La inesperada inscripción de Aymeric Laporte por el Athletic de Bilbao constituye una excelente noticia en primer lugar para el propio Laporte y para el club vasco, pero no es menos importante para Luis De la Fuente y la esfera de la selección. A pesar de que llevaba sin entrar en las últimas convocatorias de España desde noviembre del año pasado por una lesión primero y después por su falta de continuidad en Al Nassr, el central nacido en Francia forma parte de la columna de confianza del seleccionador. De manera que a poco que juegue con regularidad a las órdenes de Valverde su regreso al equipo nacional se da por descontado. En la próxima ventana, dentro de un mes, saldremos de dudas.
Será entonces, antes de los partidos con Georgia y Bulgaria en los que España debería certificar su clasificación mundialista, cuando el seleccionador tendrá que lidiar con el enésimo debate. A tenor de lo visto en los últimos partidos la irresistible irrupción de Huijsen parece otorgarle plaza segura en el once, pero la posición del madridista, central de perfil zurdo que destaca por su privilegiada salida de balón, coincide con Laporte. Esa duplicidad y la consolidación de Cubarsí, junto con el potente aparato mediático que lleva implícito destacar en Real Madrid o Barcelona, va a desembocar en una nueva campaña para tratar de condicionar al seleccionador.
Por suerte a Luis De la Fuente estas cuestiones han dejado de inquietarle. Cuando se hizo cargo de la selección lo pasó mal por ser buena gente. Intentó agradar a todo el mundo, incluso a los que le recibieron de uñas, y eso le llevó a enredarse dando más explicaciones de las necesarias, lo que le generó algún conflicto que ahora, dos años y medio y unas cuantas cicatrices después, sabe sortear con educación y diplomacia, sí, pero con firmeza. Ha hecho bandera de la sencillez, no se separó de sus convicciones en los tiempos difíciles de aquella derrota en Glasgow y ha ido consolidando un liderazgo silencioso en el que antepone la cohesión del grupo por encima de todo, incluso de perfiles futbolísticos o momentos de forma. La fórmula podrá gustar más o menos, pero es innegable que funciona. Lo atestiguan una Eurocopa, una Nations y una racha de 27 partidos oficiales sin derrota que hacen de España la selección más fiable en los dos últimos años y candidata clara al Mundial de junio. Así que, con la segunda estrella en perspectiva, bien haríamos en dejar tranquilo al seleccionador para que siga haciendo tan bien como hasta ahora su trabajo.