Ha transcurrido más de una semana desde que a los periodistas les dio por leerse la memoria de la Fiscalía y enterarnos de que se había producido un fallo en las pulseras telemáticas que protegen a las mujeres en caso de que su maltratador quiera … aproximarse. Ya han pasado días y seguimos sin saber datos esenciales: ¿Cuántas pulseras fallaron? ¿cuándo? ¿dónde? ¿hubo mujeres en serio peligro? Respuestas que se darían en un Gobierno autoproclamado transparente que además se define como aladid del feminismo.
Pero no seamos ingenuos, nada más conocerse el último lío gordo que ha formado el Ministerio de Igualdad, su actual responsable salió rápidamente a aplicar –en dosis bastantes generosas– el bálsamo para escurrir el bulto, también llamado: ‘la culpa es del otro’. Lo primero, cómo no, fue señalar a la Fiscalía (a la que tanto defienden cuando les conviene) para acusarla de alarmista. La ministra Ana Redondo fue rotunda asegurando que ninguna víctima había estado en peligro y que sólo se habían registrado incidencias en un 1% de los casos. Una podría haber respirado tranquila si no fuera porque aquello fue tan sólo una huida torpe hacia delante; el inicio de un torrente de contradicciones hasta afirmar hace tan sólo unas horas, que probablemente seamos incapaces de saber esa información algún día. Y eso que estamos en la sociedad de la big data… De manual de Irene Montero.
La siguiente medicina para taponar la herida del cabrero colectivo fue aplicar la gasa que todo lo intenta tapar: el bulo desinfectante. A este gobierno, que se considera faro de la progresía mundial, cualquier discurso con cierta solvencia que le coloca frente al espejo de sus contradicciones es automáticamente censurado y tildado de dos cosas: de fascista o mentiroso. La última en caer en el bando malvado de los fachas ha sido la jueza especialista en Violencia contra la Mujer y expresidenta del Observatorio del CGPJ, Ángeles Carmona, a la que han tachado de mentirosa y hasta de tener un título de jueza de Aliexpress. Eso último pronunciado por un diputado de Podemos otrora quiosquero de profesión. Carmona ha tenido la osadía de contar lo que estaba pasando: que llevaban advirtiendo tiempo de lo que estaba pasando y que ella misma ha constatado cómo las pulseras se compran en el megachino de internet.
El mismo tufo a chapuza como aquellas prisas por sacar adelante una ley mediática que pasará a la historia por haber excarcelado antes de tiempo a violadores. Señoras mías, el feminismo se combate con rigor y sin sectarismos dañinos. Llegar sola y borracha a casa no es una meta; sí lo es tener un Estado que nos proteja en caso de que se cruce un maltratador, un violador en tu vida.