Qué piden los sindicatos para mejorar la enseñanza
El pasado 23 de septiembre comparecieron ante la Comisión de Educación y Formación Profesional del Parlamento de Cataluña varios sindicatos de docentes, para hablar sobre una iniciativa legislativa popular (ILP) cuyo objetivo es destinar, como mínimo, un 6% del PIB de Cataluña a la enseñanza. En la exposición de motivos se alude a que en el artículo 115.2 de la LOMLOE del año 2020, se establece que el Estado y las comunidades autónomas han de acordar un plan para incrementar el gasto público en educación, con el objetivo de equipararse a la media de los países de la Unión Europea. Por otro lado, en la Ley de Educación de Cataluña (LEC) del año 2009, en su disposición segunda, se aboga por llegar, en el término de ocho años, a una inversión en educación del 6% del PIB catalán.
Lamentablemente se han incumplido los dos objetivos antes citados en ambas leyes. Concretamente en el año 2020 el gasto en educación en Cataluña fue de solo un 3,82% del PIB, muy lejos de la media de las administraciones educativas de España que fue del 4,93% del PIB. Esta falta de inversión en educación ha exigido que las aportaciones de las familias no hayan parado de crecer, llegando en Cataluña en el año 2020 al 18,9% del total en los niveles no universitarios y al 44,3% en los niveles universitarios. Estos valores prácticamente duplican las medias de la Unión Europea que son del 8% y del 25% respectivamente.
En el texto de la ILP presentada, que se titula “Proposición de ley de garantías de la financiación del sistema educativo catalán, con un mínimo del 6% del producto interior bruto para la educación”, además de especificar el calendario y la forma de cómo aumentar la inversión en enseñanza, se hacen constantes referencias al tipo de enseñanza que se pretende apoyar, concretamente se dice:
- Que la enseñanza ha de ser inclusiva, en el sentido de tener a todos los alumnos en la misma aula y aprendiendo las mismas cosas hasta el final del 4º de ESO, es decir hasta los 16 años y, en el caso de los repetidores, hasta los 18 años, aunque unos alumnos deseen acceder a la formación profesional, otros deseen acceder al Bachillerato y otros quieran acceder al mundo laboral a los 16 años. Dicho de otro modo, se prohíbe poder ofrecer al alumnado dos o más vías académicas, según sean sus capacidades e intereses.
- Que la única lengua vehicular en la enseñanza siga siendo el catalán, es decir que los alumnos catalanohablantes estudien en su lengua materna, mientras que los alumnos castellanohablantes no puedan estudiar en su lengua materna sino en catalán, el llamado “modelo de inmersión en lengua catalana”.
- Que sea obligatorio el modelo de la coeducación.
- Que se mantenga el dogma de que el abandono escolar se debe a la situación socioeconómica de las familias y al bajo nivel académico de los padres. Esto es muy discutible ya que hay muchos padres con pocos recursos y con un nivel académico bajo, que están muy interesados en que sus hijos obtengan buenas calificaciones y que sigan estudiando después de la enseñanza obligatoria.
En la reunión, los sindicatos presentes pidieron, para mejorar los resultados de los alumnos, las siguientes medidas: que se disminuyera la “ratio”, es decir el número de alumnos por profesor, lo cual implica aumentar el número de docentes; que se aumentara el número de veladores de aula, es decir que hubieran dos o más docentes en el aula, que hubiera una enfermera y un integrador social en cada centro, que se aumentara la remuneración del profesorado, que se disminuyera el número de horas de clase que ha de impartir un docente, que se mejoraran las instalaciones de los centros, incluidos los sistemas para evitar temperaturas demasiado altas en verano, y que se establecieran comedores universales gratuitos, entre otras.
