Cyrus. “Me siento feliz cuando organizo y limpio, nunca lo siento como una obligación”, admite. “Todo lo que hago en mi vida es un poco intenso, pero tiene que ser holístico. Y por eso mis épocas, no son un disfraz, en realidad son como una metamorfosis o una verdadera evolución para mí personalmente”, explica. Cuando una cosa cambia, todo puede ser objeto de cambio. “Incluso me he ganado el apodo de ‘reina prístina’, porque cada rincón, cada cajón, cada amistad, cada dinámica familiar, todo puede mejorarse con una buena limpieza”.
Es una experiencia emocional y “necesitaba a mi madre aquí conmigo”, dice de manera abierta y espontánea. “Tengo aquí el vestido que llevaba cuando conocí a mi exmarido, y también el que llevé en nuestra primera cita, todo junto con cartas y cosas… me apetece saborear estos momentos tan bonitos de mi vida, pero debido a que estos momentos íntimos también han sido públicos, es un poco difícil decidir qué pieza quiero compartir y cuál no quiero que se vea“. Consciente de que el mundo digital puede ser efímero (Cyrus pone de ejemplo la desaparición de MySpace), “estas cosas que son analógicas son para siempre, y eso es algo que también me ha encantado de trabajar con Maybelline”, dice. “Es un nombre muy conocido. Es icónico y está incrustado en todas estas épocas que amo y valoro“.
Sobre el poder de la palabra ‘quizá’
Cyrus también está al tanto de los cambios lunares que se están produciendo últimamente. “Estoy muy pendiente de mis lunas“, comparte. “Utilizo estas fases para manifestar y expresar mis deseos al universo de manera muy específica. Soy alguien que valora mucho la atención al detalle, porque entre obtener lo que quieres o exactamente lo que quieres, prefiero conseguir justo lo que quiero.” Eso incluso puede trasladarse al lenguaje. “Algo que me encanta de Maybelline es que, de algún modo, se basa en el ‘quizá’, y creo que ‘quizá’ es una palabra mucho más poderosa de lo que solemos reconocer”, apunta Cyrus. “Porque cuando bloqueas algo con un sí o con un no, no dejas espacio para que entre ese quizá. La gente suele pensar que soy muy categórica. Pero, en realidad, en lo que respecta a la espiritualidad, soy algo asi como específicamente inespecífica. En cualquier momento, cualquier persona o cualquier cosa puede hacerme cambiar drásticamente de opinión”.
Es una actitud que potencia su creatividad. Se recuerda a sí misma de pequeña, esperando la oportunidad de probar la máscara de pestañas Colossal de su madre (ahora es el rostro de su superventas Sky High Mascara) y pegada a la pantalla cuando salían anuncios en la televisión “pensando que algún día llegaría a decir ese ‘Maybe it’s Maybelline’”. Hace unos meses, trabajando en su nuevo disco Something Beautiful en el estudio con una banda en directo, les habló de su colaboración secreta. “Empezamos a tocar el jingle y lo compusimos juntos allí mismo”, cuenta sobre la “magia improvisada” que surgió. “Lo único que hice fue ponerme en modo creativo”, explica. Nadie le pidió que escribiera una pieza musical original. “Lo hice porque quise, simplemente me salió la inspiración”. Cuando le pregunto si tiene algún sueño profesional en mente, le viene a la cabeza el teatro. “No sé si alguna vez querré dedicarme a ello, porque lo he visto de cerca a través de compañeros como Pamela Anderson cuando actuó en Chicago. Fui a uno de sus estrenos, y sé el esfuerzo que supone”.
Photo by Jacob Bixenman
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Sobre ser una persona de mañana, tarde y noche
El descanso nunca le ha interesado mucho a Cyrus. Incluso le frustraban “los amigos más dormilones” que no se despertaban con sus mismas ganas de comerse el mundo. “Ahora me doy cuenta de que activarse como yo lo hago es tan difícil para ellos como para mí apagar el interruptor”, dice. “Soy una persona mañanera y, por desgracia, también soy algo nocturna. Si tuviese que elegir, diría mañanera. Estoy de muy buen humor en cuanto abro los ojos y eso es insoportable para los demás”, dice. Aunque tiene mucha energía sin cafeína, “mi café es imprescindible”. El orden de su rutina cambia tan constantemente como sus épocas. “Hoy soy un bicho raro que se ha hecho una infusión fría y ha utilizado leche normal, nada de procesados especiales obtenidos de una planta. Simplemente de una vaca normal y corriente”.
Cuando llega el momento de desconectar, una “práctica de bienestar sin la que no puedo vivir ahora mismo es el detox digital”, dice. Su teléfono ni siquiera está permitido en el dormitorio. “No es lo primero que miro por la mañana, ni lo último que veo por la noche”, dice. “Eso ha sido realmente crucial para mi bienestar general”.
Celebrar las despedidas
Este año me centraré “no solo en lo que hago, sino también en lo que no hago“, dice Cyrus. Está tomando “menos decisiones y más significativas” y se siente responsable ante sus fans de comprometerse solo con proyectos que sean verdaderos y “auténticos” para su vida. “Me encanta este dicho de que solo porque algo termine no significa que se acabe”. En lugar de pensar en los finales y las despedidas como fracasos, los considera victorias. “Cuando terminas un examen, lo celebras. Cuando terminas algo, lo celebras. Y a veces, cuando nos despedimos de personas, lugares o cosas, lo vemos con la sensación de que se ha acabado. Como un fracaso, un desperdicio. Yo nunca veo las cosas así”.