El director Paul Thomas Anderson, uno de los mejores y más importantes de Hollywood desde hace 30 años, vuelve a los cines con su nueva película, Una batalla tras otra. En ella, por fin, une fuerzas con una de las estrellas más talentosas y queridas de nuestro tiempo, Leonardo DiCaprio. Tras desarrollar carreras paralelas por separado, ambos colaboran junto a Sean Penn, Benicio del Toro, Regina Hall, Teyana Taylor y Chase Infiniti en un filme que se antoja como uno de los grandes estrenos del año. Era una de las cintas más esperadas y, con su llegada a salas, no ha defraudado.
Una batalla tras otra sigue la historia de Bob (DiCaprio), un antiguo revolucionario que ahora vive fuera de la red de la guerrilla en un estado de paranoia constante. Totalmente alejado de la realidad por su excesivo consumo de drogas, sobrevive como puede junto a su enérgica e independiente hija, Willa (Infiniti). Sin embargo, cuando su malvado enemigo, el coronel Steven J. Lockjaw (Penn), reaparece después de 16 años y ella desaparece, el antiguo radical se apresurará a encontrarla. Así, padre e hija deberán luchar contra las consecuencias de su pasado.
Una batalla tras otra
Paul Thomas Anderson firma una nueva obra maestra con Una batalla tras otra. El director regala un filme entretenidísimo, eléctrico, divertido y lleno de poderío que crece en su segunda mitad hasta llegar a un desenlace apoteósico. Con un reparto deslumbrante, apunta a ser una de las películas del año y, además, a dejar un poso que perdure en el tiempo.
Puntuación: 4.5 de 5.
Dos películas en una
En realidad, Una batalla tras otra son dos películas en una. En su primera parte, Paul Thomas Anderson nos narra la vida de ese joven Bob con ideales. Un muchacho dispuesto a todo por la revolución y que sigue a la verdadera líder, Perfidia. Entre disparos, persecuciones y cócteles molotov, el director nos presenta una difusa pero interesantísima historia de amor con el deseo, la libertad y la pérdida como temas centrales.
Se trata de un arranque sorprendente, en el que cuesta encontrarle un enfoque claro a la historia. El cineasta repite la fórmula de su última película, Licorice Pizza, donde son los personajes quienes llevan el peso de la película muy por encima de la propia trama, algo indefinida y vacilante. Es un comienzo, en cualquier caso, quizá irregular y repetitivo, demasiado dilatado. Anderson teje una red, aunque muy entretenida e intrigante, más enredada y compleja de lo que en realidad debería para lo que nos está contando.
Pero de pronto llega el salto temporal. Ahora Bob es un hombre echado a perder. Ha dejado atrás la revolución y vive en su burbuja de drogas y paranoias constantes. Y es en el momento en que su hija Willa desparece cuando Una batalla tras otra da ese giro en su tono y se centra mucho más. A partir de ese momento, Anderson se lanza de lleno a un trepidante thriller a contrarreloj deslumbrante, enérgico, divertidísimo y catártico.
Aunque con alguna pequeña subtrama de más que no aporta demasiado, esta segunda mitad de Una batalla tras otra es uno de los mejores ejercicios de cine del año. Dirección, fotografía, puesta en escena, pulso narrativo, interpretaciones, una banda sonora prodigiosa… Todo rema en sintonía para contar una gran historia que, en el fondo, no es más que el amor desmedido de un padre por su hija. El guion es audaz, certero, vigoroso e incluso se permite el lujo de sorprender con muchos toque de disparatada comedia negra que funciona entre tanta tensión. Y su final, con una de las mejores persecuciones vistas en pantalla, es demencial.
Personajes inolvidables
Todo el virtuosismo que aúna Anderson alcanza la excelencia no solo por su prodigiosa manera de entender el cine. Nada en Una batalla tras otra sería lo mismo sin uno de los mejores repartos del año. Cada personaje está perfectamente trazado. Bob y Willa son el pilar de la película, con unos Leonardo DiCaprio y Chase Infiniti impecables. Él deja una de sus actuaciones más deliciosamente desquiciadas al dar vida a un Bob que es una suerte de trasunto de “El Nota” Lebowski, con bata incluida. Ella, por su parte, se erige como una de las grandes sorpresas del filme al equilibrar con gran realismo y espíritu la fortaleza y la vulnerabilidad de esa adolescente rebelde y asustada.
Pero no son ellos los únicos que elevan el elenco de Una batalla tras otra. Y es que hay otros tres nombres que completan este mix improbable. Si hay alguien que brilla por encima de todo el mundo, ese es Sean Penn como el coronel Lockjaw. A sus 65 años, el actor vuelve a la cima de su carrera con un villano brutal e inolvidable. Este militar, con su ridículo corte de pelo, su grotesco caminar, sus innumerables tics y gesticulaciones exageradas y su personalidad ególatra, se convierte en uno de los personajes más odiosos que se han visto en el cine en mucho tiempo. Aún es muy pronto para vaticinar nada, pero bien merecería todos los premios posibles.
A su vez, tenemos a la Perfidia de Teyana Taylor. Desbordante de carisma, vitalidad y pasión, la actriz deja con su trabajo uno de los grandes personajes revolucionarios de la historia del cine reciente. Imposible no sentirse hipnotizado con esa líder imparable que todo lo puede. El último a destacar es el estrafalario sensei Sergio al que interpreta Benicio del Toro. Personaje rompedor y desternillante, se convierte en toda una revelación cuando la película alcanza su segunda mitad y se precipita sobre ese endiablado tercer acto. Nadie podría haber interpretado mejor a este irreverente compinche.
En la diana
La guinda del pastel para que Una batalla tras otra sea una de las películas del año es el momento en el que se estrena. La cinta es un verdadero grito de guerra, de revolución. Una contundente sátira desde el extremo que aboga por la libertad colectiva frente a la asfixiante opresión de un sistema podrido. Es a la vez homenaje a los revolucionarios que lucharon en la segunda mitad del siglo XX y gasolina para las nuevas generaciones.
Que algo así llegue a los cines justo cuando se producen revueltas en Perú, Nepal, Indonesia, Corea del Sur y tantos otros países es una extraordinaria casualidad. Que, además, lo haga cuando las polémicas políticas de Donald Trump en Estados Unidos se han endurecido tanto hacia lo totalitario, parece obra del destino. Una batalla tras otra le habla al pasado y al presente. Y eso es lo que la convierte en algo más grande. Es una película divertidísima, extenuante, radical, libre… que perdurará en el tiempo.
Una batalla tras otra ya está en cines.
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