Horas más tarde, Roberts volvió a apostar por la misma narrativa estilística con un estilismo más sencillo. Se decantó por un vestido camisero grisáceo de silueta oversize de Khaite, abotonado de arriba a abajo y con las mangas ligeramente remangadas. De nuevo, la corbata (en este caso, negra y fina) se convirtió en el eje de la propuesta, reforzando la idea de poder que transmite lo sartorial. Y a sus pies, unos tacones negros con lazada estilo boudoir de Jimmy Choo redondeaban el look junto a un bolso con cinturón de Manu Atelier; unos detalles que confirmaba su estilista, Elizabeth Stewart, vía Instagram.
Ambas propuestas comparten un hilo conductor evidente: la corbata como símbolo de empoderamiento, aunque también como un guiño divertido al pasado y a su propia trayectoria en la alfombra roja. Una muestra de que, a sus 57 años, la intérprete está recuperando la esencia de aquella joven que rompió moldes, y vuelve más segura de sí misma que nunca.
Jose Perez/Bauer-Griffin