CRÍTICA DE TEATRO
La obra de Ramón Madaula es una comedia que conjuga la parodia con la denuncia de la política de las buenas intenciones que ha convertido la gestión de los dineros públicos en un muladar de corrupción
Ramón Madaula y Jordi Boixaderas, en ‘Els bons’
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Autor
Ramón Madaula -
Dirección
Paco Mir -
Música
Jofre Bardagí -
Escenografía
Paula Bosch -
Vestuario
Carlota Ricart -
Iluminación
Eudald Gili -
Intérpretes
Jordi Boixaderas, Ramón Madaula, Anna Casals -
Lugar
Teatro Poliorama, Barcelona
‘Els Pastorets’ (Los pastorcillos) es una representación teatral para la Navidad que se remonta al siglo XV, aunque sus versiones más conocidas son de finales del XIX y principios del siglo XX. La búsqueda de posada de José y María se alterna con el combate entre los seres de luz -el ángel sobre el portal de Belén-, las criaturas infernales que comanda el Ángel Caído y la reacción de unos pastorcillos ante la Anunciación del Arcángel Gabriel.
Esta obra navideña sirve de motivo para el reencuentro de Narcís (Ramón Madaula) y Esteve (Jordi Boixaderas), dos amigos de la infancia: el primero dirige un teatro amateur y el segundo ha vivido siempre de la política. Narcís le comunica a Esteve que el proceso judicial que se le incoó le ha sido adverso: pronto llegará el requerimiento para que ingrese en prisión; como este año no podrá interpretar a Satanás le pide que lo sustituya. Esteve se muestra agradecido, pero tiene prisa: ha dejado mal aparcado el coche oficial. Ante la insistencia de Narcís permanece en el teatro para probarse el vestuario y ensayar un papel con el que su amigo pretende extraer la maldad que Esteve camufla bajo una bondad políticamente correcta. Y en esa maldad subyacente, el asunto de corrupción que ha llevado a Narcís a la trena…
‘Els bons’ (Los buenos) es una comedia que conjuga la parodia con la denuncia de la política de las buenas intenciones que ha convertido la gestión de los dineros públicos en un muladar de corrupción. Madaula -que también firma el texto- brilla con Boixaderas bajo la dirección de Paco Mir: la iluminación y los efectos sonoros ‘infernales’ realzan la progresiva ‘satanización’ del político que fingía apoyar a su amigo en apuros. Los diálogos se alternan con el ensayo de ‘Los pastorcillos’: metido de lleno en el papel del demonio, Esteve sustituirá la quincalla buenista por la cruda expresión de sus más oscuros sentimientos. El presunto ‘bueno’ ha dejado de serlo. Y el público aplaude sus ‘malos pensamientos’ por la empatía en la sinceridad. Baja el telón al ritmo del ‘Simpathy for the Devil‘ de los Stones. Un buen colofón para el disfrute.
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