En nuestra opinión todas las medidas anteriores pueden mejorar la vida del profesorado y del alumnado en los centros, pero no van a producir una mejora significativa del nivel de conocimientos del alumnado, ni en la adquisición de hábitos de estudio, porque un profesor no enseña mejor o peor según lo que le paguen, sino en función de si el alumnado está o no está interesado en aprender. Debido a ello, dijimos que estábamos de acuerdo en que se aprobara una ley que garantizará destinar a la enseñanza un mínimo del 6% del PIB catalán, pero no para mantener el actual sistema educativo sino para mejorarlo, ya que el actual sistema ha conducido a nuestros alumnos al fracaso en todas las pruebas internacionales en las que han participado. Por ejemplo, en las pruebas internacionales PIRSL, que son pruebas de comprensión lectora, es decir de lengua, que se hacen cada cinco años a los alumnos de 4º curso de Primaria, es decir a alumnos de 9 a 10 años, en las últimas que se hicieron, las de 2021, España obtuvo una puntuación de 521 puntos, quedando en la posición 23 de entre los 32 países participantes, lo cual es un mal resultado ya que quedamos por debajo de la media de la Unión Europea (528 puntos) y de la media de la OCDE (533 puntos). Por otro lado, siete comunidades autónomas y dos ciudades autónomas ampliaron la muestra para tener datos propios. El resultado fue que los alumnos catalanes quedaron en antepenúltimo lugar (507 puntos), es decir sólo por delante de las ciudades autónomas de Melilla (499 puntos) y Ceuta (498 puntos), que son dos ciudades muy pequeñas con más de un 40% de alumnos que en sus casas hablan en árabe. Es evidente que España debe mejorar y que Cataluña debe replantearse su forma de enseñar las lenguas en la Primaria.
Otro ejemplo del fracaso de nuestros alumnos de Primaria en las pruebas internacionales, lo tenemos en las pruebas internacionales TIMS, que son pruebas de matemáticas y de ciencias que se hacen cada cuatro años, también a los alumnos de 4º curso de Primaria, es decir alumnos de 9 a 10 años. En las últimas que se hicieron, las de 2023, España obtuvo una puntuación de 498 puntos quedando en la posición 27 de entre los 31 países participantes, lo cual es un mal resultado ya que quedamos por debajo de la media de la Unión Europea (514 puntos) y de la media de la OCDE (525 puntos). Nueve comunidades autónomas ampliaron la muestra y los alumnos catalanes quedaron en antepenúltimo lugar (489 puntos), es decir sólo por delante de Canarias (485 puntos) y de Islas Baleares (473 puntos). Es evidente que España debe mejorar y que Cataluña debe replantearse como enseña las matemáticas.
Para saber cómo están los alumnos catalanes al finalizar su enseñanza obligatoria, es decir los alumnos de 4º de ESO, que son los que tienen entre 15 y 16 años, lo mejor es consultar sus resultados en las pruebas internacionales PISA, unas pruebas que se hacen cada tres años sobre las siguientes tres materias: Lengua, Matemáticas y Ciencias. En la siguiente gráfica se muestran las medias de los resultados en estas tres materias de todas las Comunidades Autónomas desde 2006 hasta 2022, que son las últimas de las que se tienen datos, ya que los resultados de las PISA de 2025 no se conocerán hasta finales de 2026. La línea roja representa los resultados de Cataluña. En ella se observa que entre 2015 y 2018 se produjo un importante descenso y que entre 2018 y 2022 Cataluña fue la comunidad que más descendió, quedando solo por encima de Andalucía y de Canarias.
Lo que se debería hacer para reconvertir el actual sistema educativo en un buen sistema educativo
El sistema educativo obligatorio de un país debe servir a todos los alumnos, sean cuales sean sus capacidades e intereses. Por otro lado, los resultados de nuestros alumnos en las pruebas internacionales anteriores nos demuestran que resulta perjudicial para todos los alumnos el mantenerlos juntos en la misma aula, intentando enseñarles las mismas cosas.
Un sistema educativo eficiente es el que ofrece diferentes tipos de estudio, para que todos los alumnos puedan encontrar uno que se adecúe a sus capacidades e intereses. A partir del tercero de ESO, los alumnos ya son muy diferentes entre sí en esos dos aspectos, por lo que un buen sistema educativo les debería ofrecer, como mínimo, dos itinerarios académicos: uno dirigido al Bachillerato y otro dirigido a la Formación Profesional. De esta forma, cada alumno podría escoger el que más le interesara. Se deberían ofrecer en todos los barrios por pocos alumnos que hubiera interesados en uno de los dos, ya que así vivir en un barrio de bajo nivel económico, no comportaría no poder llegar a la Universidad, como pasa ahora que solo hay un itinerario. Además, un sistema educativo diversificado como éste, permitiría que el profesorado encontrara grupos de alumnos más o menos homogéneos, a los que podría educar en la cultura del esfuerzo, la exigencia académica y la adquisición de hábitos de estudio adaptados a las características de cada grupo. Con este modelo se podría superar la situación actual en la que, para poder mantener a todos los alumnos juntos, se impide la repetición de curso, se disminuyen los conocimientos a adquirir y se rebajan los niveles de exigencia, para que todo el alumnado pueda pasar de curso.
