Era la segunda mitad del XIX y dicen que, al conocerse, se despreciaron mutuamente. Van Gogh entendía el arte como herramienta para expresar sus sentimientos. Cézanne como un acto meramente cerebral: forma y materia. Pero, aunque ellos nunca lo sabrían, el destino les uniría bajo la etiqueta de “postimpresionistas”, a pesar de que su único punto en común era el rechazo a las limitaciones que les precedían.
Casualidad o causalidad, esas dos visiones tan opuestas fueron bañadas por la misma luz que da color a los paisajes de la Provenza francesa. Ponemos rumbo al norte para viajar hasta el interior de sus cuadros y visitar los lugares retratados por los maestros de la pintura moderna.