Llevaba todo el día soplando el viento en Madrid. Por la tarde, todos miraban a las banderas, que no paraban de ondear. Y salió un astifinísimo primer toro al ruedo, de Monteviejo, con el aire sin parar de soplar. Fue a recibirlo Serafín … Marín, y, sin hacer caso del viento o de los leños de su oponente, se plantó pronto a darle verónicas. Por el derecho, le prendió Estafador en unos instantes que se hicieron eternos: una cornada le dio en el muslo, otra le metió en el aire, para volver a cogerle cuando ya estaba en el suelo. Espeluznantes momentos, aprendiendo el toro latín además. Con una brecha en la cabeza se tuvo que ir a la enfermería, quedando la corrida en mano a mano.
No puso las cosas fáciles el cobaleda, ni en la lidia, ni en la faena, de la que se tuvo que hacer cargo Juan Pablo Sánchez, que estuvo firme y poderoso con el animal, que más de un susto intentó darle, especialmente por el derecho. Y cuando pudo cazarlo bien el mexicano, le pegó un último arreón a un peón. Imposible era este primero. Pero dejó a la plaza conmocionada por el percance, pensando en la dureza de esto: era la oportunidad este año de un torero con oficio como el catalán, con lo importante además que es que haya toreros de allí, y que llevara toda la temporada preparándose para esta cita, para que apenas después de dar tres verónicas al primero, tenga que irse a la enfermería con un tabaco de 30 cm…
Una preciosidad era el que salió segundo, al tenerse que correr turno. Chatito, pero con un cornalón impresionante, y con ciertas malas ideas. Pasaba por el capote de Gerpe, pero sabiendo lo que se dejaba atrás. No se empleó en el caballo y se mostró distraído en banderillas. Así llegó a la muleta de un valiente Luis, que tuvo que luchar contra el viento y el tanque que tenía por oponente, que no quería sentirse podido, y le dio un par de tandas por la diestra inteligentes y buenas. Y se tiró encima recto como una vela a matarlo, lo que tenía especial mérito viendo los petacos del animal, dejando una buena estocada.
El tercero, reseñado en segundo lugar, era otro tío, aunque menos guapo que el anterior, y no humillaba ni por asomo. Tampoco estaba sobrado de fuerzas ni de buena idea, por lo que invitaba a la desconexión el Partido de Resina. Por ello, tuvo mérito que no se aburriera el torero, aunque cada vez el viento -muy frío, cómo se nota que es el final del verano- iba a más, pero eso no impidió al mexicano meterse en los terrenos del toro y jugársela, porque poco más permitía Escribano.
En la enfermería dejó la montera Gerpe, antes de comenzar la faena al imponente cuarto, segundo del lote de Marín, cuando se acababa de conocer el alcance del tabaco que llevaba el catalán. Frente al 6 se plantó el de Seseña, con la muleta prácticamente en horizontal, y con un valor seco estructuró una faena con un encastado animal, al que era imposible templar por las circunstancias. Pese a eso, el toledano bajó la mano y dio series importantes por la diestra. La espada cayó algo desprendida, pero se tiró bien a matarlo, por lo que hubo petición, y dio una vuelta al ruedo.
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Plaza de toros Monumental de Las Ventas (Madrid).
Domingo, 21 de septiembre de 2025. Entradas: 8236 espectadores. Desafío ganadero entre Monteviejo (1º, 5º y 6º) y Partido de Resina (2º, 3º y 4º). -
Serafín Marín,
de azul marino y oro. Herido. -
Juan Pablo Sánchez,
de verde y oro. Estocada y descabello (silencio). Estocada (silencio). Pinchazo, media tendida y trasera (silencio). -
Luis Gerpe,
de obispo y oro. Estocada casi entera (saludos). Estocada desprendidita (vuelta). Estocada que hace guardia y estocada (silencio). -
Parte de Serafín Marín: Herida por asta de toro en 1/3 medio-inferior de cara lateral externa de muslo derecho, con una trayectoria
Y volvimos a lo de Monteviejo en el quinto, un toro andarín que nunca se empleó, se quedaba corto, puso en aprietos a la cuadrilla del mexicano, y fue imposible tomarle la distancia porque no dejaba de caminar, pero con una desgana además… Lo macheteó Sánchez, y a otra cosa, porque ni trasmitía el peligro evidente que tuvo el primero.
Cerró la fría y complicada tarde Rondo, un animal de menos caja y más chico que los anteriores, pero con trapío y una cara que imponía. Salió además como un torpedo, mirando a tablas y apretando hacia los adentros. Se dejó picar, haciendo bien su labor el varilarguero. Brindó Gerpe a David Mora, y se intentó sacar al cobaleda a los medios, pero era imposible con el vendaval, que cada vez iba a más. Además, el toro ya sabía lo que había detrás de la muleta, y se revolvía rápido. Firme estuvo el toledano, al que le funciona la cabeza. Cuando entró a matar por primera vez, la espada le rebotó, golpeándose el torero en la cara.