María Pagés y El Arbi el Harti forman desde hace años un fecundo tándem artístico. La artista sevillana lleva a escena las ideas que fragua junto al poeta marroquí -también su pareja en la vida real-. Lo hicieron durante años en el Centro … Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada, y lo hacen ahora en el Centro de Danza Matadero, que ambos dirigen desde hace casi dos años -aunque el centro abrió al público en febrero de 2025-, y donde desde hoy y hasta el 5 de octubre presentan ‘ De Scheherezade’, «una narración inspirada en ‘Las mil y una noches’ y construida con solos y coreografías corales en torno a la poliédrica esencia femenina», como explican. Se trata de una coproducción entre la Compañía María Pagés, el Liceo de Barcelona -donde se estrenó- y el Festival de Abu Dabi.
«Scheherezade -dice la bailaora y coreógrafa-, como personaje, representa perfectamente la idea que queríamos transmitir: que la palabra es una herramienta que nos permite comunicarnos, entendernos y resolver conflictos. Porque eso es lo que hizo ella: transformar a un asesino en una persona capaz de amar. Y ese mensaje, que para nosotros es fundamental sobre todo en los tiempos que vivimos, queremos seguir proponiéndolo». Scheherezade se une, según María Pagés, a mujeres como Safo, Medea, la Bernarda de Lorca o la Blimunda de José Saramago. «Todas ellas aparecen a lo largo de la obra, en una especie de viaje en el que Scheherezade las va guiando. Es una metáfora. Scheherezade es un personaje poliédrico; en él está ella y todas las mujeres. Estamos hablando de lo diverso y lo universal».
El perfume oriental, apunta El Harti, está presente desde el principio. «La primera voz y el primer eco es una llamada al culto, a la oración, hecha por una cantaora de Córdoba, que dice que Dios es grande y que es la hora de levantarse y hacer el bien». Música oriental clásica y flamenco se unen en este trabajo que presenta distintos palos flamencos. El poeta y dramaturgo marroquí confiesa su fascinación por el flamenco. «No tenía nada que ver con él, yo era un ‘modernito africano‘, y al lado de María he aprendido que solo la tradición puede resolver los conflictos contemporáneos en el arte y en la vida».
El flamenco es, básicamente, tradición, pero al mismo tiempo se ha convertido hoy, en el baile, en su cara más contemporánea y renovadora. Asiente María Pagés: «Lo confirman continuamente los creadores y creadoras con sus trabajos. Pero yo me atrevería a decir además que el flamenco está tirando de la danza española, que estaba un poco adormecida y ha encontrado en ese flamenco un espejo donde mirarse. La danza española, habitualmente conservadora y ‘tradicional’, está empezando a dar señales de que está dando pasos adelante, y yo creo que el flamenco está sirviendo de locomotora. Y es de esperar que la danza contemporánea dé también un estirón».
«La contemporaneidad -interviene El Harti- tiene que ver con la mirada que un país tiene sobre sí mismo y su relación con el mundo. Para nosotros los españoles, todo lo que es nuestro no es contemporáneo, y todo lo que viene de fuera sí lo es. Pero los flamencos, por su propia naturaleza aventurera, se tiran al infierno y buscan salidas. El flamenco está apostando por la verdadera filosofía de lo que es contemporáneo. Y sin miedo, no tiene miedo ni complejos. Pero parten de una base, de un legado, de un patrimonio sólido. Porque lo contemporáneo no es nada si no es capaz de dialogar con el patrimonio. Y los únicos que lo están haciendo ahora son los flamencos».
«Sí -apunta María Pagés-, pero yo creo que eso forma parte de la gran evolución que ha tenido nuestro país a partir de la Transición, cuando todo empieza a ser diferente. Y el flamenco, una de las manifestaciones artísticas y culturales más potentes que tiene nuestro país, se ha visto beneficiado de este proceso que ha vivido en nuestro país. El flamenco no para y además lo hace de un modo natural». Insiste El Harbi: «El concepto de contemporáneo viene del conflicto que tienen los flamenco con el presente, con su presente. Pero lo abordan desde una base patrimonial. Y lo hacen desde la apertura, desde la falta de miedo y de complejos».
«El flamenco -coinciden los dos- es tan diverso como sus propios componentes». Y sigue El Harti: «Todo tiene cabida en el flamenco y todos tienen cabida en el flamenco, pero la gran revolución es la del flamenco escénico. Yo siempre digo: si la ópera está donde está es porque alguien ha creído en ella. Hoy en día hay artistas y creadores capaces de soñar en el escenario y de crear grandes espectáculos, pero necesitan un poco de fe, que crean en ellos».
El Centro de Danza Matadero tiene, aseguran María Pagés y El Arbi el Harti, esa intención. Solo lleva siete meses de actividad pública, pero dice la bailaora que «ya hemos visto un crecimiento en lo referente a los espectadores, por la venta y el conocimiento del espacio. Nuestra obligación es ofrecer espectáculos muy diferentes, con una textura muy distinta y estilos muy diferentes también. Nuestro reto es que Centro Danza Matadero se identifique como un teatro de danza en Madrid, y ésta es una labor que necesita de un poco más de tiempo. Pero si hacemos un análisis objetivo, sí podemos decir que estamos satisfechos porque en estos siete meses y por lo que estamos viendo ahora, desde principios de septiembre, la respuesta es magnífica».
Durante años, recuerda María Pagés, no se ha programado danza en Matadero, cuando antes era habitual. «Tenemos que recuperar público, y estamos observando que no solamente lo estamos recuperando, sino que estamos atrayendo a nuevos espectadores. Con la compañía de Martha Graham o con Farruquito hemos visto una afluencia de público que nunca había venido a Matadero. Y ese es el objetivo. Paciencia, comunicar y programar». «Y que se consolide -añade El Harti-. El ecosistema Matadero, como centro cultural, es muy interesante. Y queremos, como casa de la danza, consolidarnos dentro del contexto de Matadero. No solo a través de la exhibición, sino también de talleres y actividades que hagan del Centro algo más que un teatro».