Por otro lado, para motivar al alumnado a estudiar, es necesario establecer una prueba externa de entrada a la Formación Profesional y otra prueba externa de entrada al Bachillerato. Como se ha dicho antes, el alumno debería escoger, al iniciar el 3º de ESO, el itinerario que preparase mejor para una u otra prueba. Tener que escoger un itinerario es muy educativo, porque ayuda a madurar al alumnado y porque les hace entender que existe una estrecha relación entre lo que se quiere y el esfuerzo necesario que hay que hacer para conseguirlo. Las actuales pruebas de final de etapa que actualmente se realizan en 4º de ESO en Cataluña, con las correspondientes modificaciones, podrían transformarse en las pruebas de entrada antes mencionadas. Si hubiera dificultades legales para ello, porque estas pruebas no están en la LOMLOE, aunque no se prohíben, bastaría con que la Consejería de educación de Cataluña estableciera que los centros deben tener muy en cuenta los resultados de sus alumnos en estas pruebas externas realizadas por la Consejería, en el momento de hacer las evaluaciones finales de ESO. La inspección educativa sería la que vigilaría que esto se cumpliera.
También deberían modificarse las pruebas de final de etapa que en Cataluña se realizan en 6º de Primaria, para que sirvieran para saber qué alumnos pueden pasar de 6º de Primaria a 1º de ESO. Quienes no las superaran, deberían repetir el 6º de Primaria una vez y volver a presentarse. Si por segunda vez no la superan, debería determinarse si es mejor que accedan a la ESO pese a sus déficits académicos o a un centro en el que haya un grupo de alumnos de primero de ESO con dificultades similares.
El mito de que la educación se arregla simplemente invirtiendo más dinero
Si un sistema educativo no consigue que los alumnos estén interesados en aprender, por mucho dinero que se invierta, las cosas no mejorarán. Lo que hay que hacer es cambiar dicho sistema. Las pruebas PISA muestran, en cada nueva edición, que existen países que han invertido muchos más recursos que otros y, sin embargo, han obtenido peores resultados académicos.
Otro aspecto es que si el currículum oficial de una materia a lo largo de una etapa es confuso e incoherente y no tiene asignado un número de horas suficientes para impartirlo, como pasa ahora, por mucho dinero que se invierta los resultados académicos no mejoraran. Lo más eficaz sería que la Administración hablara con las asociaciones de profesores de cada materia y les pidiera consejo para elaborar un nuevo currículo claro y detallado.
En la ILP presentada se da por descontado que el abandono escolar prematuro se produce debido básicamente a una situación socioeconómica familiar débil, a un nivel cultural de los padres bajo y que la solución es más profesorado y mejores equipamientos. En nuestra opinión el abandono escolar no se produce por esto, sino porque nuestro sistema obliga a todo el alumnado hasta los 16 años, durante 6 horas diarias, a aprender cosas que a la mitad de ellos no les interesan, porque no tienen nada que ver con lo que en el futuro piensan hacer. Esto no se arregla con más dinero, sino enseñando a cada alumno las cosas que él vea que le son necesarias o útiles, es decir, estableciendo los mencionados dos itinerarios diferenciados a partir de 3º y 4º de ESO.
También se dice que el 24,86% del alumnado de Cataluña debería cambiar de centro escolar para que no hubiera segregación por origen socioeconómico. Nosotros consideramos que trasladar a los alumnos fuera de su barrio para ir a barrios más ricos es un disparate, porque les generaría sentimiento de sentirse de un barrio pobre, lo que no pasa si se estudia en el propio barrio. La solución no es cambiar de centro, sino que todos los centros ofrezcan en 3º y 4º de ESO los dos itinerarios antes mencionados: el que conduce al Bachillerato y el que conduce a la FP. Así, vivir en un barrio de nivel socioeconómico bajo no es una barrera para poder llegar a la Universidad.
Por último decir que el texto de una ley de financiación de la enseñanza solo debe referirse a la financiación, no a defender tal o cual modelo educativo, porque si en un futuro se considera que la enseñanza se ha de hacer de otra manera y con otros objetivos, se debería modificar también la ley de financiación en tal o cual artículo y hay que intentar que las leyes puedan durar muchos años.
Antonio Jimeno es presidente de AMES.