Eran las 10:30 de la mañana y ya había una mujer haciendo cola. La cita era realmente a las 11:00, hora en la que las galerías de ArteMadrid afrontaban una nueva jornada de Apertura, la inauguración conjunta de todas ellas para dar la bienvenida a la nueva temporada.
Llevábamos días anunciándolo, y todo hacía pensar que nuestra iniciativa iba a funcionar: A saber: Todo aquel que se presentara en la mañana del sábado 13 de septiembre en la galería Fernando Pradilla de Madrid, el artista Álvaro Barrios, uno de los padres del conceptual en Latinoamérica y al que dedicábamos nuestra portada, se encargaría de firmarle personalmente uno de los ‘Grabados populares’ del artista que publicábamos en nuestra revista, tranformándolo así en una obra de arte reconocida por el creador. El éxito de la convocatoria superó cualquiera de nuestras más optimistas expectativas.
«Estoy siendo víctima de mi propia propuesta», me respondía burlonamente unas horas después el propio Barrios. Cuando nosotros llegamos a la cola eran las 12:30. El grabado que nos reconoció hacía entonces el 176. Cuando dio por acabada la ‘firma de ejemplares’ había superado los 400. Natural que estuviera exhausto. Lo hizo uno a uno y a mano, empleando lápices blandos, tal y como solicitó a la galería días antes, incluyendo al pie de la imagen seleccionada, uno de los grabados inspirados en su serie ‘La multiplicación de los cuadros’ y reproducido ahora en papel de periódico, el número del ejemplar que se ponía a su disposición de una tirada de 50.000 más su nombre completo.
El problema es que no solo le traían ejemplares de ABC Cultural. En la mañana del sábado, Barrios se enfrentó a la ‘autentificación’ de hojas de sala, reproducciones de la obra impresas en papel, libros, catálogos, obras de su autoría más antiguas de la misma naturaleza… Lógico que justo cuando acabó de firmar los ejemplares de nuestros compañeros de ABC Cultural tuvieran que parar la cola para darle al colombiano un masaje en la mano. En ningún momento perdió la sonrisa.
Una vez al año no hace daño
No es la primera vez que Álvaro Barrios pone en marcha esta iniciativa. Hasta en 70 ocasiones la ha repetido («procuro hacerla una vez al año», me confiesa) desde que en 1971 la iniciara de la mano de ‘El diario del Caribe’ de su Barranquilla natal para darle una segunda oportunidad a unas imágenes, tres en ese momento, utilizadas en un anuncio y que, al obligarle al artista a realizarlas como publicista y no como creador, se publicaron en prensa sin firma. Esta se le devolvería a todos los ejemplares que se le hicieran llegar, convirtiendo así a los dueños de esos períodicos en coleccionistas de arte.
Hacia las once de la mañana del sábado ya había más de quince personas esperando. El retraso del artista unos minutos hizo que esos afortunados pudieran gozar de una visita guiada a su exposición por parte de uno de los miembros de la galería: «A lo largo del día vino todo tipo de públicos –nos cuentan sus responsables–. Se acercaron muchas personas seducidas por la iniciativa pero que no estaban habituadas a visitar la galería, de forma que al final el proyecto ha cumplido sus intenciones, que es el de hacer popular el arte. También se acercaron algunos agentes del arte».
Momentos solemnes
De arriba abajo, Barrios firma los ejemplares de ABC Cultural, mientras se certifica el proceso; algunos de los lectores que se acercaron para conocer al creador; detalle de la firma debajo de los ‘grabados populares’
Y lo más sorprendente para el que esto escribe: un nutrido grupo de compatriotas colombianos de Barrios, sin duda alguna, los que mejor sabían lo que se traían entre manos. Porque ‘los españoles’ se sorprendían al principio de que tan solo se tratara de firmar la página. Pero el ‘lobby latino’ entraba a todo tren en la locura provocada por Barrios. Muchos de ellos llegaban a la galería con auténticos fajos de ABC Cultural entre los brazos. Eran los que habían ‘saqueado’ previamente los kioskos del barrio de Salamanca (doy fe que esa jornada era imposible localizar ni un solo ejemplar de ABC en las inmediaciones. «Llevo horas buscando uno. ¿Qué ha pasado?», decía alguien).
Alguno en la cola comentaba con pena cómo le había sido imposible ‘sobornar’ al kioskero de turno, que todavía atesoraba ejemplares para los ‘clientes de toda la vida’. Que algo así podía pasar, que la avalancha era inminente, nos lo anticipó el hecho de que el pasado miércoles, cuando todo esto aún era un anuncio, una persona contactó con ABC solicitando 120 ejemplares del siguiente sábado… En un momento determinado se decidió que Barrios firmaría todos los ejemplares que le trajeran pero que, para no hacer esperar a aquellos que solo portaban uno, la firma por individuo se limitaría a cinco por tanda. Si se traía más, había que volver a hacer la cola. El caos empezaba a estructurarse…
Un hombre de palabra
Barrios, durante toda la mañana se portó como la persona de palabra que es. A su lado, Emilio, tomaba nota a modo de notario de todo lo que acontecía, y era el encargado de que el artista no se perdiera en el conteo y duplicara las autentificaciones. Llegaban luego las fotos: durante el momento de la firma, después de la misma, a escondidas, en plan selfie… El creador colombiano parecía una auténtica rock-star vitoreada por su público. «Menos mal que mañana viajo a Italia», me decía por ‘lo bajini’ mientras me atendía. Aún así, estaba francamente contento.
Barrios, en un momento de la firma
A las 14:00 hora de finalización del acto, la galería aún estaba llena. Se optó pues por cerrar sus instalaciones para que no pudiera entrar nadie más, mientras Barrios atendía a aquellos que sí que habían llegado en el horario reglamentario. Eran tantos, que el colombiano acabó su quehacer pasadas las cuatro de la tarde. En ningún momento perdió la sonrisa.
Y todo el que quiso pudo llevarse a casa su propia obra de arte, una similar a la que custodian instituciones como el Museo Reina Sofía o el mismísimo MoMA de Nueva York que cuentan con algunos ejemplares antiguos, bien enmarcados, de ‘grabados populares’ puestos en circulación en iniciativas pretéritas similares.
Esta, la primera en España y con nuestra cabecera, quedará para el recuerdo.
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