A menudo percibida como insensibilidad o racionalidad exagerada, la alexitimia o incapacidad para nombrar las propias emociones se considera un rasgo real de la personalidad, que afecta a mucha más gente en el mundo de lo que pensamos. Aquí tienes todo lo que necesitas saber sobre la alexitimia, y algunos consejos para vivir (mejor) con ella.
¿Qué es la alexitimia?
La etimología griega de la palabra ya nos dice mucho sobre su significado: compuesta por el prefijo -a ‘sin’, -lexis ‘palabra’ y -thymos ‘corazón, alma’, la palabra significa literalmente ‘ausencia de palabras para el corazón’. Shakespeare lo resume a la perfección en la diatriba “I cannot lift – my heart to my lips” (No puedo levantar mi corazón hasta mis labios) de El Rey Lear (1606), cuando Cordelia no puede expresar en voz alta lo que siente. De hecho, detrás de la alexitimia se esconde una realidad: la dificultad para reconocer, nombrar y expresar las emociones, que afecta al 10-15% de la población mundial. El término fue acuñado en los años 70 por el psiquiatra estadounidense Peter Sifneos, que lo introdujo al observar a pacientes incapaces de expresar con palabras lo que sentían, incluso en situaciones perturbadoras. El concepto se impuso rápidamente como objeto de estudio psicológico por derecho propio, en la encrucijada del psicoanálisis, la psicología cognitiva y la neurociencia.
Contrariamente a la creencia popular, los afectados no carecen de emociones: simplemente tienen dificultades para descodificarlas y traducirlas. Donde otros podrían hablar de tristeza o miedo, ellos tienden a evocar sensaciones corporales: “me duele el pecho” en lugar de “estoy triste“. Esta confusión interna suele complicar las relaciones sociales y afectivas: percibidas como frías o distantes, estas personas carecen en realidad de un vocabulario emocional lo bastante rico como para comunicar sus experiencias. La neurociencia sugiere que la causa puede estar en el funcionamiento de las conexiones entre el córtex y el sistema límbico, mientras que otros estudios destacan el papel de una mala educación emocional en la infancia, o de un trauma que “corta la comunicación” entre las emociones y su expresión. En definitiva, la alexitimia es sólo la punta del iceberg, ya que este trastorno suele ser sólo una consecuencia o manifestación de un malestar mayor.
¿Cómo sé si soy propenso a la alexitimia?
No siempre es fácil detectar la alexitimia en casa, pero existen ciertos signos comunes: