Desde que, en la temporada 2006/7, debutara en el Teatro Real, Nicola Luisotti (Viareggio, Italia, 1961) ha dirigido catorce títulos (alguno de ellos dos veces), con abrumadora mayoría, ocho, óperas de Giuseppe Verdi: ‘Il trovatore’, ‘Rigoletto’, ‘Aida’, ‘Don Carlo’, ‘La traviata’, ‘Un … ballo in maschera’, ‘Nabucco’ y ‘Attila’. Ahora, este indiscutible ’embajador de Verdi’ suma un nuevo título: ‘Otello‘; con esta obra, una de las últimas del compositor de Busseto, se inaugura el día 19 la temporada del coliseo madrileño. La producción, dirigida por David Alden, se presentó hace casi una década en el Teatro Real, cuya temporada 2016/17 inauguró. Brian Jagde y Jorge de León se alternarán como Otelo –Angelo Villari lo interpretará el 3 de octubre–; Asmik Grigorian y Maria Agresta interpretarán a Desdémona, y Gabriele Viviani, Vladimir Stoyanov y Franco Vassallo harán lo propio con Yago. Airam Hernández, Albert Casals, In Sung Sim, Fernando Radó y Enkelejda Shkoza completan el reparto junto al Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real y los Pequeños Cantores de la Orcam.
Basada en la tragedia de William Shakespeare, ‘Otello’ cuenta con libreto de Arrigo Boito y vio la luz en la Scala de Milán el 5 de febrero de 1887. «Shakespeare tomó la historia de un relato de Giovanni Battista Giraldi Cinzio –explica Luisotti–. Pero Verdi y Boito dejaron fuera mucho de lo escrito por el dramaturgo inglés, como el primer acto, que transcurre en Venecia. No se explica tampoco por qué Otelo se convierte en el monstruo que nos muestra la ópera, ni por qué Desdémona está en Chipre… Pero ‘Otello’ está escrita por la mano de Dios; el trabajo de Verdi y Boito es lo mejor que se podía hacer con esta obra de Shakespeare. Pero faltan elementos como la muerte de Emilia, la relación de Otelo con Rodrigo, no aparece el personaje de Blanca… Yo creo que Verdi y Boito se inspiraron tanto en Shakespeare como en Cinzio, cuyo relato seguramente conocían bien».
La música lo justifica todo
La música lo justifica todo, añade el director de orquesta. «Es muy poderosa y justifica la falta de algunos elementos dramatúrgicos. La música aporta las emociones que no da la palabra. El proceso de composición le llevó a Verdi ocho años, desde 1879 hasta 1887, en que se estrenó. Creo que Verdi no estaba convencido de escribir una ópera sobre el texto de Shakespeare; la ópera se iba a titular ‘Iago’, pero finalmente se cambió por el título definitivo, que es lo justo». A pesar de ello, el propio Verdi escribió a propósito de esta ópera: «Shakespeare es mi guía suprema. En ‘Otello’, la música no debe eclipsar las palabras, sino amplificarlas. Cada nota debe sangrar con los celos de Otelo, la inocencia de Desdémona y la maldad de Yago. Es mi ópera más ‘shakespeariana’».
Fue Arrigo Boito quien le propuso a Giuseppe Verdi esta ópera en 1879. El compositor tenía entonces 66 años, y sus últimos estrenos habían sido ‘Aida’ (1872) y el ‘Requiem’ (1874). «Verdi no era, creo, muy consciente de lo que estaba haciendo, pero tenía un miedo extraordinario. Fue Arrigo Boito quien le ayudó a superarlo; él era también un gran compositor –es el autor de la ópera ‘Mefistofele’–, y solo un compositor podía ayudarle a superar esos temores».
Escuchando la ópera parece mentira que Verdi tuviera miedo alguno. Momentos como el coro ‘Fuoco di Gioia!’, el dúo ‘Già nella notte densa‘, entre Otelo y Desdémona; el aria ‘Credo in un Dio crudel’, que canta Yago; el dúo entre éste y Otelo, ‘Sí, pel ciel marmoreo giuro‘; la plegaria de Desdémona, ‘Ave Maria’; o la muerte del protagonista, ‘Niun mi tema’, son fragmentos que hacen de este título una obra maestra de la ópera del género. A Nicola Luisotti –que dirigió ‘Otello’ por vez primera en el año 2000– lo que más le impresiona, asegura, es «el cambio de estilo de Giuseppe Verdi». Algo que, asegura, proviene del libreto que Arrigo Boito le puso enfrente al compositor. «No es que Verdi decidiera cambiar de estilo porque sí, sino porque el libreto lo hacía necesario. Verdi cierra con esta obra el siglo XIX y abre el siglo XX».
Siglo XX
En la composición, sigue el director de orquesta, no se nota el paso de los años en Verdi. «Al contrario; para mí es una composición más joven, más fresca. Hasta ‘Aida’, estaba instalado en el sistema de composición del siglo XIX, romántico, en el melodrama del ‘Ottocento’. Y en ‘Otello’ él decide desarrollar la historia de otra manera. Escribe un final concertado para el tercer acto muy complicado musicalmente y totalmente distinto a los concertantes que había escrito anteriormente. También sorprende cómo trata la palabra, las arias… No hay arias cerradas. Toda la ópera es como si fuera, en cine, un plano secuencia. Todo va recto, en una sola dirección. También sorprende la orquestación; utiliza dos trompetas y dos cornetas, cuatro fagots, un órgano…»
A pesar de los veinticinco años que lleva con la partitura a cuestas de teatro en teatro, dice Nicola Luisotti que le sigue sorprendiendo. «Cuando dirijo esta ópera, me digo a mí mismo que solo quiero dirigir ‘Otello’; es una de las pocas obras con las que me ocurre. Cuando voy a dirigir las demás, me parecen todas obras tontas. Luego tengo que centrar mi cabeza y pensar que ‘Otello’ es ‘Otello’, pero hay otras óperas también extraordinarias. Pero ‘Otello’ es una obra particular, como ‘Falstaff’. Son las dos obras singulares por cómo trata la orquesta, las voces… El de Otelo es un papel casi imposible; para interpretar a Otelo no necesitamos a un cantante, sino a un héroe. No se le puede ayudar desde el podio; o lo canta o no lo canta».
‘Otello’, añade Luisotti, es una ópera de mucho detalle, de sutileza. «Cómo trata al coro en el primer acto, por ejemplo, cómo muestra la tormenta… Es increíble, increíble. Y pone mandolinas, guitarras, ¡una cornamusa!, que desgraciadamente no se puede usar; yo lo intenté en una ocasión, pero sonaba desafinada».
Cuando se plantea la puesta en escena de una obra como ‘Otello’, que «habla por sí misma», concluye Luisotti, «hay que hacer, e intentar desarrollar, lo que está escrito; intentar entender la partitura y subrayar todos los muchos detalles que tiene».