Cualquier proyecto necesita tiempo para crecer, asentarse o desarrollarse. Pero para que eso suceda el tiempo hay que ‘comprarlo’ o conseguirlo, y la Real se está empeñando en aporrear el reloj y la arena está cayendo más rápido. El equipo de Sergio Francisco está pretendiendo hacer unas cosas, y en algunos casos lo consigue por momentos, pero siempre un error propio muy grave frustra los planes. Si la Real juega contra el rival y contra sí misma, es muy difícil que el proyecto florezca y el libro lo acepte la editorial sin que busquen nuevo escritor.
La acumulación de errores propios, junto a la incapacidad de, con los jugadores disponibles y elegidos, detener las transiciones de los rivales, está siendo sangrante. Y en La Cartuja, cuyo adjetivo para la Real cambió sus primeras letras para dejar de ser mágica y convertirse en trágica, hubo otro capítulo de lo mismo.
Empezar por detrás
Se habló de la importancia en la previa pero la Real volvió a encajar primero, y además cada vez lo hace antes. Y sigue sumando días sin remontar, y va ya más de año y medio. En el minuto 7, ante una pasividad insostenible en todas las fases pero sobre todo personificada en Caleta-Car, encargado de marcar a Cucho, que se giró y disparó sin presión en el área, tras una conducción de Lo Celso bajo las múltiples miradas de realistas, llegó el 1-0 bético. La idea realista le dio para reaccionar rápido gracias a una de las pocas buenas presiones realizadas. Brais empató aprovechando su capacidad de ser determinante sin jugar bien. Le hace falta a la Real. Y cuando mejor estaba el equipo, sin llegar a ser notable, en el arranque de la segunda mitad llegó un 2-1 que no existe. Un centro tímido al área pequeña, que roza un extremo muy bajito como Abde, ganando la posición a Zubeldia. Pero el remate iba dirección a saque de banda. Fue Remiro, con una salida errónea quien se lo metió en su propia portería.
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La versión del equipo tras el segundo gol fue similar a la de Oviedo en la segunda parte. Con la brújula averiada, superados por la situación y sin margen de reacción ni para sostener el encuentro y al menos controlarlo para empezar a planificar la búsqueda del empate.
Sergio no acertó con los cambios en un equipo que estaba casi entero amonestado y sufriendo, y la carencia defensiva de un centro del campo loco formado por Brais, Sucic y Soler, de ‘4’, junto a más pasividad del resto, hizo que Fornals llegase liberado al área en el pase atrás del Betis para el 3-1 definitivo. Aunque pudo haber más, porque hubo más pérdidas realistas, menos ideas y actitud, y constantes transiciones que hacen ya temblar a los txuri urdin, esta vez de gris, y grises.