«Liquidación de katanas a 45 €» es lo primero que llama la atención al acercarse a los puestos de venta en la Comic-Con de Málaga. Entre las filas de gente ansiosa por hacerse con una, apenas se distingue qué productos se ofrecen; … los ‘stands’ dedicados a la venta de réplicas de espadas japonesas se han convertido en auténticos lugares de peregrinación para coleccionistas y aficionados.
La katana, símbolo del bushido y del alma del samurái, tiene una rica historia que se remonta al período Kamakura (1185-1333). Durante este tiempo, los herreros japoneses perfeccionaron técnicas de forja que daban lugar a espadas de gran calidad y resistencia. El proceso de fabricación de una katana tradicional incluye la fusión de hierro y carbón vegetal en un horno especial llamado tatara, creando una aleación conocida como tamahagane. Este acero se pliega y martilla repetidamente para eliminar impurezas y mejorar su flexibilidad y dureza. La hoja resultante presenta una curvatura característica que permite cortes rápidos y precisos.
Durante el período Edo (1603-1868), la katana se consolidó como el arma principal de los samuráis y un símbolo de estatus y honor. Con el tiempo, su uso se restringió a la clase guerrera, y en la era moderna, esta se ha convertido en un objeto de colección y un emblema cultural de Japón.
Aunque las katanas originales son antiguas y de gran valor histórico, las primeras réplicas comenzaron a venderse fuera de Japón a finales del siglo XX, impulsadas por el auge del manga, el anime y los videojuegos. En los años 80 y 90, series como ‘Dragon Ball’, ‘Sailor Moon’ y posteriormente ‘Rurouni Kenshin’ popularizaron el interés por las espadas japonesas entre los jóvenes de todo el mundo. Las pioneras eran principalmente decorativas, de madera o metal ligero, pero con el tiempo fueron evolucionando hacia modelos más realistas y detallados, capaces de captar la atención de coleccionistas y ‘cosplayers’. Desde entonces, ferias, convenciones y tiendas especializadas comenzaron a ofrecer réplicas de katanas de anime, videojuegos y películas, convirtiéndose en un fenómeno global que une cultura, fantasía y pasión por la tradición japonesa, cada vez con más auge.
En la San Diego Comic-Con de Málaga, los ‘stands’ más concurridos son aquellos que ofrecen réplicas de katanas de anime y videojuegos. Modelos inspirados en series como ‘Guardianes de la Noche’ (la katana de Tanjiro con hoja negra y detalles verdes), ‘Bleach’ (Zanpakutō de Ichigo), o ‘Sword Art Online’ (la katana Elucidator de Kirito) se agotaban rápidamente entre coleccionistas y ‘cosplayers’. Incluso algunos visitantes lograron llevarse réplicas de películas como ‘Kill Bill’, la famosa Hattori Hanzo, y otras icónicas del cine japonés.
«Siempre he soñado con tener la katana de Ichigo», comenta Álvaro, que ha comprado su primera espada japonesa, en esta ocasión, de ‘Bleach’: «Ver tantas réplicas en un mismo lugar es una locura, y encima puedes probarlas y aprender un poco sobre cómo se manejan». Fuera del Palacio de Ferias y Congresos, muchos asistentes no pudieron resistirse a probar sus nuevas adquisiciones. Grupos de personas se organizaban en pequeñas «batallas amistosas» con katanas de plástico o réplicas ligeras, recreando escenas de sus animes favoritos mientras otros grababan vídeos y compartían fotos en redes sociales. «Es como llevar un pedazo del anime a la vida real», comenta Alberto, de 19 años, que al acabar la frase esquiva y bloquea un golpe con la katana de Sasuke de su amigo.
«No es solo comprar una espada, es entenderla, saber de dónde viene y cómo se hacía originalmente», explica Luis, un aficionado de Granada que combina su pasión por el ‘cosplay’ con la historia japonesa. «Es parte de entender lo que ves. Hasta que no tienes una en las manos, no lo entiendes». Los ‘cosplayers’, por su parte, no pierden la oportunidad de integrar sus katanas en sus disfraces. Laura, vestida como Tanjiro de Guardianes de la Noche, sostiene su réplica mientras posaba para fotos junto a otros fans: «Mi katana es parte de mi personaje. Poder usarla y sentir que estoy dentro del anime es una ‘guapada’», comenta entre risas. «Esto no corta, eh», asegura mientras toca la punta varias veces con el dedo índice.
Los ‘stands’, por su parte, no dan a más. La afluencia de visitantes se mantiene constante desde primera hora, con filas que se extienden por los pasillos del recinto. Los expositores intentan atender a todos con rapidez, mientras los coleccionistas más experimentados inspeccionan cada detalle antes de decidirse a comprar. El ritmo frenético y la emoción palpable hacen que cada venta sea un pequeño acontecimiento, con compradores que salen del puesto sosteniendo su espada recién adquirida con una mezcla de orgullo, satisfacción, y con indecisión de no saber dónde guardarla.
«Esto no para», señala uno de los vendedores mientras sostiene en sus manos la Espada Maestra de ‘The Legend of Zelda’. «Me encantaría contar más detalles, pero llevamos tres horas enseñando katanas… enseñando, ¿eh? Venderlas las vendemos, pero hay mucha gente que viene solo a ver si son réplicas buenas». Se ríe, cansado, y deja la pieza en el expositor. El cliente interesado había desaparecido. «Luego la gente se pega con ellas, y mira que les decimos que no es para esto».
El fenómeno de las réplicas de katanas ha llevado a muchos fans del anime a comenzar sus propias colecciones, que cada vez incluyen más piezas. No se trata solo de conseguir la espada más llamativa, sino de reunir varias réplicas pequeñas de series diferentes, cuidarlas y mostrarlas con orgullo. «Ahora tengo tres katanas en casa, cada una de un anime distinto, y estoy pensando en añadir una cuarta. Estoy buscando alguna de Zoro (‘One Piece’)», comenta Javier, un joven aficionado de 22 años.
«Para mí es un recuerdo del anime de Oda, y un pedazo de toda mi adolescencia… La verdad es que no sé por qué no la he comprado antes». Al preguntarle si piensa batirse en duelo con alguno de los chicos que combaten en el espacio exterior, mira con los ojos muy abiertos antes de decir: «¿Hay gente haciendo eso? Están locos, que esto es de coleccionismo».
La Comic-Con de Málaga está dejando estos días un rastro de emoción, conversaciones, fotografías y recuerdos compartidos. Para los fans, cada réplica no es solo un objeto decorativo, sino un vínculo tangible con sus series favoritas, una forma de expresar su pasión y, sobre todo, de vivir la fantasía en primera persona. Entre espadas, ‘cosplay’ y camaradería, el evento demuestra que la magia de estos objetos ha residido tanto en la tradición que representan como en la comunidad que los ha celebrado.