Ese espíritu de discreta elegancia se extendió al propio evento: invitadas como Kate Moss, Paris Jackson, Indya Moore, Saskia de Brauw y Noomi Rapace entraron en el cavernoso espacio para beber champán y chupitos de vodka helado (un favorito de Ackermann), así como caviar repartido con cucharas. Ah, y todos llevaban trajes (y a menudo también gafas de sol, al fin y al cabo se trataba de una fiesta de la moda) de la primera colección de Ackermann para Tom Ford, que debutó con una acogida entusiasta en la Semana de la Moda de París en marzo de este año.
Pronto llegó el momento de subir al piano nobile, donde una mesa decorada con cristalería de Murano resplandecía bajo la luz de las velas y enormes jarrones con flores negras y moradas adornaban las paredes. Hubo una improvisada sesión fotográfica de Greg Williams sobre los antiguos muebles venecianos, dirigida nada menos que por la propia Moss, que se puso unas gafas de sol de Tom Ford para unirse al grupo y posar. A continuación, se sirvió la cena (lubina a la parrilla y tiramisú preparados por los chefs de la familia de restaurantes Alajmo, galardonados con estrellas Michelin y que se han convertido en instituciones culinarias en toda la región del Véneto) y Ackermann se levantó para recitar un sentido discurso.
“No me gusta hablar, pero tengo conmigo a mi familia y mis amigos, y esto significa el mundo para mí”, dijo. “Es mi primera campaña para Tom Ford Beauty y me siento bendecido. Tilda es mi amiga desde hace más de 30 años, y poder hacer esto juntos, lograr algo más que amistad, es una bendición increíble.” Hubo una breve pausa para notar que se estaba conteniendo las lágrimas, antes de continuar: “Tilda me ha sido fiel toda mi vida, y no puedo expresar lo mucho que me inspira, me provoca, me perturba y lo mucho que la quiero”, sentenció. Como era de esperar, dada su reputación como uno de los tipos más simpáticos de la moda, Ackermann también se tomó un momento para dar la vuelta a la mesa y agradecer individualmente a cada invitado su asistencia, dando al acto un aire de reunión familiar más que de típico evento de moda.
Hablando con Swinton, está claro que el sentimiento es mutuo. “Sinceramente, es un momento muy emotivo para nosotros. Porque Haider y yo somos viejos amigos, y para mí formar parte de su lanzamiento de Black Orchid es como si él pusiera sus colores en el asta de la bandera y dijera: ‘Estos son mis valores y esto es lo que represento’. Y él es todo lealtad y amistad, es todo una conexión auténtica, no es muy de ir y venir, lo que es relativamente raro en estos tiempos. Y creo que formar parte de eso es realmente hermoso”, afirmó.
Finalmente, los camareros de traje blanco sacaron otra ronda de chupitos de vodka y los invitados empezaron a levantarse y a bailar al ritmo de la música disco: se acercaba la medianoche, pero para la banda de Ackermann la noche aún era joven. “Nos gusta celebrar”, añadió Swinton riendo. Hay momentos para celebrar y creo que esta noche es uno de ellos”. Como podría haber dicho Lionel Richie, a quien escuchábamos mientras veníamos en el barco:” We’ll be dancing all night long (bailaremos toda la noche)”.