Donald Trump avanza a pasos agigantados en su militarización de las calles de Estados Unidos. Tensando las competencias territoriales (cuando no violándolas) y apoyándose en datos de criminalidad no siempre transparentes ni correctos, está sacando a la Guardia Nacional supuestamente para proteger cascos urbanos muy poblados. Casualidad: lo hace en ciudades progresistas, que tratan de convertirse en santuarios para las personas perseguidas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), cuyas redadas están sembrando el miedo en el país.
El último paso es de este domingo: agentes federales armados han empezado a patrullar las calles del centro de Chicago y se ha convocado a 200 soldados más para desplegarlos en Portland (Oregón), una medida a la que los alcaldes y gobernadores se han opuesto firmemente a Trump. En los dos casos se han presentado demandas, afirmando que el mandatario se excedió en su autoridad.
Estos ejemplos recientes de la creciente presencia militar y policial federal en ciudades estadounidenses se han conocido mientras Memphis se preparaba en estas horas para la llegada de autoridades federales adicionales, incluidos agentes de inmigración y de control de drogas, que el gobernador, en este caso republicano y llamado, Bill Lee, dice que espera que ocurra esta semana. Son territorios, dicen desde la Casa Blanca, “devastados por la guerra” de la delincuencia.
No piensan así los ciudadanos que se han echado a la calle para pedir que se marchen o no lleguen esos guardias, de una fuerza militar de reserva dentro de las Fuerzas Armadas de EEUU, lo que significa que la mayoría de sus miembros prestan servicio a tiempo parcial mientras desempeñan trabajos civiles o realizan otras actividades.
Esta pasada noche, en Chicago, decenas de agentes federales armados, con equipo táctico completo, recorrieron las calles de algunas de las zonas turísticas y comerciales más importantes de la ciudad. El despliegue se da en medio de un aumento en la aplicación de medidas migratorias que comenzó a principios de este mes, incluyendo repetidos conflictos en un edificio de ICE en Broadview, al oeste de Chicago, donde las autoridades federales dispararon gas pimienta y gas lacrimógeno contra los manifestantes el viernes y el sábado. La protesta no se ha calmado, sino que se ha reactivado por las medidas violentas.
La orden de Trump sobre el despliegue de tropas se produjo un día después de que anunciara en redes sociales que ordenaba al Departamento de Defensa “proporcionar todas las tropas necesarias para proteger Portland, devastada por la guerra”. Trump afirmó que la decisión era necesaria para proteger las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, pero la gobernadora Tina Kotek afirmó que la descripción de Trump era parte de una narrativa falsa destinada a fomentar el conflicto. Es demócrata, claro.
Las medidas siguen a la ofensiva de Trump contra el crimen en el Distrito de Columbia y a las acciones en Los Ángeles en respuesta a las protestas de inmigración que se tornaron violentas con la llegada de las tropas. Suma y sigue.
El caso de Chicago
El domingo, agentes federales marcharon por la Avenida Michigan, el río Chicago y barrios exclusivos, atrayendo la atención de compradores y familias que cenaban en las terrazas. Muchos usaron sus teléfonos para grabar lo que pasaba. Los activistas también siguieron a los agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, haciendo sonar silbatos y gritando. Sin violencia, indican medios como AP.
El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, y el gobernador de Illinois, JB Pritzker, criticaron la repentina demostración física de fuerza. “Mientras los habitantes de Chicago y los visitantes disfrutan de otro hermoso domingo, están siendo intimidados por agentes federales enmascarados que hacen alarde de armas automáticas sin razón aparente”, dijo Johnson en un comunicado.
Pritzker se hizo eco del mismo sentimiento. “Esto no mejora la seguridad de nadie: es una muestra de intimidación que infunde miedo en nuestras comunidades y perjudica a nuestros negocios”, afirmó en otra nota oficial.
Gregory Bovino, un agente de la Patrulla Fronteriza clave en la ofensiva migratoria de Los Ángeles, estaba entre los agentes que caminaron varios kilómetros cerca del centro de la ciudad. Las autoridades federales han afirmado que el aumento de la presencia en Chicago tenía como objetivo arrestar a “lo peor de lo peor” de las personas que se encontraban en el país sin documentos y con antecedentes penales. Bovino declaró a The Associated Press que los agentes habían realizado “varios arrestos”, pero se negó a especificar si las patrullas en el centro estaban dirigidas a personas específicas. “Siempre tenemos un objetivo: cualquiera que esté aquí ilegalmente”, dijo Bovino.
“Siempre tenemos un objetivo: cualquiera que esté aquí ilegalmente”
Durante el fin de semana, la tensión aumentó frente a un edificio de ICE en el suburbio de Broadview, a unos 19 kilómetros al oeste de Chicago. El viernes, agentes dispararon repetidamente agentes químicos contra una multitud de más de 100 manifestantes después de que algunos intentaran impedir que un coche circulara por la calle hacia el edificio de ICE. Balas de pimienta y botes de gas lacrimógeno impactaron contra la multitud, la mayoría de los cuales se mantuvieron alejados de la valla y no bloquearon el tráfico. Manifestantes y periodistas describieron escenas similares el sábado, se lee en la ABC.
