Inteligencia colaborativa, la clave del buen trabajo en equipo
Seguro que más de una vez has experimentado esa maravillosa sensación de cantar junto a cientos de personas desconocidas en un concierto una de tus canciones favoritas, tener una conversación inesperada con quien estaba a tu lado que te ha inspirado muchísimo, poder ayudar a alguien que estaba en un apuro o terminar un proyecto tras meses de trabajo en equipo. Y es que eso que se siente cuando se hace algo en colaboración con otros nos habla de nosotros como seres sociales que, en contra de la deriva del individualismo, necesitamos de la comunidad para reafirmarnos, avanzar, protegernos, luchar por lo que creemos y aprender. Y es que, como afirma el divulgador e ingeniero informático, Pascual Parada, “las mejores ideas de progreso, innovación y desarrollo siempre han venido de ideas inspiradas en otras, o mejor aún, discutidas y debatidas en grupo”.
Esta necesidad y capacidad social aplicada al plano profesional nos lleva hasta la inteligencia colaborativa, que desde la iniciativa de liderazgo consciente, Emergentes, definen de la siguiente manera: “La inteligencia colaborativa es un modelo multiplicador de alto valor añadido. Conecta en igualdad a grupos, relativamente reducidos, de mentes expertas que participan y colaboran intensamente desde la multiperspectiva. Lo que hace emerger nuevos conocimientos e ideas para innovar y cocrear nuevas posibilidades”. Así, como defiende Cristina Ortega, directora de operaciones en Cegos, las organizaciones que integren este enfoque no solo se adaptarán mejor a los cambios sino que incluso podrán anticiparse a ellos. Se generarán espacios donde la diversidad de talento se transformará en un gran activo que aportará capacidad de innovación constante.
El poder transformador de la inteligencia colaborativa
En ocasiones se cree que invertir en tecnología es el camino hacia una mayor eficiencia. En parte es cierto, pero también lo es hacerlo sobre estrategias de grupo y de interconexión entre empleados. Y más ahora, ya que, según afirma Rebecca Hinds de The Work Innovation Lab: “Con la creciente adopción del trabajo distribuido, el uso de más tecnologías y la implementación de flujos de trabajo cada vez más complejos, la colaboración se ha vuelto más invisible que nunca”. Así, esta forma de colaboración permitirá identificar cómo los equipos pueden optimizar su desempeño, aumentar su productividad y, por tanto, la rentabilidad del negocio.
Como apunta Heidi Gardner de Harvard, cuando los equipos colaboran entre departamentos, mejora la lealtad del cliente y aumentan los márgenes de beneficio. Esto vendrá de un aumento de la motivación y de la satisfacción al sentir que se tiene un valor real, del sentido de la pertenencia y, por tanto, del mayor compromiso. “A nivel organizativo la inteligencia colaborativa impulsa la innovación, ya que la diversidad genera otro tipo de ideas y soluciones. Pero lo más transformador es el impacto en la cultura organizativa, ya que se construyen entornos donde las personas no solo trabajan juntas sino que sienten que forman parte de algo mayor que ellas mismas”, explica Cristina.
Pero, para que esos beneficios se den, es necesario que el líder y los empleados sepan cómo hacerlo. Y aquí entran en juego varios aspectos. Uno de ellos es saber cómo movilizar recursos internos como la creatividad, la motivación y el entusiasmo hacia los demás. Por eso es importante la madurez de los integrantes del equipo, siendo éstos capaces de trabajar juntos sin egos, fricciones y desactivando el pensamiento rígido. Además, Ortega apunta a los diferentes ritmos de trabajo o estilos de comunicación, que pueden chocar si no se manejan con cuidado, o que la búsqueda del consenso se traduzca en lentitud, en decisiones diluidas o en equipos que se sientan atrapados en procesos interminables.
Las claves para aplicar la inteligencia colaborativa en el entorno laboral
La psicóloga Valeria Sabater, desgrana en un artículo publicado en La Mente es Maravillosa, los dos pilares fundamentales de la inteligencia colaborativa desde el punto de vista psicológico y sociológico: aprender a pensar con personas que piensan diferente y alinear la intención propia con la de los demás. Luego, a un nivel práctico, en ese mismo artículo, Valeria pone sobre la mesa algunos de los elementos clave a la hora de activar equipos colaborativos: crear espacios tanto físicos como virtuales para ello, crear una adecuada confianza con los demás y grupos basados en la horizontalidad, comprender las dinámicas de grupo, estar siempre abiertos a nuevas ideas y disponer de las herramientas adecuadas, ya sean espacios físicos, formación o espacios virtuales donde la comunicación sea constante.
“Cuando la confianza, el propósito y el método no están presentes, la colaboración puede diluirse en largas reuniones improductivas o en dinámicas no equilibradas entre los distintos participantes. Pero cuando se logra, aparece la magia y la colaboración se convierte en una gran palanca de innovación y transformación”, defiende Cristina Ortega. Y concluye, “si esta forma de trabajar se sostiene en el tiempo, se convertirá en cultura que no solo hará brillar el talento sino que, además, trascenderá a proyectos concretos”.