Seguía por la mañana en Albacete el runrún por el indulto de Paco Ureña al Diablillo de Daniel Ruiz y por la tarde llegaron los ecos del perdón de la vida a uno de Garcigrande por Emilio de Justo en Salamanca. A … esas horas Madrid recordaba su realidad sin notas triunfales: lo más cerca que se estuvo de que un toro regresase a chiqueros fue cuando Miguel Andrades se quedó a una milésima del tercer aviso. Un mundo le costó dar matarile al Avispa –vaya nombrecito– con el que tenía que ratificar su condición de matador. No había forma de que descolgara, con los pitones por encima de la cabeza del confirmante. Y eso que Avispa fue pura bondad, sin gota de maldad (y sin humillación).
Deseoso anduvo Andrades desde que se marchó a chiqueros, aunque el animal pasaría de largo. El hierro de Rehuelga llevaba el de la ceremonia, como los dos siguientes de un desafío ganadero en el que estos primeros –cercanos a los seis años– resultaron noblotes frente a las complicaciones de los escolares. Un trago pasaría con el último, que necesitaba de manos más expertas para no subirse a las barbas. Se sentó en el estribo el jerezano rezando a la imagen de su montera. Y un ángel lo protegió cuando el escolar lo despidió como una bala en un derrote. Fue un toro de interesante casta, pero cada vez más orientado y dificultoso.
Apenas dos semanas después de su cornadón en Bayona, con esa trayectoria que merodeó la femoral, el ciático y el recto, Juan de Castilla pisó Las Ventas, que le correspondió con una ovación. Enormes su mérito y su esfuerzo para ponerse delante de dos pavos tras semejante tabaco. Flojeó el de Rehuelga y le planteó una inteligente faena a media altura, oxigenándolo, con todo a favor de Logroñés. El quinto, de Escolar, emocionó con esa manera de arrastrar el morro en el saludo, con una lidia perfecta de Juan por abajo. Pero en varas y durante banderillas cambió a peor. Y Capador, que había prometido («o engañado», como apuntó un aficionado), se puso tremendamente costoso y correoso, pensándoselo una barbaridad. Dignísimo y capaz anduvo el de Medellín.
Para De Castilla fue el brindis de Ritter, que entró por la vía de la sustitución. De colombiano a colombiano en tiempos sin lírica en su país. Como tampoco la tuvo el desafío ganadero, que nos devolvió a las realidades de Madrid. Con buena actitud se mostró Sebastián. Y con valor. Porque había que tenerlo para estar delante del escolar cuarto, agresivo de pitones, sin exceso de carnes y midiendo una barbaridad. Con una solitaria ovación se arrastró la cárdena tarde. Adiós a las glorias de Castilla (La Mancha y León).
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Monumental de las Ventas.
Domingo, 14 de septiembre de 2025. 8.166 entradas. Toros de Rehuelga (1º, 2º y 3º, de casi seis años, más nobles, si celo) y José Escolar (4º, 5º y 6º, mucho más complicados), ausentes de bravura y entrega. -
Sebastián Ritter,
de púrpura y oro: estocada corta trasera (silencio); estocada caída (silencio). -
Juan de Castilla,
de púrpura y oro: pinchazo y estocada (saludos); pinchazo, estocada delantera y descabellos (silencio). -
Miguel Andrades,
de blanco y oro: pinchazo, estocada enhebrada, pinchazo y varios descabellos (leves pitos tras dos avisos); dos pinchazos y estocada trasera tendida (silencio).