La alcaldesa de Broadview criticó al ICE por acciones que, según dijo, han puesto en peligro a la policía local, los bomberos, los residentes y los manifestantes. La policía de Broadview también inició una investigación penal por un “ataque no provocado” contra el vehículo de un reportero de WBBM-TV Chicago, alegando que agentes de inmigración dispararon una munición química.
En semanas anteriores, los manifestantes también habían intentado impedir que los vehículos de los agentes entraran o salieran de un patio contiguo al edificio. En los últimos días , activistas y familiares de detenidos han expresado su preocupación por el hecho de que las instalaciones destinadas a procesar a los arrestados sean de facto un centro de detención plagado de condiciones inhumanas.
Trump previamente amenazó con enviar la Guardia Nacional a Chicago, pero aún no lo ha cumplido. Ahora va a por todas.
¿Y Porland?
Trump también ordenó el despliegue de 60 días de tropas de la Guardia Nacional de Oregón para lidiar con las “protestas violentas” que amenazan la seguridad de los centros de detención de inmigrantes y otras propiedades federales. Dijo que las protestas “constituyen una forma de rebelión contra la autoridad del Gobierno de Estados Unidos”.
En las recientes manifestaciones, se han contabilizado decenas de manifestantes, que se han concentrado en los alrededores de un edificio de ICE. Algunos agentes federales han resultado heridos y varios manifestantes han sido acusados de agresión. Algunos manifestantes también afirman haber resultado heridos, aunque no hay datos finales de atención sanitaria.
Kotek habló con Trump el sábado y afirmó que el despliegue era innecesario. Se negó a llamar a las tropas de la Guardia Nacional de Oregón, por lo que Trump lo hizo él mismo en una orden al secretario de Defensa, Pete Hegseth. “Poner a nuestras propias fuerzas armadas en las calles es un abuso de poder y un perjuicio para nuestras comunidades y nuestros militares”, dijo Kotek. “Es ilegal. Y hará que los habitantes de Oregón estén menos seguros”.
“Es ilegal. Y hará que los habitantes de Oregón estén menos seguros”
El fiscal general de Oregón, Dan Rayfield, declaró haber presentado una demanda en el Tribunal de Distrito de EEUU de Oregón contra Trump, Hegseth y otros en nombre del estado y la ciudad de Portland. Solicita una orden judicial que bloquee cualquier despliegue, argumentando que Trump carece de autoridad, ya que la situación no constituye una invasión ni rebelión, ni una situación en la que las leyes federales no puedan ejecutarse de otra manera.
“Las comunidades de Oregón son estables, y nuestros funcionarios locales han sido claros: tenemos la capacidad de gestionar la seguridad pública sin interferencia federal”, dijo Rayfield. “Enviar 200 efectivos de la Guardia Nacional a proteger un único edificio no es normal. Si le preocupa la seguridad en su propio hogar, haría algunas llamadas para cubrir las necesidades, no llamaría a un ejército”.
Memphis, el que faltaba
Trump anunció a principios de este mes la creación de un grupo de trabajo de agencias federales del orden público para combatir la delincuencia en Memphis. La ciudad ha experimentado un alto número de delitos violentos, como robos de vehículos y homicidios, en los últimos años, pero tanto funcionarios demócratas como republicanos han señalado que la ciudad, de mayoría negra, está experimentando descensos este año en algunas categorías de delincuencia.
El gobernador Lee ha declarado públicamente que no espera el envío de más de 150 miembros de la Guardia Nacional a Memphis, aunque afirma que las cifras no están confirmadas. La ciudad anunció el viernes que no habrá tanques. Las tropas de la Guardia no realizarán arrestos ni estarán armadas a menos que las autoridades locales lo soliciten, declaró Lee el viernes. No se sabe cuándo llegarán los miembros de la Guardia Nacional. Lee también indicó que 300 agentes de la Patrulla de Carreteras de Tennessee estarán en la región.
Los latinos en Memphis han expresado su preocupación de que los agentes de ICE aumenten su presencia en Memphis y detengan a personas que están en el país legalmente.
El sábado, decenas de personas marcharon hacia una plaza frente al Ayuntamiento para protestar contra el aumento de efectivos policiales. En una conferencia de prensa, los oradores afirmaron que, en lugar de tropas y agentes federales, Memphis necesita más fondos para la educación, la prevención del delito, los servicios para jóvenes y los hospitales. Los funcionarios de Oregón han hecho comentarios similares.
Ahora sólo resta saber cuál será la siguiente ciudad en la que el presidente dé la orden.