Madrid se viste de ciclismo para clausurar una edición histórica y convulsa de LaVuelta. Lo habitual en la jornada final es la fiesta: paseo triunfal para el campeón, sonrisas y champán en el pelotón, la velocidad desatada de los sprinters buscando su última bala en el circuito de la Castellana. Pero esta vez nada es igual. La tensión política y social, presente desde que la carrera volvió a suelo español, planea también sobre el epílogo de 106 kilómetros entre Alalpardo y la capital. La jornada se recortó 5 km por seguridad.
Jonas Vingegaard, dueño del maillot rojo y nuevo campeón de LaVuelta, lo resumía con calma: “Todo el mundo tiene derecho a protestar. Entiendo el motivo, aunque es una pena que tenga que suceder aquí”. El danés, que ya había mostrado comprensión en jornadas previas, reconoció que después del segundo día de descanso llegó a dudar de si la carrera continuaría. “Por suerte la organización y la Policía han hecho un gran trabajo para hacernos sentir seguros”, añadió tras la jornada más convulsa.
Los pasos planeados por las protestas.
Esa etapa fue la del sábado en la Sierra de Guadarrama, con final en la Bola del Mundo. Allí, cuando los ciclistas ya miraban de reojo el podio final, la carrera se topó de frente con una sentada de un centenar de manifestantes a 18 kilómetros de meta. Los escapados lograron pasar, pero los grupos perseguidores y el pelotón tuvieron que esquivar por los arcenes a los activistas que reclamaban la exclusión del Israel-Premier Tech. Hubo momentos de caos y tensión: un detenido, corredores zigzagueando entre coches y agentes improvisando para despejar la vía. “Estuvo cerca de afectar al grupo, pero me sentí seguro”, resumió Vingegaard.
Jonas, pese a sufrir en estas últimas jornadas, sobrevivió a la ofensiva de un UAE que endureció al máximo para intentar darle la vuelta a la carrera con un Almeida 2º finalmente
No fue la única alteración. En Cercedilla, donde estaba previsto un sprint intermedio, la presencia de manifestantes –entre ellos las dirigentes de Podemos Ione Belarra e Irene Montero– obligó a modificar el recorrido. LaVuelta ya había sufrido cambios en Bilbao, Castro Urdiales o Valladolid, con metas adelantadas o cronos recortadas. Seis de las últimas diez etapas habían sido alteradas. El deporte quedó inevitablemente atravesado por la política.
La Comunidad de Madrid anunció que denunciará los “actos violentos” registrados en la penúltima jornada. “Cualquier reivindicación deja de ser legítima cuando se pone en riesgo la vida de corredores o aficionados”, señalaron fuentes regionales. En paralelo, Alberto Núñez Feijóo exigió al Gobierno que “condene y evite” las protestas, mientras que desde el Ejecutivo se lanzaron mensajes comprensivos con la causa palestina. LaVuelta, sin pretenderlo, se convirtió en un tablero diplomático.
Así se vive la ronda española en el pelotón
Israel Premier Tech, epicentro de la polémica, trató de pasar desapercibido: declaraciones mínimas, su director Óscar Guerrero se volvió para casa y el empresario Sylvan Adams defendiendo su proyecto desde la distancia. Desde el otro lado, los manifestantes lograron dar visibilidad internacional a su mensaje, colocando banderas palestinas en cunetas y pancartas en lugares estratégicos para las cámaras de televisión.
En este contexto, la última etapa mantiene el protocolo festivo pero con un despliegue de 1.500 policías en las calles de Madrid. El circuito de la Castellana, con diez pasos por meta, será la pasarela final para Vingegaard y también el escenario de la última batalla entre los velocistas. Jasper Philipsen parte como favorito para sumar un nuevo triunfo, con Pedersen –ya ganador del maillot verde– y Aular como alternativas.
Este viernes, a eso de la las 15.45, se volvió a colar en radio vuelta, donde se da la información oficial, una canción propalestina. Lo hace “casi a diario” según cuentan fuentes del pelotón a Radio MARCA.
Sea cual sea el desenlace deportivo en el esprint, la imagen que quedará será dual: la de un campeón danés confirmando su grandeza y la de un país dividido en torno a una protesta que se coló en la fiesta ciclista más importante del año. LaVuelta sobrevivió a su día más temido y alcanza Madrid entre la celebración y la incertidumbre, con la sensación de que este 2025 nada fue igual en la ronda española.