Por otro lado, la alfombra roja nocturna en el Kursaal confirmó lo que ya todo el mundo sabía: Lawrence había aterrizado en la capital guipuzcoana dispuesta a hacer historia. La actriz se mostró ante los focos con un vestido en un color pardo verdoso, también de Phoebe Philo, que desafiaba las estructuras tradicionales mediante un juego de asimetrías y una abertura lateral desdibujada rematada con un detalle de cinturón. El diseño, de aire sobrio a la par que vanguardista, se completó con unos salones negros con calcetines a juego; una combinación en sintonía con las tendencias actuales.
Carlos Alvarez/Getty Images
Con este reconocimiento tan importante, Jennifer Lawrence sella su posición como una de las figuras esenciales en la cultura contemporánea y celebra una filmografía en constante evolución, pero en la que también ha habido lugar para demostrar su carisma y autenticidad a la hora de escoger sus proyectos. Y no, esta pasada noche, la actriz no solo recogió este galardón, sino que evidenció que el futuro del cine (y, en parte, de la moda) lleva su nombre y apellido.