Luis Martínez San Sebastián
Actualizado Domingo,
28
septiembre
2025
–
15:39
Alauda Ruiz de Azúa dice estar bien y, si se le presiona un poco, confiesa que “muy bien”. Ella, nacida en 1978 en Baracaldo, es una mujer y una cineasta con los pies en el suelo. Se diría que no los levanta ni para coger el avión. De hecho, vuelve a su casa en compañía de las productoras Marisa Armenteros y Sandra Hermida en furgoneta con los trofeos de la Concha de Oro, el Premio Feroz de la crítica cinematográfica y hasta el inesperado galardón del cine vasco de Los Domingos. Todo el mundo está de acuerdo, pero sobre qué, exactamente. Los Domingos es toda ella un mar de dudas y ahí se hace grande, en cada herida, en cada sorpresa, en la mirada encendida de una directora que entiende el cine como un ejercicio de transparencia, de hondura y, ya puestos, de fe, de fe laica. Los Domingos trata, no olvidemos, de la revolución familiar que provoca la decisión de una niña de hacerse monja de clausura.
¿Cómo fue la noche de ayer?Nos llamó el festival para convocar a todo el equipo. No sé si estoy desvelando algo. Estábamos preparadas a recibir un premio, pero no sabíamos que era la Concha de Oro. Sólo lo deseábamos con todas las fuerzas, pero era eso, un deseo. Lo que más me sorprendió fue el Premio del Cine Vasco. Ese sí que fue una sorpresa absoluta. De hecho, salió a recogerlo sin nada preparado.Así es. En fin, tenía el pálpito de que podía pasar algo bonito. Fue una noche de mucha celebración y mucho cariño sobre todo. La sensación que tengo desde la primera proyección es esa. Ha sido acogida por todos con mucho cariño. Nos llamó la atención además que hasta la prensa internacional ha entendido muy bien la película, pese a ser, en principio, un asunto que se diría muy local.Cinco lobitos hablaba de la maternidad y Querer sobre los maltratos dentro de la familia. Son, si se quiere, dos asuntos que nos apelan todos. Sin embargo, una niña que quiere ser monja no es un tema universal que todo el mundo espera ver en un cine. Más allá del debate sobre lo religioso, creo que hay algo más, quizá un poco más etéreo, pero muy real que es la vulnerabilidad. Todos nos sentimos vulnerables y un poco perdidos con las apuestas que hacemos en la vida. Y eso nos atraviesa a todos. La película puede generar conversación sobre con qué posición nos identificamos, si con la fe o la postura laica, pero por debajo está la necesidad de sentirnos queridos. Y ahí no hay debate posible. Eso es universalSobre el escenario, reclamó la importancia de ponerse en el lugar del otro. Es una idea que ya ha repetido más veces. Está película es diferente a otras que he hecho porque hay dos puntos de vista muy claros y muy enfrentados. Y, al mismo tiempo, atravesados por una relación afectiva muy fuerte. La tía [la atea Patricia López Arnáiz] y la sobrina [el proyecto de novicia que es Blanca Soroa] se quieren, pero ante ellas se abre un abismo de incomprensión. Más que una relación binaria de si sí o no, de bueno o malo, me interesa más un tipo de pregunta más profunda que tiene que ver con nuestra superioridad moral. ¿Hasta qué punto me puedo permitir no entender al otro? Nos asustamos a veces porque creemos que comprender es legitimar y eso no es verdad. Además, siempre pensamos que hay que esforzarse en comprender el sentimiento religioso, pero lo mismo funciona también en sentido contrario.¿Se diría que habla de política en tiempos de polarización?Sí, no es la vocación de la película, pero valdría. Todos tenemos esta sensación de que los relatos que nos rodean nos empujan hacia los extremos constantemente. Conviene recordar que la conversación con alguien diferente no solo es posible, sino que puede ser también divertida y muy saludable.¿Significa algo, bueno o malo, que el cine español acapare los premios de un Festival Internacional español? Más allá de las peculiaridades de cada año y de cada jurado, es verdad que en los últimos años están apareciendo autores y autoras muy interesantes. Personalmente me siento muy inspirada por mis compañeras y compañeros.¿Se siente parte de algo así como una generación?Me cuesta. Eso de las generaciones es mejor cuando pasa el tiempo. Es cierto que muchas de nosotras empezamos a la vez y es bonito ver como cada una va encontrando su propio camino. Al principio, cuando haces tus primeras películas cuentas con un presupuesto muy reducido y es verdad que lo que se hace es muy uniforme por las condiciones materiales. Pero, ahora, con proyectos mayores, las diferencias y las personalidades empiezan a verse de forma más nítida.¿Qué papel debería jugar la religión en la sociedad actual? ¿Tiene sentido que el Estado laico subvencione la educación religiosa?Es complicada la pregunta y ése es uno de los debates que abre la película. Este es un país de tradición católica y tenemos normalizada su presencia como parte del paisaje. De hecho, se da el caso de familias no creyentes, pero muy practicantes. Que, la verdad, es una contradicción muy interesante y que es la base de la contradicción de un Estado que promueve la educación laica, pero apoya los colegios concertados religiosos. Otro debate es qué hacemos con los menores y con lo religioso. Has qué punto la defensa de lo que creemos tiene que empezar en la primera infancia coartando la posibilidad de elegir. Todos los debates están ahí y espero que la película contribuya a ellos.