Valérie Perrin estaba en una piscina pública cuando escuchó a un niño llamar algo perdido a su tía. ‘¡Tatá! ¡Tatá!’, gritaba y aquellas simples palabrasla enternecieron tanto que se dijo: «ahí tengo un personaje». La madre de la escritora francesa superventas, con más … de 4.5 millones de lectores, tuvo seis hermanas, y la figura de la tía siempre estuvo acompañándola en la infancia. «Son como madres alternativas y siempre han sido figuras entrañables», comenta. Ésta fue la génesis de ‘Tatá’, el fenómeno editorial que ahora llega al lector español gracias a Duomo.
La historia nos presenta a Agnès, una cineasta que un día recibe una extraña llamada. Le dicen que Colette, su tía, ha fallecido y que si puede hacer el favor de reconocer el cadáver. Sólo hay un problema con esta noticia, su tía lleva tres años muerta. Agnès viajará a Gueugnon, el pequeño pueblo de la Borgoña donde nació y reconocerá a su tía. Dos preguntas la obsesionarán a partir de entonces: ¿por qué su tía fingió su propia muerte y nunca confió en ella para decírselo? y ¿quién es la mujer que ha estado enterrada en la tumba del cementerio durante estos tres años?
A partir de aquí se iniciará una investigación en busca de desentrañar este extraño misterio y que pondrá patas arriba todo lo que creía que era ella y su familia. «Me tomo mi tiempo y trabajo poco a poco, madurando la historia. Lo que tenía claro desde el principio es que quería que la protagonista y el lector fueran conociendo la verdad de esta historia al mismo tiempo. Todos estamos llenos de secretos y tabúes incluso dentro de nuestras familias, pero la verdad sienta muy bien», afirma Perrin.
La tía Colette parece una de esas solteronas que siempre había tenido una existencia monótona. Sin embargo, el descubrimiento de unas cintas de cassette harán que Agnès descubra quién era Tatá en realidad y lo poco que sabía de ella a pesar de haberse criado junto a ella. «A veces es más fácil hablar a una máquina que a una persona. Colette encuentra un vehículo para sincerarse y que su historia no se pierda. Todos tenemos una historia que contar, si ponemos el foco y miramos de cerca y escuchamos», comenta la escritora.
La idea de que todas las vidas pueden ser interesantes le vino de leer. Las novelas le abrieron una ventana al corazón secreto de las personas y allí descubrió que no sólo los héroes o las personas extraordinarias viven vidas interesantes. «Siempre he sido lectora, mucho antes incluso de pensar en ser escritora. Me acuerdo de leer ‘La sombra del viento’, de Carlos Ruiz Zafón y ver la historia de ese librero y su hijo y quedarme maravillada con las vidas de estas personas en apariencia tan normales. Esa sensación es la que intento reproducir en mis libros», asegura.
Una historia de éxito
Su primera novela fue ‘Les Oubliés du dimanche’, la historia de un enfermera y su relación con los ancianos de su residencia y cómo luchará para que sus historias no se pierda. «Maduré durante 15 años esta historia. Quería hablar de cómo hemos de potenciar las relaciones intergeneracionales y lo importante que es comunicar nuestras vidas íntimas. Su éxito me convirtió en escritora, no a la inversa», reconoce la autora.
Borgoña y el pueblo de Gueugnon vuelve a ser el escenario de ‘Tatá’, como ya lo fuera en sus tres novelas anteriores. Este microuniverso propio ha conectado con multitud de lectores en todo el mundo, con más de 40 traducciones, algo que ella aduce a un factor muy sencillo. «Hablan de valores universales, del amor, de la pena, de la muerte, de cómo el pasado intoxica el presente. Lo único que sé es que el éxito te genera mucha presión, pero si mi primera novela no hubiese estado respaldada por tantos lectores, quizá no hubiese continuado escribiendo», comenta.
De momento, está estudiando las ofertas que le llegan para una versión audiovisual del libro. Lo que llegará el próximo año es la adaptación fílmica de ‘Changer l’eau des fleurs’, su segunda novela, bajo la batuta del cineasta Jean-Pierre Jeunet. «Una noche estaba cenando con Jean-Pierre y le pregunté por qué en ‘Amelie’ la madre de la protagonista era de Gueugnon. Para mi sorpresa, me dijo que sus abuelos eran de allí y ella pasó su infancia en sus calles. La idea de que los dos nos paseábamos por allí al mismo tiempo sin conocernos y que 40 años después rodábamos una película juntos me fascina», concluye.