¡Se hace saber! El Emperador Carlos I de España y V de Alemania entrará de nuevo en Medina de Pomar el próximo 17 de octubre. Y, una vez más, se dará una gran fiesta.
Ya son veintiséis los años que Medina de Pomar rinde homenaje al último viaje del Emperador Carlos V y cada año se supera. El corazón de las Merindades vibrará con la XXVI edición de la Ruta de Carlos V. Qué mejor excusa para unirse a la fiesta y, emulando al monarca, explorar un fascinante entorno plagado de tesoros entre exultantes paisajes verdes ya coloreados por la varita mágica del otoño.
Cuenta la historia…
Corría el décimo mes del año 1556 cuando Medina de Pomar vivía nerviosa ante la inminente llegada de Carlos I de España y V de Alemania, dueño de un vasto Imperio en el que no se pone el sol. En la entonces villa haría una breve parada, siguiendo los pasos de otros reyes que ya la habían elegido antes para descansar, por su belleza y distinción. Después, seguiría camino al monasterio de Yuste (Cáceres), su retiro tras un azaroso reinado. Y así fue. No sin antes disfrutar en Medina de un gran homenaje, con una villa rendida a las celebraciones ante el más ilustre de los visitantes. Que viva el Emperador.
De aquella visita a Medina de Pomar se habló largo y tendido, como recogen los documentos oficiales. Y cinco siglos después sigue dando de qué hablar, pues la localidad rememora aquel épico capítulo con un evento a la altura: la ‘Ruta de Carlos V’, de Interés Turístico Regional. Una gran celebración con un inmenso programa que este año incluye más de 70 actividades infantiles, una veintena de espectáculos musicales, otros tantos teatrales, cuentacuentos, exposiciones temáticas, fuegos artificiales nocturnos y, por supuesto, artesanía y gastronomía en más de cuarenta puestos distribuidos por el conjunto histórico.
Medina de Pomar se convierte así en una fiesta con escenarios reales, entre los que destacan el Alcázar de los Velasco, un castillo del siglo XIV que alberga en la actualidad el Museo de las Merindades, o el Monasterio de Santa Clara, el Hospital de la Vera Cruz, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario y el antiguo convento de San Francisco, que hoy acoge un restaurante capaz de conquistar a los paladares más exigentes.
Pero no te puedes ir de Medina de Pomar sin explorar más allá de las murallas, descubriendo una zona sorprendente llena de tesoros escondidos. A continuación, te recomendamos cinco paradas top en un radio de entre media hora y cuarenta y cinco minutos de Medina de Pomar. ¡No te vuelvas sin verlas!
Puentedey
Dicen que este rincón de Las Merindades fue obra divina, y de ahí su nombre: Puente de Dios. El río Nela, paciente escultor durante milenios, talló un arco natural tan perfecto que la tradición lo atribuyó a un milagro. Sobre él se alzan las casas de Puentedey, como si flotaran en el aire, creando una estampa única en España. Pasear por sus calles de piedra y contemplar el puente desde el agua es descubrir un lugar mágico, donde la naturaleza y la leyenda caminan de la mano. Con tales atribuciones no es de extrañar que sea uno de los Pueblos Más Bonitos de España.
Puentedey.
Monasterio de Santa María de Rioseco
En el corazón del valle de Manzanedo, las ruinas del monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco se alzan como un poema abierto al cielo. Durante años estuvo condenado al olvido, hasta que la pasión de sus vecinos lo rescató piedra a piedra, devolviéndole a la vida. Caminar por sus claustros sin techo, entre arcos góticos que enmarcan las nubes, es sentir cómo la historia late con fuerza renovada. Es un lugar donde la belleza se mezcla con la emoción de saber que fue la propia gente del valle quien lo salvó, convirtiéndolo en símbolo de orgullo y memoria compartida.
Monasterio de Rioseco.
San Pantaleón de Losa
Elevada sobre un promontorio de roca, la ermita románica de San Pantaleón vigila el Valle de Losa. La silueta de su ábside y su portada, austeras y bellísimas, dialogan con el cielo cambiante y los verdes del paisaje. Subir hasta ella es un paseo corto con recompensa inmensa: un mirador natural que abre el horizonte en todas las direcciones. Entre leyendas de milagros y antiguas romerías, el lugar conserva un aire sagrado, íntimo, que invita al silencio y a la fotografía lenta.
San Pantaleón de Losa.
Ojo Guareña
Ojo Guareña es un mundo subterráneo de leyenda: más de cien kilómetros de galerías ocultas bajo tierra, donde el agua ha tejido durante siglos un laberinto de cuevas y ríos invisibles. Sobre este complejo kárstico, la ermita rupestre de San Bernabé parece custodiada por la montaña misma, con pinturas que narran milagros y tradiciones locales. Pasear por este enclave es adentrarse en un paisaje que mezcla misterio, espiritualidad y naturaleza en estado puro. No es solo un monumento geológico: es un lugar donde la imaginación y la historia caminan juntas bajo la misma roca.
Ojo Guareña.
Frías
Frías es una postal medieval hecha realidad: casas colgadas sobre la ladera, un puente fortificado sobre el Ebro y el castillo coronando el conjunto, como un faro de piedra. Pasear por sus callejas, asomarse a balcones y plazuelas, y trepar hasta la fortaleza es descubrir, paso a paso, una de las villas más singulares de España. El puente, con su torre defensiva, cuenta historias de mercaderes y fronteras; el castillo, de señores poderosos y atardeceres infinitos. Aquí la fotografía se dispara sola, y el viajero se lleva el sabor de la historia en cada esquina. Un plan redondo para una escapada con encanto, vistas y mucha vida.
Frías.